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Euskal Herria :: 30/09/2019

Los sátrapas ‘’en acción’’

J. E.
Una crítica al movimiento popular


En la Antigua Roma, los liberto o liberatus, eran esclavos (gladiadores) a los que les era concedida la libertad, en algunos casos, para acabar como funcionarios de la propia burocracia Romana. Hoy en día, la izquierda (por llamarlo de algún modo) se ha plagado de esclavos liberados como si de una plaga bíblica se tratara.
Estos últimos días, hemos podido ver cómo las ratas de un barco a la deriva llamado Podemos, han abandonado el barco y han construido el suyo propio. En Euskal Herria, hemos podido ver éstos últimos años cómo los trepas se han colocado en las mejores posiciones de la ‘’izquierda soberanista’’. Éste artículo podría ser una crítica a éstos personajillos, sin embargo, he decidido centrarme en el movimiento popular, ya que parece un espejo de la izquierda institucional. Si bien es cierto que en parte podría achacarsele la culpa de la liquidación a la izquierda institucional, es en los ‘’jefes’’ del movimiento en donde quisiera poner el foco.
El movimiento popular, se haya en estado crítico, podemos ver cómo poco a poco se ha ido desclasando y desideologizando hasta acabar en asociaciones culturales y de ocio que ofrecen charlas y conciertos por doquier pero “sin ningún objetivo concreto” (más tarde profundizaremos en la frase entrecomillada). Naturalmente, poco o nada tienen que ver los militantes de base que se ven limitados por los límites que se les impone desde la ‘’dirección’’ de su propio antolakunde. Así, podemos ver un movimiento popular débil sin ningún objetivo en común y en donde cada uno va por su cuenta.

La especialización de por sí, no tiene por qué suponer algo negativo, el problema es que sin un objetivo en común es imposible avanzar a ningún lado. Si bien es cierto que el aventurismo practicista en el contexto actual es absurdo y obtendría los mismos resultados que lo que tenemos ahora, el panorama desideologizado no ofrece ninguna alternativa que no sea la satisfacción personal de “estar haciendo algo” pero que en el fondo es exáctamente lo mismo que no hacer nada.

Antaño, las organizaciones populares tenían sus manuales ideológicos y prestaban importancia a la formación porque había un objetivo común: una Euskal Herria socialista (con todo lo que ésto conlleva: emancipación de la mujer y de la clase trabajadora, una producción para la necesidad y no para el beneficio que reduzca notablemente la contaminación…) Pero, ¿qué tenemos hoy en día? Un movimiento segmentado como si de una operación de marketing se tratara: un internacionalismo abstracto y acrítico, un movimiento feminista interclasista, movimientos en defensa de los presos que han conseguido enfrentar a los presos, organizaciones juveniles que apuestan por el sectarismo y por ser correas de transmisión de las instituciones burguesas etc. Como he destacado antes, la culpa de ésto la tienen única y exclusivamente los dirigentes o jefes de estas organizaciones, claro está, con honrosas excepciones. Pero no es en las excepciones en donde hay que centrarse sino en los sátrapas.

Son éstos sátrapas los que han conseguido liberarse y tener la vida padre mientras que los militantes de base trabajamos y militamos pagando religiosamente las cuotas y generando dinero para éstos liberados que no dudan en exigirte un sacrificio para que su vidorra no tenga cese. Todo movimiento revolucionario requiere de liberados o revolucionarios profesionales dicho en terminología leninista que dediquen su tiempo completo a la revolución, sin embargo, éstas hábiles lagartijas que han escalado las paredes rocosas y se han colocado en lo más alto de ellas no parecen hacer absolutamente nada. A un servidor no le viene una y otra vez más que la misma pregunta: ¿han visto dichas señoras y señores alguna vez una revolución? Aunque quizás la pregunta debería ser si dichos personajillos piensan realmente en una revolución, ya que, viven de la plusvalía que generan los militantes mediante venta de material, turnos de txosnas, organización de eventos y demás como si de burgueses se tratara.

El panorama es, y más teniendo en cuenta las venideras crisis politicas y económicas, totalmente desolador. Si queremos cambiar las cosas, debemos ser los militantes de base conscientes de nuestra condición de clase los que demos un golpe en la mesa, los tiremos de la atalaya y redirijamos nuestras fuerzas hacia una Euskal Herria socialista.

 

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