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Pensamiento :: 08/08/2007

La compra ética es sólo otra forma de demostrar lo rico que eres

George Monbiot
Las clases medias se felicitan de ir de verdes, después siguen consumiendo y volando tanto como antes

No estaba previsto que ocurriese así. Los científicos climáticos nos dijeron que nuestros inviernos serian mas lluviosos y los veranos más secos. Por lo que no puedo decir que estas inundaciones sean provocadas por el cambio climático, o incluso que sean consistentes con los modelos. Pero, como el fantasma de las Navidades, que seguimos esperando, nos ofrecen una impresión de cómo será un posible mundo invernal en el que viviremos si no lo solucionamos.

Con un aumento en el nivel del mar y más lluvia en invierno -y recuerda que cuando los árboles están adormecidos y los suelos saturados, hay menos lugares donde pueda ir la lluvia- todo lo que hará falta es que las inundaciones por las lluvias coincidan con una marea alta primaveral y ya tenemos la fórmula para un desastre de gran magnitud. Hemos comprobado cómo unas inundaciones localizadas pueden hacer desaparecer los servicios esenciales y hacer que los servicios de emergencia no den abasto. Pero los sucesos de este mes ni siquiera aparecen entre algunas de las predicciones anunciadas en las publicaciones especializadas. Nuestra primera lucha política debe ser evitar que se rompan las masas de hielo de Groenlandia y del Ártico. La única pregunta que merece la pena formular es ¿cómo lo hacemos?

Decenas de libros nuevos parecen tener la respuesta: podemos salvar el mundo si hacemos “unas vidas mejores y sostenibles”. Por poner un ejemplo, la semana pasada The Guardian publicó un extracto del libro de Sheherazade Goldsmith, “A Slice of Organic Life” -casada con el millonario verde Zac- en el que se nos enseña a “vivir con los limites de la naturaleza”. Es fácil. Solo tienes que hacer tu propio pan, mantequilla, queso, jamones, mermeladas y conservas, tener una vaca lechera, unos cuantos cerdos, cabras, patos, pollos, colmenas, jardines y árboles frutales. Vale, ¿entonces a qué estamos esperando?

Su libro esta lleno de consejos útiles, y ella se nos presenta recatada, sincera y bien informada. Pero de presionar a los políticos, nada de nada. Tu puedes salvar el Planeta desde tu cocina -eso si tienes todo el tiempo del mundo y un buen pedazo de tierra.

Cuando lo iba leyendo en el tren, otro pasajero me pregunto si podía echar un vistazo. Lo repasó durante un momento y después me resumió el problema en siete palabras: “Esto es para gente que no trabaja”.

La obsesión de los medios con la belleza, salud y fama quema todo lo que toca, pero ningún tema más que las políticas ecológicas. Existe un conflicto inherente entre el periodismo que pregona un modo de vida con aspiraciones -que hace que los lectores se sientan mejor consigo mismos y vende pollos de granja-, y la demanda principal del ecologismo -debemos consumir menos.

“Ninguno de estos cambios representa un sacrificio”, nos dice Goldsmith. “Ser más conciente no significa tener que renunciar a cosas”. Pero sí lo es si como ella, posees más de una casa cuando otros no tienen ninguna. Así de incómoda es la vida para los medios de comunicación y para los anunciantes: un componente esencial de ser ecologista es renunciar a cosas. Una sección del libro nos recomienda comprar orgánico, comprar localmente, comprar sostenible, comprar reciclado. Pero no dice nada de comprar menos.

El consumismo verde se esta convirtiendo en una epidemia para el planeta. Si se limitara a cambiar los productos dañinos que compramos por otros menos perjudiciales, yo lo apoyaría. Pero se están desarrollando dos mercados paralelos: uno para productos no respetuosos y otro para los respetuosos con el medio ambiente, la expansión del segundo hace poco para evitar la expansión del primero. Ahora mismo me estoy hundiendo en una marea de ecojunk (propaganda ecológica). Desde hace unos seis meses tenemos los percheros llenos de bolsas de algodón orgánico, las que a su vez llenas de paquetes de ginseng y sales de baño de aceite de jojoba -son los regalos obligatorios en cada evento sobre el medio ambiente. Tengo reservas de bolígrafos hechos con papel reciclado para varias vidas, y una media docena de mini cargadores solares para aparatos que no tengo.

La semana pasada el Telegraph dijo a sus lectores que no abandonasen la lucha para salvar el planeta. “Todavía hay esperanzas, y las clases medias, con sus cubas de compostaje y aparatos ecológicos, liderarán el camino”. Nos ofrece algunas sugerencias valiosas, como la “maqueta de coche de carreras impulsado por hidrógeno”, el que por 74.99 libras esterlinas (unos 100 €) viene con un panel solar, un electrolizador y una celda de combustible. Dios sabe de qué materiales y qué proceso energéticamente intensivo se ha usado para producirlo. En el nombre de la conciencia medioambiental, simplemente hemos creado nuevas oportunidades para el excedente de capital.

Las compras éticas corren el peligro de convertirse en otra muestra del estatus social. He conocido a gente que ha comprado placas solares y turbinas eólicas, antes de aislar sus buhardillas, en parte porque aman los aparatos, pero en parte, sospecho, para que todos puedan ver lo concienciados y ricos que son. Nos dicen frecuentemente que comprar dichos productos nos anima a pensar más ampliamente sobre los desafíos medioambientales, pero es muy probable que despolitice el asunto. El consumismo verde es otra forma de atomización - un sustituto para la acción colectiva. No se puede afrontar un desafío político consumiendo.

Las clases medias cambian sus vidas, se felicitan de volverse verdes, y siguen consumiendo y volando tanto como antes. Es fácil imaginarse una situación en la que todo el mundo consume religiosamente productos verdes y sus emisiones de carbono siguen aumentando.

Como muchos ecologistas argumentan, es cierto que la mayoría de la gente encuentra una vida con aspiraciones verdes más atractiva que un puritanismo agrio. Pero también puede ser alienante. He conocido a muchos agricultores e inquilinos que están desesperados para montar una granja pero que han sido excluidos por lo que se llama “horsiculture”: pequeñas parcelas de tierra agrícola que han sido comprada para cuadras para ponis y granjas de entretenimiento. En lugares como Surrey y New Forest, la tierra agrícola ha alcanzado las 30.000 libras el acre ya que los sobresueldos de la City se usan para comprar estilos de vida orgánicos. Cuando los nuevos dueños se vistan como lecheros y le digan a los excluidos como hacer mantequilla, se corre el riesgo de convertir el ecologismo en el capricho de las elites.

Desafía al nuevo consumismo verde y te conviertes en un mojigato y en el arruina-fiestas, el espectro del banquete. Contra el brillante nuevo mundo de las aspiraciones orgánicas que te presentan, te ves forzado a hablar sobre monótonas y aburridas restricciones igualitarias: racionamiento del carbono, contracción y convergencia, medidas más estrictas en la construcción, líneas de autocares en las autovías. Ningún suplemento a color contendrá un artículo sobre ello. Ninguna estrella del rock viviría confortablemente con su ración de carbono.

Pero esas medidas, y la larga y dura batalla que se necesita para llevarlas a cabo, desgraciadamente son necesarias para prevenir la catástrofe que las recientes inundaciones presagian - en lugar de jugar a ser verde. Sólo cuando esas medidas sean aplicadas es cuando el consumismo verde podrá ser un sustituto para el consumismo actual, en lugar de ser un complemento. Son difíciles de vender, no solo porque no se pueden comprar en catálogos por correo. Se tienen que tomar decisiones políticas duras, y a las elites económicas y sus hábitos de consumo se las debe desafiar, en lugar de adularlas e imitarlas. Los multimillonarios que han abrazado la agenda verde puede que de repente encuentren otra causa urgente.

Articulo Original: Ethical shopping is just another way of showing how rich you are. Traducido por Félix Nieto para Globalízate. Revisado por La Haine

 

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