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Estado español, Mundo, Madrid :: 14/06/2025

Milonga del fusilado (II)

Maité Campillo
Un trotar de caballos invade el silencio, una viejita enlutada barre la puerta de su casa y una bandada de pájaros se dirige hacia las estrellas

Letra enramada al texto compuesta por Carlos Mª Gutiérrez, escritor, periodista uruguayo, y caricaturista, que junto al gran revolucionario Raúl Sendic, y otros estudiantes de secundaria, participa en la publicación de la revista Rebeldía; compartió militancia, amplio género literario, transmitió grandes escritos y entrevistas con un especial encantamiento propio arriesgado y generoso; abraza la revolución cubana, desafía la represión, la clandestinidad, la cárcel, la tortura, abandera el optimismo la utopía y la palabra mágica en broche de conciencia; se inicia como periodista en 1950, entre los muchos de sus trabajos dio cobertura de episodios como la caída del segundo gobierno de Perón, el proceso de cambio en China durante los años 1970, la sucesión de golpes de Estado en Bolivia…

Revienta en mis ojos la rosa roja en los del autor la lluvia que requiere

Abran las ventanas no le cierren los pulmones, la utopía vive… revindica y palpita arraigada al revolucionario en los frentes que afloran, bajo el peso de sus pasos la tierra engarza un murmullo en clamor una utopía un derecho a la vida. En sus textos brota el mar, una cascada de sonidos, un movimiento en tierra barricadas de lluvia y sol. Camina la rosa roja, aferrada a la vida trepa y enlaza sus lanzas, revuelo en flor de futuro. Las manos labradas al sol revuelven surcos de amor y alivio, agua de deshielo y rocío, pozos en desierto socorriendo Palestina, camello en chepa de dunas contra el sionismo remolinos de viento en lucha.

No me pregunten quién soy
Ni si me habían conocido
Los sueños que había querido
Crecerán, aunque no estoy

Ya no vivo, pero voy
En lo que andaba soñando
Y otros que siguen peleando
Harán nacer otras rosas
En el nombre de esas cosas
Todos me estarán nombrando

Tierra de fuego, mar y cordillera al ritmo de procreación contra la especulación que corona la destrucción de su llama histórica; otro mundo es posible y en eso cantó Violeta Parra: <<Arauco tiene una pena, que no la puedo callar. Son injusticias de siglos, que todos ven aplicar. Nadie le pone remedio pudiéndolo remediar ¡Levántate, Huenchullán!>> Entre trancas y barrancas hoy el nuevo poder chileno desgarra en hondonada de desmanes al desequilibrio implicación e invasión hito de historia.

Sigo el camino largo hasta la esquina y, volteando, se abrió a media cuadra la puerta: »César Vallejo se limpió la tiza que blanqueaba sobre una de sus mangas, se alisó la melena haciendo correr entre ella los garfios de sus dedos». Era hora de estudio, la próxima sería de lectura… abrió el libro en la sección de Pato, tuve confianza en mi sabiduría y le dije – Ya pasé Pato hace tiempo. También Rosita y Pepito. Yo sé todo ese libro. Vallejo me miró y dijo –¿Sabes también escribir? A mi respuesta afirmativa, me pidió que escribiera mi nombre y después el suyo. Dudé entre la be labial y la otra para escribir su apellido. Me probó con otras palabras y una frase larga –Y si sabes leer y escribir, ¿por qué te han puesto en primer año? – Porque no sé otras cosas… ».

No me recuerden la cara
Que fue mi cara de guerra
Mientras hubiera en mi tierra
Necesidad de que odiara

Los vientos convocan asamblea, las aves no expanden sus trinos, no escucho los ensayos de la quinta sinfonía de Beethoven, ni de Tchaikovski su Obertura de coros, cañones y campanas, ni la primavera de Vivaldi –será que no estoy aunque parezca que sí esté, susurra la utopía– no oigo el Sueño de una noche de verano de Mendelssohn, ni La Grande de Schubert, ni Fantasía ni Carnaval de Schumann, ni a Chopin al piano en su carismático nocturno.

En el cielo que ya aclara
Sabrán cómo era mi frente
Me oyó reír poca gente
Pero mi risa ignorada
La hallarán en la alborada
Del día que se presiente

Allá a lo lejos aquél puntito quizá sea mi gata Abril… es en este reflejo de la intimidad donde multiplico amor por palabras; a cielo abierto observo tus ojos, el caminar de las hormigas abriendo camino hacia algún lugar de encuentro, cantan entre amapolas niños y niñas cogidos de la mano el trigo meciéndose los saluda, un trotar de caballos invade el silencio, una viejita enlutada barre la puerta de su casa y una bandada de pájaros se dirige hacia las estrellas ¡Corre, Amanda! ¡Mariana, corre!

Mi corazón quiere hablarte muy quedo al oído, penetra en él la música andina, la niña, la madre, y el pueblo esclavo, el pasado que no se va el presente que no se detiene, siglo tras siglo la sumisión se impone.

No me pregunten la edad
Tengo los años de todos
Yo elegí entre muchos modos
Ser más viejo que mi edad

La niña Chaska de Walter Humala brinda sus cabello al sol de Perú, el tiempo pareciera que no pasa eternizando víctimas, mi pensamiento camina entre calles, una abuela cuenta historias de la guerra donde hallar respuestas, en los silencios sus manos se llenan de flores ¡Corre Amanda!¡Corre Mariana! ¡Corre Chaska, corre! Recuerdo las redadas rondando al acecho mil veces caíste y mil te levantaste, el tren gira y gira al centro del combate, un golpe de fuerza desafía la marcha, levanta el puño, rompe la opresión clandestina y el grito se dispara libre como el viento ¡No tardes, llega pronto!!! Se fue perdiendo el sonido a lo lejos, percutiendo el mismo deambular de padres y abuelos, y hoy vos, por los que siguen cayendo, rodando entre piedras, ramas rotas, manantiales a saciar la sed entre alfombras de musgo ¡Corre Mariana! ¡Corre Amanda! ¡Corre Chaska! ¡África, corre! Veo al niño Luchín de la mano de Victor Jara; que entre la luz el aroma a tierra mojada, abran las ventanas no le cierren los pulmones.

Y mis años de verdad
Son los tiros que he tirado
Nazco en cada fusilado
Y aunque el cuerpo se me muera
Tendré la edad verdadera
Del niño que he liberado

La luna a lo alto observa el río más caudaloso del mundo, rojo sangre bajo sus labios, su hombro mece el niño que al autor ha liberado. Al fondo el océano Atlántico todo lo diluye, sus aguas agitan las profundidades, de ese mundo nuestro por donde brotan los muertos que nunca mueren, porque seguirá la lucha que nunca ha de faltar, esencial como el agua de lluvia a regar nuestras conciencias en fuego de vida y llama del deseo… oíste Mariana Pineda?, has escuchado María Pacheco?, oirá el nuevo Chile el canto de Víctor Jara, te recuerdo Amanda?, y vos Micaela Bastidas, y las hermanas Mirabal ¡Desafiad el mundo opresor castigo al inquisidor! ¡Corre África, corre Asia, corre Luchín, Chaska… corre Indoamérica, la tierra es tuya!

Mi tumba no anden buscando
Porque no la encontrarán
Mis manos son las que van
En otras manos, tirando

Mi voz la que está gritando
Mi sueño el que sigue entero
Y sepan que solo muero
Si ustedes van aflojando
Porque el que murió peleando
Vive en cada compañero.

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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