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Anti Patriarcado :: 16/09/2004

El amor, lo doméstico, la política y las cuestiones de género

Inés Arcia - La Haine
"Eres tonta de día, tonta de noche, tonta por la mañana y al mediodía, ah, y se me olvidaba, también eres tonta de madrugada". [canción del grupo bilbaíno Los Chimberos]

La violencia de género está de moda. No pasa un día sin que se comente alguna paliza (las denuncias se han duplicado en los últimos meses) o algún asesinato. Uno de los últimos ha sido el de un hombre de 87 años que mato a su mujer de 88 que tenía Alzeheimer. Después de matarla se autolesionó antes de entregarse a la policía. La televisión y los vecinos dicen que lo hizo por amor.

L"amour tiene efectos secundarios. Hace unas semanas Javier Marías comentó en el suplemento de El País la resolución judicial emitida por tribunales ingleses que sentencia a Ray Parlour, el jugador del Arsenal, a pagar a su ex mujer Karen, después de 7 años de convivencia y 3 hijos, un tercio de su salario (610.000 euros anuales) sujetos a revisión dentro de cuatro años. El juez estimó que los futuros ingresos del jugador son "recursos matrimoniales", que no podrían ser percibidos si el jugador no hubiera contado con la "estabilidad’ que le dio Karen durante su relación con ella.

Internet está lleno de artículos sobre este asunto, en los que autores de toda condición entre los que se incluye, naturalmente, Javier Marías, se tiran de los pelos. ¿Cómo puede ser que un juez considere que el papel desempeñado por Karen Parlour en el ámbito de lo doméstico durante esos años se pueda cuantificar en euros? ¿Y el amor? ¿Acaso no se casaron "por amor"?

Seguramente se casaron por amor. Me imagino que Karen estaría "muy buena", motivo más que suficiente para que el jugador de fútbol se enamorara de ella. Y ella posiblemente admiraba a este jugador, que está tan cachas y gana tanta pasta y hasta se habrá sentido afortunada por ser la elegida para convivir con él y parirle tres hijos.

Siete años después, Karen se encontró con que el amor se terminó. Ya no te quiero, conocí a otra, haz callar a esos niños, ¿está lista mi cena de 3.200 calorías y media?, habla tú con mi madre que no tengo ganas, cambia la cita con el dentista, estás gastando mucho, vale por hoy te hago el favor de quedarme con los niños mientras tú vas a ese curso de telar que pago yo y no sirve para nada. Si a esto le sumamos que Ray tenía serios problemas con el alcohol y era adicto al juego, no debería sorprendernos que un juez en sus cabales (pocos, todo hay que decirlo) sentencie que esos 7 años en que Karen se quedó en casa ocupándose de funciones "menos importantes", como lo doméstico, han contribuido al PIB familiar y que eso, en una separación legal o de hecho, es, o debería ser, perfectamente cuantificable.

Pero ¿qué es "lo doméstico"? Como mínimo, parece que algunas y algunos nos estamos dando cuenta de que "lo doméstico", esa entelequia difusa y minusvalorada, existe. De hecho, el conflicto por el trabajo doméstico está en la base de al menos el 30% de los casos de violencia de genero. "Es un servicio del que se benefician los varones jóvenes, adultos y viejos sin reconocerlo, y en él las mujeres no somos recíprocamente satisfechas. También dentro de este trabajo no reconocido se encuentra el de mantener la integridad y los vínculos familiares, así como la conservación de las relaciones de parentesco con la generación actual y las precedentes"(1).

Cuando en 1990 Karen y Ray Parlour se conocieron, ella tenía 17 años, trabajaba en una óptica y él era un oscuro aprendiz de jugador. Se mudaron a vivir juntos en 1995, cuando ya tenían dos hijos y ella abandonó el mundo del trabajo remunerado en 1998, cuando Ray obtuvo un contrato millonario por tres años. Hoy tienen 31 y 33 años, tres hijos de 8, 6 y 4 años y Ray tiene una nueva compañera y otro hijo con ella.

Hasta aquí esta historia es igual a la de miles de parejas de clase media en cualquier parte del mundo. La única diferencia es el salario millonario del marido. Durante los años en que Ray Parlour se dedicó a forjar su carrera, ganar dinero, comer y descansar, Karen se dedicó a hacer todo lo demás. Si en nuestra benévola fantasía, queremos suponer que Ray era un hombre de nuestro tiempo, comprometido con la vida en pareja y con simpatías por la causa de la igualdad de la mujer, "podemos incluirlo entre el 6% y el 25% de los varones europeos que hacen la compra o en el 33% de mayores de 16 años que alguna vez han limpiado la casa. También podemos incluirlo entre los padres involucrados en el cuidado de los hijos, pero sobre todo en el juego y las actividades agradables y sin modificar significativamente su implicación en las rutinas de la crianza ni en el resto del trabajo doméstico. En el cuidado de los mayores, su aportación es mínima.

La investigación feminista está realizando una revisión del mundo de lo privado y de lo que se ha publicado en los últimos años, podemos sacar dos elementos clave:

1. La mujer es construida socialmente como un sujeto en menos. El patriarcado como sistema de dominación masculina, ha colocado a los varones, independientemente de su clase social (que requiere otro análisis), como sujetos de la historia: iguales entre si, dignos de ser protagonistas, sujetos en más, importantes y destinados a lo importante. La mujer, costilla del varón, queda por el contrario colocada solamente como digna de ocupar un lugar idealizado o subordinado -santa o puta- pero sujeto en menos, menos persona, menos igual y menos digna de acceder a "lo importante". Y eso aun hoy, en los países desarrollados y aunque se pertenezca a los sectores económicos más poderosos, "se la condena a ser sujeto de menos derechos, a estar excluida de las cosas serias y destinada a funciones menos importantes". Y lo doméstico es una de esas cosas poco importantes.

2. Lo doméstico es un trabajo, invisibilizado como tal. Socialmente, lo que se realiza en el ámbito doméstico no es reconocido como un trabajo. Cuando se reconoce algún aspecto de él, se lo minimiza, atribuyéndolo no al esfuerzo sino a las habilidades naturales de las mujeres. Esto favorece su no valoración y correlativamente el esfuerzo de quien habitualmente lo realiza, la mujer.

Pero lo allí realizado es un trabajo, en tanto es un conjunto de actividades destinadas a producir bienes y servicios orientados al mantenimiento y desarrollo físico, psíquico y social de los convivientes. Y no se trata sólo de tareas de mantenimiento del hogar y de cuidado de personas: es un trabajo de producción y desarrollo de personas y relaciones.

Esto es más o menos lo que Karen Parlour ha logrado que la justicia le reconozca. ¿Estas anécdotas y este debate sirve para algo?. La desigualdad de género impregna a las sociedades, la falta de acceso de la mujer con conciencia de género al ámbito de lo público y la valoración por todos y todas de lo doméstico es un freno que influye en la lucha para que otro mundo sea posible, efecta no sólo a la estructura de las clases dominantes sino que impregna también a las clases y a las organizaciones populares. Visualizar la situación es un comienzo muy necesario.

Notas:

1. Ver "Los varones hacia la paridad en lo doméstico. Discursos sociales y prácticas masculinas" y "Micromachismos". (Luis Bonino Méndez). Psiquiatra, feminista, padre de dos hijos, director del Centro de Estudios de la Condición Masculina en Madrid.

inesarcia@yahoo.com

 

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