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[Parla]La cruda reflexión de una médica:'30.000 parleños han perdido derecho a la atención primaria'
Falta de profesionales, saturación, cansancio del personal… los problemas de los centros de salud de la localidad
La médica de familia en Parla Berta Herranz ha conmocionado las redes sociales del municipio con sus desgarradoras reflexiones: “En Parla hay 30.000 personas que han perdido el derecho a la atención primaria”, esgrime en un relato sobre la situación sanitaria en la localidad parleña.
En un hilo en redes sociales titulado ‘Crónica de una muerte anunciada’, la facultativa esboza las consecuencias de la pandemia en la Atención Primaria, con falta de profesionales y una saturación de trabajo que impide atender a toda la demanda.
Tras el tsunami de la primera ola de la pandemia, Herranz considera que “en Parla hay al menos 30.000 personas que han perdido el derecho a la atención primaria”.
“De esto no se habla -alega- porque no se sabe, porque a nadie le interesa la calidad del trabajo que se realiza dentro, sólo que esté abierto.
En este sentido, manifiesta que actualmente carecen de atención primaria “menores, mayores, inmovilizados, pacientes crónicos. Nadie”.
“Si tienen suerte -aclara- su enfermera les hará seguimiento. Si precisa atención médica, les atenderá alguien desconocido que no sepa de su historia y que no tenga tiempo para atenderles bien”.
Tras ello, lanza una pregunta al aire: “Me pregunto si el hecho de que 30.000 personas se hayan quedado sin atención primaria sigue siendo insignificante y sólo merecedor de una respuesta vacía pero políticamente correcta”.
Un paciente en el centro de salud de San Blas en Parla (Foto: D.G.Castillejo).
La médico baja al plano personal para exponer el relato de una experiencia que certifica la situación de la atención primaria en la localidad: “Hace poco -empieza- atendí una de tantas llamadas de un paciente desconocido para mí. Al otro lado del hilo me respondió una voz temblorosa ‘pero si mi marido murió la semana pasada’. Y a mí me tragó la tierra. Habló, me contó lo sucedido, su situación familiar…”
“No tenía palabras”
Y prosigue: “Yo escuché. No tenía palabras con las que acompañar a esta mujer desconocida destrozada al otro lado del teléfono. Finalmente nos despedimos. Colgué. Seguí con las llamadas. Me invadían pensamientos intrusos, pero los bloqueaba. No he vuelto a saber de ella”.
Desde entonces, admite la doctora, le atormentan los interrogantes: “¿Y si no hubiéramos tenido 2 semanas de demora en cita telefónica? ¿Y si además le hubiera atendido su médica? Igual nada habría cambiado lo sucedido… O sí…”
“Y yo me pregunto -finaliza a modo de conclusión- si este hombre y esta mujer siguen siendo hechos insignificantes que no merecen más que una respuesta vacía pero políticamente correcta. Y también me pregunto -zanja con inquietud- a cuánta gente estamos dejando desatendida en mayor o menor medida.
“Y si alguien algún día le dará la importancia que merece lo que está ocurriendo -sentencia- o se dejará morir a la atención primaria y por tanto a la gente”.
