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Venezuela, Venezuela :: 19/03/2019

El golpe se desinfla, el pueblo se fortalece mientras el imperialismo acecha

Adrián Sotelo Valencia
La operación del golpe de Estado estaba perfectamente planeada

Después del fracaso del intento de introducir la llamada “ayuda humanitaria” — consistente en realidad en alambres de púas, máscaras, abrojos o “miguelitos” para reventar neumáticos y otros insumos y artefactos violentos para las guarimbas, más alguna que otra pasta dentífrica — los ataques terroristas contra el sistema eléctrico venezolano tenían como objetivo generar un clima de convulsión social, de caos y de anarquía que fuera aprovechado por las fuerzas internas de la ultraderecha con el fin de deponer al gobierno constitucional de Nicolás Maduro Moros e imponer uno golpista de “transición” forzada en función de los intereses militares y geoestratégicos de EEUU.
Fue suficientemente demostrada la participación en ese evento del régimen norteamericano, particularmente, del señor John Bolton, encargado de Seguridad de la Casa Blanca. Pero obviamente con el total apoyo de sus altos funcionarios, desde Donald Trump - aparentemente el mandamás - hasta el senador de ultraderecha y rabioso anticomunista Marco Rubio.
Así lo declaró el Ministerio de Exteriores de Rusia al sostener que el apagón (golpe eléctrico), que dejó a oscuras a Venezuela, se organizó desde el extranjero, “...por personas con conocimiento del sistema eléctrico del país sudamericano”. Y agregó que “Todos los algoritmos de operación y puntos vulnerables de los equipos de esos sistemas fueron bien conocidos por el organizador directo de la agresión" (RT, 15 de marzo de 2019).
Contradiciendo al "presidente" bufo Guaidós quien en su momento afirmó que el intento frustrado de magnicidio contra el presidente Maduro había sido un “montaje” y después de que por siete meses todos los diarios de la derecha mundial lo negaron, sin embargo un individuo, no identificado, presunto autor, junto con otros, del fallido atentado del 8 de agosto del año pasado contra el presidente Nicolás Maduro, confesó a la cadena anti-venezolana y sediciosa de noticias CNN que los drones se compraron por internet y que la operación se fraguó en Colombia
(Véase: Video de CNN en Español, “Detalles exclusivos del plan para asesinar a Maduro con drones en agosto”, 14 de marzo de 2019, en: https://cnnespanol.cnn.com/2019/03/14/detalles-exclusivos-del-complot-para-asesinar-a-maduro-con-drones/).
Fue necesario, pues, que una cadena pro-yanqui, de derecha, mercantil, reconociera el carácter real del magnicidio frustrado para que el "inocente público escéptico" aceptara este hecho como cierto (lo que no hubiera ocurrido si se tratara, por ejemplo, de Telesur; lo que, por otro lado, desmiente y desecha las declaraciones del conjunto de la oposición y de su presidente bufo que lo negaron a pesar de su implicancia.
Ambos hechos demuestran fehacientemente que la operación del golpe de Estado estaba perfectamente planeada y coordinada desde y por EEUU, Colombia y Venezuela, aquí por los elementos de la llamada oposición como en su momento, por cierto, lo denunció el gobierno bolivariano.
Todo este enjambre de acontecimientos, desde las guarimbas, los constantes sabotajes al transporte público y al suministro de productos básicos; contra escuelas y hospitales, la guerra económica y el bloqueo financiero; la acción contraria al pueblo y al gobierno venezolano por parte de los medios corporativos de (des)comunicación, etc. está encaminado a provocar, mediante el golpe de Estado, la caída del gobierno constitucional como cínicamente lo reconocen sus artífices.
Pero hasta ahora no lo han logrado y creo que difícilmente lo van a lograr sobre todo en la medida en que pase el tiempo y permanezca en el poder el presidente constitucional y su bloque histórico de poder construido desde hace dos décadas.
Por el contrario, dialécticamente han provocado, con cada acción intervencionista y de declarada violencia, una mayor unidad y cohesión tanto entre las fuerzas militares, como en el pueblo organizado que, más que desbandarse en la desesperación de la oscuridad, la escasez provocada y la protesta social, que pudiera ser legítima en estas circunstancias — de hecho se registraron uno o dos episodios aislados de saqueos — ha mantenido la cordura en el entorno del entendimiento y de la conciencia de que la situación de crisis energética — que exacerbó la ya de por sí frágil situación económica y las problemáticas del país derivadas en materia alimentaria, de salud, de divisas y de financiamientos a proyectos sociales — estaba enmarcada en la estrategia golpista más que, exclusivamente, en causas “endógenas” (como la antigüedad de las instalaciones, la falta de mantenimiento y de inversión), como afirma una organización aparentemente de “izquierda“ como Marea Socialista (véase “Frente a la situación de emergencia eléctrica ¡Ante el apagón, comisión investigadora independiente!”, https://www.rebelion.org/noticia.php?id=253615, 15 de marzo de 2019).
En efecto está organización rechaza los dichos del gobierno venezolano respecto a las causas del golpe eléctrico cuando afirma que: “El gobierno atribuye el mega-apagón que comenzó el jueves a un ‘sabotaje’ perpetrado desde los EEUU a la hidroeléctrica Guri, la más grande del país... Sin embargo, los trabajadores y algunos expertos han atribuido las fallas a la falta de mantenimiento, la desinversión y la corrupción”. Sorprendentemente plantea que “...se nombre una comisión investigadora independiente del gobierno y de los intereses intervencionistas en la que los trabajadores de Corpoelec tengan la participación más preponderante. Que verifiquen la situación, reclamen y recauden la información que les permita presentar un plan de emergencia. Conocer lo que realmente pasa, informen al pueblo y propongan soluciones bajo supervisión de los trabajadores”.
Aquí es importante preguntar: ¿quién nombra a esa comisión al margen de gobierno y cuáles serían los otros actores participantes? ¿Quién y cómo ejecutarían los resultados de dicha comisión?
Es evidente que, al fijar las causas del desastre eléctrico a situaciones endógenas, derivadas meramente de la corrupción, etc., de manera directa o indirecta, implícita o explícita, se exculpa tanto al régimen imperialista de EEUU, como a las fuerzas internas apátridas de la derecha del país, concluyendo que, efectivamente, el presidente bufo tenía la razón porque se trató de un “montaje”.
Esta posición política no ayuda para internarse en el profundo y variado caudal de causas y determinantes que desencadenan el actual (intento) de golpe de Estado permanente en curso. Por el contrario, echa tierra al fuego para incinerarlas y, en su lugar, colocar apenas los efectos que, si bien pudieran ser ciertos como la corrupción, la falta de mantenimiento o de inversión, sin embargo, a la par son un producto de contradicciones y condicionantes más profundos donde interactúan, sobredeterminando, la acción-intervención imperialista y la lucha de clases interna del país auspiciada de manera sobresaliente por la oligarquía interna y la llamada oposición de ultra derecha. Factores que, generalmente, son desconsiderados en los análisis de la izquierda reformista y, aún, de la autodenominada anticapitalista que no consigue entrever las mediaciones del conflicto imperialista y de la lucha de clases en el contorno de la geopolítica internacional y, en particular, de EEUU.
Mientras tanto, este no quita el dedo del renglón de su agresión sistémica para apoderarse del país, de sus recursos naturales y destruir el “mal ejemplo” y el efecto demostración del chavismo y el bolivarianismo en un mundo capitalista en crisis y decadencia, ante lo que, en franca resistencia y respuesta, el presidente Maduro encabezó, el 15 de marzo, la jornada de preparación de los Ejercicios Cívico-Militares "Ana Karina Rote 2019", que se desarrollaron el fin de semana en todo el territorio nacional con el objetivo de blindar el sistema hidroeléctrico del país ante la posibilidad de nuevos ataques externos, mientras que para celebrar la victoria ante el sabotaje al sistema eléctrico y en apoyo al Gobierno el pueblo bolivariano celebró la Marcha de la Victoria en coincidencia con el desarrollo de innumerables manifestaciones de apoyo y solidaridad con la causa venezolana en varias ciudades y capitales del mundo, incluyendo a los mismos EEUU.

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