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Medio Oriente, Medio Oriente :: 28/05/2025

El papel de Microsoft en Gaza va mucho más allá del bloqueo del correo electrónico de la CPI

Robert Inlakesh
Le bloqueó el acceso a su cuenta de correo oficial de la CPI justo cuando formalizaba los cargos contra los principales líderes sionistas

La semana pasada, los titulares brillaron con un acontecimiento impactante: Microsoft bloqueó el acceso al correo electrónico del principal fiscal de crímenes de guerra del mundo. Karim Khan, presidente de la Corte Penal Internacional (CPI), se había atrevido a perseguir a funcionarios israelíes por crímenes de guerra y fue silenciado digitalmente al instante. Sus cuentas fueron congeladas. Su nombre fue difamado, su poder despojado.

Parecía una venganza mezquina. Pero no fue solo eso. Fue la última jugada de una campaña coordinada, respaldada por Washington, Tel Aviv y Silicon Valley, para destruir al único tribunal dispuesto a desafiar la impunidad israelí.

Y Microsoft está en el centro de todo esto.

Mientras la prensa estaba obsesionada con el bloqueo del correo electrónico, pocos prestaron atención a lo que vino antes: una guerra de información entre EEUU e Israel contra la CPI (más aquí)

Tras el anuncio de la corte de órdenes de arresto contra funcionarios de Hamás e Israel por crímenes de guerra en Gaza, las autoridades estadounidenses se pusieron en marcha. Biden calificó la decisión de «indignante». Los legisladores amenazaron con sanciones. Netanyahu calificó a la corte de «antisemita».

A pesar de la indignación, las órdenes de arresto reflejaban una proporción de 3 a 2: Yahya Sinwar, Ismail Haniyeh y Mohammed al-Deif, de Hamás; el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, y el primer ministro Netanyahu.

Los tres líderes palestinos fueron asesinados. Los funcionarios israelíes permanecen intactos.

Y entonces llegó el golpe de gracia: el gobierno estadounidense sancionó al propio Khan. Sus cuentas bancarias fueron congeladas y sus aliados recibieron una advertencia: si lo ayudaban, se enfrentarían a cargos criminales.

Tampoco era la primera vez. En 2002, el Congreso aprobó la Ley de Protección de los Militares Estadounidenses, más conocida como la Ley de Invasión de La Haya. Esta ley autoriza al presidente a enviar tropas a los Países Bajos si algún funcionario estadounidense o aliado es detenido por un tribunal.

Pero mientras EEUU gestionaba las amenazas y la presión, Microsoft desempeñó un papel más sutil. Según Khan, la compañía le bloqueó el acceso a su cuenta de correo electrónico oficial de la CPI justo cuando formalizaba los cargos contra los principales líderes israelíes. Para muchos, el momento no fue casualidad: fue un mensaje.

Un oficial del régimen israelí usa las gafas HoloLens de Microsoft durante pruebas militares en Ramat Gan, Israel.

Tras el 7 de octubre, Microsoft firmó nuevos contratos por valor de 10 millones de dólares con el ejército israelí. A través de un programa secreto llamado «Proyecto Azure», la compañía proporcionó infraestructura a las unidades de inteligencia y la fuerza aérea israelíes, incluidas las Unidades 8200 y 81. Estas son las mismas unidades que elaboran las «listas de eliminación» en Gaza.

La compañía guardó silencio hasta hace poco, cuando admitió haber brindado «apoyo de emergencia» a Israel. Sin embargo, insistió en que no había «pruebas» de que su tecnología perjudicara a civiles.

Eso no es todo. Microsoft invirtió previamente 78 millones de dólares en la empresa israelí de vigilancia AnyVision, cuya tecnología de reconocimiento facial se desplegó en Cisjordania. También impulsó una aplicación desarrollada por el ejército israelí, «Al Munaseq», que espía a los titulares de permisos palestinos. Sus sistemas en la nube procesaban sus datos telefónicos privados.

Peor aún, Microsoft ha estado llenando sus filas superiores con veteranos de la Unidad 8200 de Israel, insertando de hecho una agencia de inteligencia extranjera en el núcleo de una de las corporaciones más poderosas de EEUU y construyendo sus próximos centros de datos en Israel (más aquí).

Mientras la CPI es saboteada desde arriba, la resistencia se gesta desde dentro. El 4 de abril, dos empleados de Microsoft, uno de ellos denunciante, interrumpieron la celebración del 50.º aniversario de la compañía, acusándola de complicidad en genocidio. Ambos fueron despedidos.

Luego, en la conferencia Build 2025, el ingeniero palestino Joe Lopez interrumpió al director ejecutivo Satya Nadella a mitad de su discurso: «¡Mi gente está sufriendo!». La seguridad lo sacó a rastras. Un día después, otro manifestante silenció a gritos una conferencia magistral: «¡No a Azure para el apartheid!». Los manifestantes en el exterior ondeaban banderas palestinas y exigían respuestas.

Estas manifestaciones fueron organizadas por el grupo No Azure for Apartheid, que ha estado documentando cómo las herramientas de Microsoft ayudan a Israel a librar una guerra. Dentro de la empresa, quienes denuncian el abuso se enfrentan a represalias.

Mientras tanto, Netanyahu se regodea. «El fiscal debería estar preocupado por su estatus», dijo tras el anuncio de las órdenes de arresto. Esa amenaza ha quedado atrás.

Muchos críticos del papel descomunal de Microsoft en la guerra de Israel argumentan que cuando un estado extranjero y sus aliados en Silicon Valley pueden paralizar un tribunal internacional con el clic de un botón, no es solo Gaza la que está bajo asedio, sino nuestras instituciones, nuestra tecnología y nuestra soberanía.

mintpressnews.com. Traducido del ingles por Marwan Perez para Rebelión.

 

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