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Euskal Herria :: 07/02/2017

Juan Sorín

Mikel Arizaleta
Y se fue a la francesa, sin apenas darse cuenta ni él ni nosotros, un 30 de enero del 2017, tras unos pocos y duros meses de cáncer.

Emily Dickinson escribió aquellos versos: “Si no estuviese viva cuando vuelvan / los petirrojos, al de la encarnada / corbata, en mi memoria, / echadle una migaja.

Y si las gracias no pudiera daros / porque profundamente ya me hubiese dormido, /bien sabréis que lo intento / con labios de granito”.
Y se fue a la francesa, sin apenas darse cuenta ni él ni nosotros, un 30 de enero del 2017, tras unos pocos y duros meses de cáncer.

Juan Sorín tenía 65 años. Hace ya más de 20 años que, con brillo de enamorado en sus ojos, nos habló del pueblo kurdo, de sus lamentos y esperanzas, coofundador de la asociación Newroz en nuestra tierra y embajador en muchos pueblos, en muchas partes, en muchas calles y txokos del pueblo kurdo y sus gentes. Euskal Herria pierde un eslabón grueso de hermandad y cercanía con ese pueblo hermano, que también lleva años y siglos luchando por su independencia, el legendario pueblo kurdo.


Un día nos habló de que “hoy en el Kurdistán se puede escuchar cómo cantan las mujeres en los campos, los pastores en los pastizales y los artesanos en sus trabajos”. Nos habló de sus proverbios, de sus cuentos y leyendas, del herrero Kawa y del tirano Zohhak…, venía con un libro bajo el brazo de Suzan Samanci, una de las grandes escritoras kurdas actuales. Y aquel eco kurdo se hizo libro, titulado en la editorial Txalaparta como “Hêlîn olía a resina”: “Aquel día, con olor a primavera, todo el campamento vivió la fiesta. Peshmergas engalanadas, muchachas ya crecidas y mujeres, cuyos vestidos adornados con plata y seda resplandecían bajo el sol, bailaban con alegre entusiasmo alrededor del fuego. Los cantos con los que ellos expresaban su sed de libertad, narraban historias del rey Dehak, opresor sangriento, y del hermano Kawa, que subió a los cielos…”. Y otro día de traductor y con Suzan Samanci en persona nos hablaron en Bilbao, en la Bolsa, de aquella s tierras, las suyas, mezcla de ilusión, dolor y vida.

Y lanzó a gobiernos e instituciones en salas y escritos esa pregunta lacerante, también hoy, ¿por qué ser kurdo es un delito? “Mi hija regresó llorando. / Es que la maestra no sabe nada. / Quise mirar en el mapa. / Pero ella me ha dicho: / “Kurdistán no existe”. / Mi hija regresó llorando”. No hace tanto estaba prohibido hablar kurdo, hasta 1991. Y en el caso que los funcionarios oyeran a alguien hablar en kurdo, el culpable debía pagar una lira por cada palabra kurda pronunciada. “Cuando una mujer kurda iba a ver a su hijo o a su marido a la cárcel, debía estar callada, no podía hablar porque no sabía turco, de modo que tan solo les miraba y lloraba”. A principio de los 90, al término de un proceso del tribunal militar de Diyarbakir, una militante kurda, Sakina Cansiz-Polat, que ya había sido condenada a 24 años de cárcel, alcanzó la pena récord de 76 años, entre otras cosas, inculpada de haber querido hablar en kurdo al tribunal. “Nuestra lengua es nuestra historia, es lo que hace que existamos, que seamos un pueblo. Si los kurdos olvidan su lengua, van a perder todo lo que se aprende de los ancianos, de nuestras tradiciones, de nuestros valores…” En 1971 el famoso sociólogo kurdo Ismaïl Besikçi fue condenado a 12 años de prisión por haber afirmado que existe una etnia kurda en su tesis doctoral. Los días 24 y 25 de octubre de 1997, organizado por distintos grupos y asociaciones de intelectuales alemanes, se lanza un grito de rebeldía y denuncia desde Hannover (Alemania): "Appell von Hannover", pidiendo la libertad del profesor y sociólogo turco pro kurdo, Ismail Bisikçi. La respuesta de este hombre honesto turco, que ama y conoce la represión contra el pueblo kurdo en sus carnes, es clara y aleccionadora: "No necesito cartas de lamento y consuelo, se buscan personas que en sus países luchen por la libertad, denuncien a sus respectivos estados por la política de apoyo al gobierno turco en la masacre y etnocidio contra el pueblo kurdo. Se necesita la implicación de personas libres en contra de la barbarie turca".

Besikçi nace en 1939 en un pueblo de la comarca del Çorum, hijo de una familia turca. En sus inicios de profesor y de investigación de sociología conoce la situación de represión y muerte del pueblo kurdo y se solidariza con él. "Pronto me di cuenta que en la Universidad no se podía trabajar tan libremente como me había imaginado. El rector y los decanos se sintieron importunados y molestos con mi trabajo. Ellos colaboraban con el poder y con la represión y yo la denunciaba y combatía. Hablé con los profesores de las facultades de Ciencias Políticas, de Lengua, de Historia y Geografía. Me hicieron ver la peligrosidad del tema y me aclararon que los kurdos son turcos, y que el lenguaje kurdo es un dialecto turco. Me aconsejaron que me valdría más preocuparme de otros temas". Ha sido propuesto a Nóbel de la Paz.

El 24 de septiembre de 1971 el tribunal militar de Diyarbakir y Siirt ordena su detención. Desde entonces su vida ha sido un ejemplo, una caña erguida, una flor y una pena. 61 procesos le aguardan todavía y ha escuchado ya 38 sentencias de condena. Le han acusado de separatista, de hacer propaganda contra la indivisibilidad del estado, patria y nación y por eso le han aplicados leyes antiterroristas.
Besikçi ha sido condenado por el gobierno turco a 198 años de cárcel y a 6.550.746.666 liras turcas. Su delito: haber fustigado con su pluma en sus más de noventa libros la bestialidad y opresión de un gobierno turco que, en su ceguera, no reconoce ni siquiera la existencia de la cultura, de un pueblo kurdo. Todos sus libros, fuera de 4, han sido confiscados inmediatamente de ser publicados. Se le ha condenado por un mismo libro hasta tres veces: por la primera edición, por la segunda y por las palabras de defensa en el juicio en pro de su libro.

El 27 de noviembre de 1978 el PKK, con el mítico Abdulalah Öcalan a la cabeza, anuncia su fundación en Lice, cerca de Diyarbakir, su objetivo la liberación del Kurdistán. La oposición por parte del gobierno turco hasta el día de hoy es feroz. Y ahí siguen. El 15 de Febrero se cumple el 18º aniversario del secuestro-complot internacional contra el líder kurdo Abdullah Öcalan. Kurdos de toda Europa y personas solidarias con la causa kurda participan estos días en la Gran Marcha, que se está llevando a cabo desde Luxemburgo a Estrasburgo entre los días 1 y 11 de Febrero con el eslogan de “Libertad para Öcalan, Estatus político para Kurdistán”.

Un buen día Juan Sorín, acompañado del cineasta Nehmet Aktas, y su proyecto de un film-documental “Canción de Sivan”, nos reunió en Bilbao en el Antzokia para escuchar al gran cantante kurdo Perwer Sivan, nacido en1953 en la provincia de Urfa, al sureste de Turquía y que llevaba 24 años en el exilio. Perwer se ha convertido en un mito no sólo para los kurdos, que viven en Turquía, sino también para los kurdos que viven en Irán, Irak y Siria. Sivan ha padecido en su carrera musical todo tipo de presiones, zancadillas y penalidades. En 1980 fueron incluso ejecutados en Irak algunos por ser oyentes suyos, y en Turquía torturados. Su álbum, “Cuando te esperaba a ti”, fue prohibido. Muchos de los que juegan un papel en el mundo de la música designan a Sivan como “la voz del Kurdistán”. Le Monde declaró a Sivan símbolo de la identidad kurda.


Peter Sivan canta: “¿Quiénes somos nosotros? ¿Quiénes somos nosotros? ¡Nuestro Kurdistán es el país de los medos! ¡El herrero Kawa es nuestro padre común! Él machacó la cabeza de nuestro enemigo Dehhak. ¡Él rompió la cadena que oprimía el cuerpo de los kurdos! El día en que fue aniquilado el tirano, que se alimentaba de nuestra sangre, se convirtió para los kurdos en “Nuevo Día”, fue proclamado el “Newroz”. “¿Quiénes somos nosotros?”.“Nosotros somos kurdos, hey...hey kine em.” “¡Kurdos de cabeza erguida!” Juan Sorín nos trajo la historia, la melodía, la lengua, la cultura, la ilusión y lucha de un pueblo terco y constante en pro de su libertad, el kurdo. Nos trajo la voz de sus gentes y con sus ojos de enamorado nos enseñó a quererles, a abrirles las puertas y a levantar con ellos el puño solidario de la libertad.

Y sí, Juan, cuando llegue el petirrojo de corbata encarnada le echaremos una migaja, sabiendo que tú, con tus labios de granito nos agradecerás.

Eskerrik asko, Juan

 

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