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Asturies :: 01/06/2012

Vuelve el “Duernu”: la izquierda plural anti-asturiana en alianza con Rosa Díez

Carlos X. Blanco
La tesis, mejor dicho, el cacareo del “fin de las ideologías” contenía, como todo ensayo ideológico, una semilla de verdad

Fuerzas muy poderosas se están desatando en estos momentos. Se trata de una liberación de energía hasta ahora atrapada en el interior del hombre-átomo, y la explosión nuclear va a afectar a todo el contorno de Occidente, que ya es –desde hace tiempo- el Mundo mismo. La tensión venía acumulándose desde la caída misma del Muro de Berlín, desde el ocaso del llamado (y muy mal llamado) “socialismo real”. La tensión de potencias emergentes y de una regionalización del “Poder”. Desde 1945 se ha querido ver el mundo como una esfera dividida en “cosmovisiones”, en “ideologías”. Los mapas escolares representaban en azul el orbe capitalista y en rojo el comunista. La dualidad, pretendida más que real, ha dado paso a un panorama multipolar en el que ya las ideologías –y por ende, toda representación idealista de las cosas- carecen de utilidad para comprender qué (nos) está pasando.

La tesis, mejor dicho, el cacareo del “fin de las ideologías” contenía, como todo ensayo ideológico, una semilla de verdad. Pero la verdad era que el fin del comunismo no suponía –linealmente- el triunfo “a la americana” de un neoliberalismo respaldado por misiles, portaviones y escudos tecnológicos made in USA. El fin del comunismo (en rigor, el fin del capitalismo de Estado) supuso abrir la espita de otros demonios, además del sistema de explotación ilimitado de las compañías transnacionales. Este sistema, desarrollado en una fase de capitalismo financiero dictatorial, pues no en vano se habla de la “dictadura de los mercados”, coincide con el advenimiento de “anti-ideologías”, de ideas-fuerza que el burgués semiculto y neoilustrado es incapaz de comprender. ¿Qué es para éste el auge macabro del integrismo islámico? Un “regreso a la Edad Media”. Pero en este tipo de respuestas expeditivas no se hace cuestión de las causas que verdaderamente llevaron a ese supuesto “regreso”. Ni la Edad Media fue siempre, y en todo lugar, “integrista” ni tampoco hay un camino trazado de forma permanente sobre la tierra sobre el que desandar los pasos. Los pueblos avanzan por caminos que, a sus espaldas, van difuminándose. El reparto por territorios, la ocupación de nichos de desarrollo económico, la pujanza demográfica de unas regiones frente a otras, el poder de ideas-fuerza de sociedades jóvenes y frustradas frente a las viejas y decaídas, toda esta fenomenología se escapa al analista superficial, especialmente a quien se deja cegar por fantasmas economicistas.

El fantasma economicista, que recorre los pasillos de marxistas tanto como los de los liberales, insiste en que el capitalismo tiende a un Mercado Global y se encamina hacia una División Internacional del Trabajo. El internacionalismo, entendido no como utopía sino como telos inexorable hacia el que tiene que dirigirse el sistema capitalista mundial, sin embargo, forma parte de ese mismo fantasma. Nada parecido a una solidaridad internacional creciente de los trabajadores del mundo, ningún nexo vital entre la explotación del obrero europeo privilegiado relativamente en el primer mundo y el trabajador ultraexplotado de las potencias “emergentes”. La clase obrera universal se ha venido abajo, como muchos mitos extra-científicos del marxismo. El grado de explotación y las condiciones vitales (históricas, sociales, culturales) en que ésta se realiza en cada país puede ser objeto de interés técnico y académico, pero es un asunto que no da pie a considerar que en el mundo se esté dando una lucha de clases enteriza, homogénea, universal. Todo lo contrario, bajo acicates nacionalistas, religiosos o bajo la simple aspiración colectiva a “mejorar el nivel de vida”, masas heterogéneas de distintos continentes se entregan al capital explotador. Hoy la humanidad, más que nunca, está dejando de ser unidad y de ser unidad como “clase”. Solamente encontramos cuellos anhelando que se les ponga una argolla, brazos esperando cadenas y cuerpos a la búsqueda de amos.

No somos profetas, pero necesitamos comprender el presente viendo líneas de desarrollo futuro. Lejos de la esperanza (todavía muy eurocéntrica) marxiana de un Capitalismo Mundial al que sucederá un Comunismo Mundial, encontramos en el Escenario mundial una serie de actores en retirada así como otros personajes, nuevos y estrambóticos, que salen desde detrás de las cortinas. La retirada que los USA tratan de hacer de los distintos avisperos (Afganistán e Irak, principalmente), la inhibición y parálisis de la Unión Europea en el ámbito internacional, la existencia puramente burocrática de organizaciones antaño temidas, como la OTAN, etc. invitan a pensar en una efectiva “Decadencia de Occidente”. Está por ver qué representará de “Occidente” la emergencia desarrollista de potencias inesperadas hasta hace poco (Brasil, por ejemplo) desde América. Habrá que seguir la pista, en Oriente, del desarrollismo autocrático (“comunista”) de una República Popular China que, al asimilar gran parte de la lógica capitalista, se dota a sí misma de un patrón occidentalizador veloz, vertiginoso. Y de la Federación Rusa, otra autocracia, ciclópea por su tamaño, sus dimensiones demográficas, territoriales, energéticas… ¿Qué va a ser de la impotente Unión Europea, corroída por los misteriosos “mercados” ante el factum geoestratégico de que hay un integrismo islámico al sur, y unos gigantes autocráticos al este?

¿Qué va a ser de Europa? Sencilla respuesta: un ahondamiento de lo que ya es hoy, una exacerbación de su irrelevancia. Una fútil superestructura, falsa e injusta. Debemos mirar hacia atrás, hacia todo lo que ha sido un tufo mareante de ideología “desarrollista”, compartida a diestra y siniestra (nunca mejor dicho) por los partidos políticos mayoritarios, centrales sindicales y patronales, por no hablar de la intelectualidad más lisonjeada. El desarrollismo en España consistió en realizar un sinfín de adaptaciones económicas que permitieran homologar este Estado a la Unión Europea, partiendo de la base (en sí misma nunca discutida) de que era preciso contarse entre los primeros. La homologación con Francia y Alemania fue la obsesión ya de los gobiernos felipistas. Las reconversiones más brutales se llevaron a cabo en los 80 y 90 del siglo pasado. Quien estas líneas escribe recuerda a la perfección la manera en que, por ejemplo en Asturies, los gobiernos del PSOE en Madrid, con el consentimiento y colaboración de los gobiernos autonómicos, también socialistas, se llevaron a cabo esas reconversiones. La combinación del palo (flotillas relámpago de antidisturbios venidos cotidianamente desde Castilla) y de la zanahoria (prejubilaciones de lujo, cooptación y soborno de líderes obreros, fondos millonarios para uso y derroche sindical). Con palos y zanahorias Asturies y otros territorios altamente industrializados del Estado perdieron casi de un plumazo su infraestructura industrial que, si obsoleta, hubiera podido recibir una nueva reorientación o un nuevo impulso tecnológico. Nada de eso, hubo que desertizar las regiones industriales, especializar las economías “nacionales”. En realidad, el proceso de concentración y centralización del capital exige de criterios geoestratégicos. La Unión Europea como superestructura “inauténtica” exigía a sus dos cabezas líderes, Francia y Alemania, la creación de un “centro” (ellos mismos y otros pequeños estados ricos) y una periferia. La periferia interna de la U.E. no era otra que la Europa Mediterránea.

Hace años que llevo explicando, en diversos artículos, que en el Estado de España “vamos al tercer mundo de cabeza”, o que este es un Estado dominado por una serie de “Cloacas Mediterráneas” en su tipo de economía. Por supuesto, la clase política y empresarial han querido ciegamente aprovechar la cresta de la ola, acumular capital sobre bases tan fáciles a corto plazo pero tan precarias y disolventes en el largo. Una vez desmantelado el tejido industrial, cual planta que se arranca de raíz, no quedó más suelo donde apoyarse que el de la producción y exportación de alimentos, el turismo (con un alto componente de turismo de sol, playa y prostitutas) y el ladrillo. Fue este último puntal, como es de sobra sabido, el que motivó una de las mayores crisis financieras, si no la mayor, en modo alguno justificable por el contexto internacional, pues ante cualquier galerna que venga de fuera, la clave está la solidez interna de sus estructuras.

El Estado Español hoy, se nos presenta más bien como algo parecido a un Sultanato. El Monarca y sus cacerías de elefantes, en plena crisis económica y ataque-saqueo organizado a las clases trabajadoras y medias, ha exhibido impúdicamente la verdadera faz del Régimen imperante desde 1978. Desde la muerte de Franco, las pinzas con las que se ha pretendido apuntalar una especie de monarquía liberal o restauración borbónica, se nos muestran excesivamente frágiles. El miedo a un verdadero federalismo, el tratar de contentar a los caciques nacionalistas vasco-catalanes tanto como a los centralistas de Madrid-Castilla ha creado un engendro llamado “Estado de las Autonomías” cuyo verdadero defecto no ha residido en ser precisamente una síntesis de centralismo y federalismo, sino en la falta de simetría entre las comunidades y de corresponsabilidad en los gastos públicos. La crisis que nos corroe y devasta puede provocar nuevas reformas constitucionales y estamos a un paso de aniquilar todo resquicio de autonomismo. Los caciques nacional-periféricos con mando en plaza únicamente son de dos grupos: PNV y CiU. Como es habitual en ellos, van a jugar la carta de exigir más dinero al Estado y a abdicar de sus compromisos y deberes para con él, avisando de un fin del “café para todos”. Ellos reclaman para sí su condición de “naciones históricas”, lo cual, para un asturiano como el que les escribe, conocedor de la historia de su País, suena a risa y broma de mal gusto, pues fue Asturies la primera nación dotada de Estado propio frente a los francos y musulmanes, una entidad nacida en el siglo VIII y que, incorporada sin merma de soberanía a los Reinos de León, Castilla y España de forma sucesiva, contó con un autogobierno nunca interrumpido (aunque progresivamente mermado desde los Borbones) hasta bien entrado el siglo XIX.

Por desgracia, nada de la Historia, nada sobre la Legitimidad y Soberanía históricas del Principado parece que va a contar en este vendaval de crisis, que también va a ser un vendaval de Recentralización. Madrid volverá a convertirse en guardián de las esencias hispanas y un triunvirato poco estético, formado por Rosa Díez, Gustavo Bueno y Fernando Savater, nos apretará el cinturón de famélicos hispanos. Lo hispano famélico volverá a campar por sus anchas, porque sólo es ancha Castilla, como el pecho de un varón. La DNAES, UPyD y Esperanza Aguirre encontrarán en las esencias hispanas (toros, flamenco, Gibraltar Español, a mí la legón, etc.) el fundamento para “meter en vereda” a tanta autonomía díscola, sobre todo en materia de despilfarros. Eso sí, se avecina un pacto de repartición, como ocurre en toda operación de saqueo. Vascos, Catalanes, Navarra… y “El Resto”. “El Resto” no tiene historia, no es nacionalidad, no se habla –supuestamente- otra cosa que castellano, y además es un Resto enviciado por el desgobierno, la burbuja del ladrillo y la corrupción galopante.

Se trata de una caricatura, lo sé. Pero con este discurso se está ya reconfigurando un discurso re-españolizador, re-centralizador, orquestado en Madrid, Vitoria y Barcelona. En el fondo se quiere plantear en España lo mismo que comentábamos arriba respecto de la U.E. Crear un área de privilegios y “seguridad” financiera, y una periferia cada vez más envilecida (o “puteada”, si Vds. quieren), a donde poder enviar residuos, excedentes, incluso basura en el sentido literal del término. La propuesta del nuevo presidente del Principado, el socialista Javier Fernández, va literalmente en ese sentido. El Principado ya no es simplemente una colonia de España: va a ser “humo” y “basura quemada”.

La restauración del Régimen Clientelar en Asturies va a tener lugar en breve. Es un Régimen que hunde sus raíces en las reconversiones industriales salvajes que se llevaron a cabo en los años ochenta y noventa del pasado siglo y cuyos coletazos y ramificaciones llegan hasta hoy. El “cliente” es toda aquella persona que, a cambio de un tipo u otro de adhesión inquebrantable al Régimen obtiene cargos, beneficios, honores, empleos, sueldos, sinecuras, ascensos, prebendas, subvenciones, contratos, publicaciones, negocio, dinero, regalos, favores…

¿Cuándo empezó a existir “clientela” en Asturies? Por ceñirnos a etapa de la II Restauración Borbónica, en la que actualmente nos encontramos, podemos decir que este modelo de control y sometimiento de una sociedad es muy viejo, efectivo, trasplantable. El Partido Socialista Obrero Español, echando mano de sus ancestros y maestros, en tiempos alfonsinos y primorriveristas, es un partido muy dúctil en todo lo referido a colaboración con dictadores, amistad con monarquías corruptas, práctica de hábitos cortesanos y caciquismo sindical. El contar con un brazo sindicado, la UGT, le brinda una excelente capacidad de maniobra y de ambivalencia. Puede jugar al tiempo las dos partidas: estar en el Poder, ser el Poder, pero también poner en pie a los trabajadores y enfrentarse al Sistema…cuando conviene. Vamos a dejar a un lado el análisis de este partido que no es socialista, ni obrero en el ámbito español. Vamos a comentar sus usos y estilos en el ámbito asturiano.

Aquí, en el Principado, tampoco podemos decir que sea un partido realmente socialista ni obrero, pero muy significativamente “español”. Es más “español” que ninguno. Y su reciente acuerdo con Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia es asunto que sirve para poner su sello de españolidad indeleble. Javier Fernández, el sucesor de Areces, ha hecho gala de su mentalidad anti-autonomista en numerosas ocasiones. Fernández, igual que su inefable Tini Areces, siempre ha manifestado su tirria incontrolable ante el menor atisbo de asturianismo en la vida cultural y política del Principado. Por ejemplo, en cuanto a la aplicación efectiva de la vigente “ley de uso” del bable/asturiano, él y todos sus compañeros del puño y la rosa no han hecho otra cosa que poner palos en la rueda, violar su cumplimiento y afrentar de manera grave los más elementales derechos constituciones y europeos en materia de libertad y pluralidad lingüística. Por supuesto la Federación Socialista Asturiana, desde la II Restauración en 1978, nunca deseó ninguna clase de autonomismo para Asturies, nunca solicitó la devolución de nuestro secular autogobierno. Si en la transición hubo algunos socialistas de orientación regionalista o autonomista (más del lado del PSP que del propio PSOE) estos fueron mínimos, débiles y ahogados en la deriva centralista y exstalinista de la izquierda asturiania. Ahora, que cuentan como socios a los nacionalistas españoles del partido de Rosa Diez, esta tendencia centralista, madrileña, castellanizante, no hará otra cosa que exacerbarse.

No debe olvidarse de dónde venimos. El fuerte aparato de la FSA y del SOMA-UGT blindó con millones de pesetas y euros las prejubilaciones de muchos “compañeros” que vendieron la barricada de la mina o de la fábrica por un retiro juvenil y dorado. Otros, obtuvieron lucrativos cargos en Consejos de Administración de empresas y entidades de ahorro, y en un sinfín de chiringuitos varios hacia los que el PSOE siempre manifestó una gran afición. Uno de los territorios del Reino con mayores niveles de renta, conciencia obrera de clase, nivel de instrucción y espíritu de esfuerzo ha decaído en lo que tenemos ahora. Un asilo, lleno de jubilados y gentes improductivas, muerto demográficamente hablando, neutralizado en cuanto a economía e identidad. Una nada periférica e irrelevante. ¿De dónde procede este decaimiento? Sin dudas, procede de la política clientelar que se consiguió desde los mismso comienzos de las Reconversiones. Se trataba de desertizar industrial, productivamente, a toda una comunidad a cambio de ventajas notables para los asesinos de la autosuficiencia. Cargos, jubilaciones, prebendas de todo tipo a cambio de consentir que se perpetrara el crimen: desmontar todo un entramado productivo que, si bien obsoleto y alzado con criterios estatalistas, hubiera sido fácilmente sometido a renovación tecnológica y puesto al servicio de los propios asturianos, ya que no resultaba a atractivo para la propia geoestrategia del Reino. Pero no: después de haberle dado carbón y acero, energía y demás bienes intermedios a media España, hubo que cerrarlo todo y mandar la población a paseo, mejor dicho, al paro, a la emigración o al asilo.

La propia izquierda asturiana se prestó a hacer de brazo ejecutor de los designios de Felipe, Guerra, Solchaga y Boyer. De esas venimos. De esas aguas vienen estos lodos. Pues en el lodo se va a sumergir más y más la izquierda oficial y mayoritaria de Asturies. Pues aún no hemos mencionado el triste destino del Partido Comunista de España, que nunca fue un verdadero PCA (asturiano). Ni sus prolongaciones convulsas y propias de un sainete, con la desaparición de Francisco J. G. Valledor de por medio. Izquierda Unida de Asturies es, por enésima vez, el perrito faldero del Partido Socialista. Una coalición que se ha apuntado a todos los “ismos” (ecologismo, asturianismo) y a todas las “Indignaciones” habidas y por haber, en medio de su marasmo ideológico, pero que en la práctica siempre ha demostrado una inclinación irresistible hacia el Poder. Obtener de la mano de su amo, la Federación Socialista Asturiana, alguna consejería o alguna dirección general, es lo que seduce a esta formación, y no tardarán en dar muestras de su vocación por el Duernu. Allí donde se ponen cuatro pancartas y algunas movilizaciones, allí están ellos. ¿Que hay una manifestación o “Conceyu” por la Oficialidad de la Llingua Asturiana? Allí están ellos, y además mandando. ¿Qué hay un colectivo vecinal porque los perros no orinen en las farolas? Allí están ellos, y además mandando, y además informando debidamente a sus hermanos mayores, los socialistas. No hay iniciativa ciudadana un poco con aires de “progresismo” para que estos socios de corruptelas, y por tanto cómplices y silenciadores de las mismas, no estén presentes. Izquierda Unida y todo un entorno comunista lleva más de 30 años falsificando la visión de Asturies como la “provincia” roja y dinamitera, cuando ciertamente es el Principado sumiso y conservador que ellos mismos han ayudado a crear desde los tiempos felipistas. Los historiadores vinculados al PCE y a CCOO siguen difundiendo sus propios mitos covadongistas según los cuales una clase obrera antifascista quiso “salvar a España” en 1934 como si fueran verdaderos dompelayos de puño en alto y dinamita de la Victoria en la mano. Toda la tergiversación españolista de la historiografía reciente de Asturies, según la cual el Principado apenas era una Arcadia rural y atrasada antes de la Revolución Industrial y antes de la afluencia de gallegos y otros españoles sureños al País, es fruto completo de sus cócteles ideológicos pseudomarxistas. El peso oneroso de Santiago Carrillo, de la Pasionaria y del estalinismo fue terrible por sobre toda la izquierda asturiana, impidiendo el auge de toda veleidad combativa e identitaria entre los trabajadores asturianos.

A la izquierda del muy moscovita PCA, durante la Transición, fueron surgiendo grupúsculos trotskistas, maoístas, y miméticos del independentismo vasco, que en junto a su fraseología pretendidamente revolucionaria introdujeron el uso del idioma asturiano y ciertos símbolos del celtismo incipiente. Sin duda, practicaron el llamado “entrismo” al ver que la línea carrillista, que equiparaba la llingua (el “bable”) con los residuos folklóricos del feudalismo, y defendía un nacionalismo español con hoz y martillo. Pero ese entrismo era posible porque a partir de 1974 en torno a la asociación “Conceyu Bable” el regionalismo asturiano, que abarcaba el sector más crítico y formado de la sociedad de entonces, experimentaba ya una rápida evolución hacia un nacionalismo. Y este sector pseudorrevolucionario y de ultraizquierda fue el que dinamitó un germen de nacionalismo asturiano muy prometedor. Ahora que el PSOE regresa al poder, de la mano de su fiel chihuahua que es Izquierda Unida, y la extraña compañera de cama, que es Rosa Díez, veremos con mayor claridad qué clase de populismo derrochador (en el capítulo de las obsesivas infraestructuras innecesarias, tipo Muselón o Niemeyer), unido a nuevos recortes en capítulos básicos para la supervivencia de la sociedad.

Vuelven los etnocidas y represores de la llingua asturiana, vuelven las “folklóricas” que domestican la identidad asturiana por vía de subvenciones. Vuelve el “Agit-Prop” que tan eficazmente funcionó en ciudades como Xixón o Avilés con el fin de desacreditar los que, según el PSOE-IU, somos representantes de la cultura de “boina y madreña”. Vuelven los modernos con gafa de pasta, enemigos del pueblo y de la cultura popular y de la clase trabajadora. Vuelven los progres que jamás dieron un palo al agua. Vuelven los ventrudos sindicalistas millonarios, con coche oficial, secretaria y consejo de administración. Vuelven los de la Operación Marea a regalarse entre sí algo más que jamones y relojes. Vuelven los chicos del Niemeyer (conocidos ya popularmente como “Niemeyer´s boys”) a abrazarse a su tan querido icono del despilfarro, inutilidad y mal gusto. Vuelven los periodistillas y plumillas del Duernu (muy principalmente representados en el diario La Nueva España) a comer en el pesebre, a lamer las manos poderosas que les mantienen gordos y contentos. Vuelven los censores de la “Prensa Regional” a disimular con pseudo-progresismo lo que es, en realidad, una operación terrible, criminal, de etnocidio, de sacrificio de Asturies en el altar de una Europa muerta y en retirada, de una España decadente y recentralizada, disponible al mejor postor de entre los chatarreros y traperos. ¿Qué pinta la antigua y milenaria Asturies votando en masa a estos chatarreros de la política, a los Fernández, y a la Rosa Díez? ¿Dónde están los asturianos míos? ¿Cómo hemos caído tan bajo? ¿Qué hacemos en España? ¡Pero si España es un barco que se hunde! Vamos en camino de incorporar las “peonás” andaluzas en el verde cantábrico. Vamos en camino de ser también el culo de Europa, donde cualquier ministro lenguaraz se permite la bravata de amenazarnos con una “intervención”, justo como un padre amenaza con dar cachetes a sus hijos. Ya Asturies es irreconocible, entre su condición demográfica de asilo y su condición sociopolítica de “Duernu”, un comedero gracias al cual un tercio de la sociedad –ventruda, enchufada, agradecida- pone su bota sobre los otros dos tercios. Vamos a morir como no alcemos pronto una alternativa cien por cien nacionalista asturiana.

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