EEUU se rinde y cesa los ataques contra Yemen


Tras dos meses de ataques continuados contra Yemen, EEUU ha anunciado su decisión de abandonar la costosa campaña militar. Donald Trump ha tratado de enmascarar esta medida como parte de un acuerdo de alto al fuego, pero la realidad es que los bombardeos han sido un estrepitoso fracaso que han resultado en un enorme gasto para el Pentágono.
Por el contrario, la retirada unilateral de EEUU supone una victoria para el gobierno del Consejo Político Supremo de Yemen, liderado por el movimiento Ansar Alá, también conocido como los hutíes. No solo ha conseguido resistir la presión de la coalición liderada por Washington para que abandone a la Franja de Gaza en medio del genocidio perpetrado por Israel, sino que también ha logrado dividir a su enemigo, aislando a Tel Aviv en un momento en el que está intensificando su campaña de bloqueo.
Una victoria para el movimiento Ansar Alá
El día 6 de mayo por la tarde, Trump declaró ante la prensa en el despacho Oval: "[Los hutíes dijeron] que no quieren luchar más, honraremos eso y detendremos los bombardeos, han capitulado [...] Dijeron: «Por favor, no nos bombardeéis más y no atacaremos vuestros barcos»”. El presidente republicano anunciaba de esta forma la suspensión de los ataques aéreos en Yemen. Washington ha tratado de presentar este resultado como una victoria, ya que los barcos estadounidenses podrán volver a navegar por el mar Rojo.
Sin embargo, esto nunca fue sobre EEUU, sino sobre Israel. Fue la potencia norteamericana quien inició los bombardeos contra Yemen para interrumpir el bloqueo naval impuesto al Estado hebreo por los hutíes en respuesta al genocidio en la Franja de Gaza. El grupo yemení sostiene que dejará de atacar los barcos militares estadounidenses si Washington detiene su campaña, pero que "definitivamente continuaremos nuestras operaciones de apoyo a Gaza”. El movimiento Ansar Alá ha sido claro en este sentido, cuando el 1 de marzo lanzó un ultimátum para que el ejército sionista levantase el asedio sobre Gaza, dando cuatro días para su cumplimiento. Ese día, Israel había roto el alto al fuego al bloquear la entrada de toda ayuda humanitaria al territorio palestino con el objetivo de forzar una hambruna que sigue en pie más de 60 días después.
Al terminar el ultimátum, los hutíes reimpusieron su bloqueo naval contra Israel. Las acciones posteriores dependieron enteramente de la reacción del resto de actores regionales. Si ha habido un enfrentamiento con EEUU, esto se debe a que la Casa Blanca tomó la decisión de iniciar una campaña de ataques contra Yemen en asistencia a Tel Aviv el 15 marzo. No obstante, al igual que con la administración Biden hace más de un año, la de Trump ha sido incapaz de reducir el compromiso de los combatientes yemeníes.
Los ataques a buques comerciales han estado vinculados a cumplir este bloqueo contra el Estado hebreo, pero no han sido el principal objetivo. Los países que no han interferido en las operaciones yemeníes no se han visto afectados. De hecho, aunque la administración Trump ha caracterizado los ataques de los hutíes como dirigidos contra embarcaciones de navegación comercial estadounidenses, la realidad es que las acciones contra EEUU han tenido como blanco principal buques de guerra y drones implicados en los bombardeos sobre Yemen.
Han atacado destructores estadounidenses con misiles de crucero, drones y misiles antibuque. El último ataque hutí conocido contra embarcaciones comerciales estadounidenses se produjo en diciembre de 2024, antes de la toma de posesión de Trump, cuando buques de guerra estadounidenses escoltaban a tres navíos con bandera estadounidense en ruta hacia Yibuti.
Desde el ascenso al poder de Trump, en enero de 2025, no se han producido nuevos ataques de este tipo, ya que la operación yemení ha resultado tan efectiva que la mayoría de los buques comerciales han sido disuadidos de ingresar en las aguas del mar Rojo.
Los ataques contra las fuerzas estadounidenses no respondían a una lógica propia, sino que eran subsidiarios a su papel de apoyo a Israel y su agresión contra Yemen. En suma, el “acuerdo” puede resumirse de la siguiente forma: los hutíes dejarán de atacar barcos estadounidenses en el mar Rojo y EEUU dejará en paz a Yemen para continuar con su bloqueo contra Israel. Los hutíes han seguido en todo momento este principio de autodefensa y no tienen ningún interés en concentrar sus esfuerzos en atacar a la potencia norteamericana en este momento.
De esta forma, el movimiento Ansar Alá ha demostrado cumplir su promesa: tanto durante el alto al fuego iniciado en enero como posteriormente, el frente de solidaridad con Palestina se ha abierto y cerrado en coordinación con las fuerzas de la resistencia y en función de sus necesidades. Esta es, según su lógica, la mejor forma en la que pueden apoyar al pueblo palestino: no insistiendo en una escalada militar innecesaria, sino calibrando sus fuerzas y utilizándolas para mantener el frente abierto contra Israel, generando, al mismo tiempo, una brecha con EEUU.
Ya en abril, un alto dirigente de Ansar Alá dijo a Drop Site News que, si EEUU pone fin a su campaña contra Yemen, las fuerzas hutíes se comprometerían a detener todos los ataques contra buques estadounidenses en la región. “No nos consideramos en guerra con el pueblo estadounidense”, declaró Mohammed al-Bukhaiti, miembro del buró político de Ansar Alá y portavoz de los hutíes: “Si EEUU deja de atacar Yemen, cesaremos nuestras operaciones militares contra él”. Como han declarado mediante su oficina de prensa:
“Nuestras operaciones militares de apoyo a Gaza no cesarán hasta que cese la agresión contra Gaza y se levante el bloqueo que pesa sobre sus residentes, permitiendo la entrada de alimentos, medicinas y combustible. En cuanto a nuestros ataques a EEUU, se enmarcan en el derecho a la autodefensa. Si cesan sus ataques contra nosotros, nosotros cesaremos nuestros ataques contra ellos. Esta postura también se aplica a Reino Unido.
Estamos comprometidos con nuestras operaciones de apoyo a Gaza, independientemente de los sacrificios que nos cueste. Si EEUU persiste en sus operaciones de apoyo a la entidad sionista, aunque sean inmorales, la única forma de detener la guerra y evitar una escalada es que EEUU presione a Benjamin Netanyahu para que respete los términos del acuerdo de alto el fuego. En ese momento, detendremos todas nuestras operaciones militares en el mar Rojo y en las profundidades de la entidad sionista".
Los objetivos de EEUU en Yemen
Igual que Joe Biden, la nueva administración republicana ha fracasado en su intento de derrotar a Ansar Alá. A principios de abril, el medio The New York Times informó de que en tan solo tres semanas el Pentágono había utilizado municiones por valor de 200 millones de dólares en la Operación Rough Rider. En reuniones informativas a puerta cerrada, funcionarios del Pentágono han reconocido que el éxito en la destrucción del vasto arsenal de misiles, drones y lanzaderas de los hutíes, en gran parte subterráneo, ha sido limitado.
El coste total podría superar con creces los 1.000 millones de dólares. Si hubiera querido continuar con las operaciones, lo más seguro es que el Pentágono habría tenido que solicitar fondos suplementarios al Congreso. EEUU ha tenido que utilizar tantas municiones de precisión –especialmente las avanzadas de largo alcance– que algunos planificadores de contingencias del Pentágono llegaron a preocuparse por las existencias totales de la Armada y las implicaciones para cualquier situación en la que Washington tuviera que intervenir en un conflicto entre Taiwán y China.
Mantener las operaciones en Yemen era insostenible. En el curso de las mismas, EEUU ha perdido 22 drones MQ-9 Reaper –cada uno vale alrededor de 30 millones de dólares– y tres cazas de combate F/A-18 Hornet –con un valor aproximado de 55 millones de dólares por unidad–. En total, las operaciones de la potencia norteamericana en la región, incluido Yemen, ya han costado al gobierno estadounidense 4.860 millones de dólares en el curso de 18 meses.
Washington incluso amplió el despliegue de la operación con el envío de un segundo portaaviones, el USS Carl Vinson, para dar apoyo al grupo de ataque del portaaviones USS Harry S. Truman, que en las dos últimas semanas ha perdido dos cazas Hornet al tener que realizar maniobras de evasión para evitar ser golpeado por los hutíes. El Pentágono también desplegó seis bombarderos B-2 en la base aérea estadounidense de Diego García, en el océano Índico, un tercio de toda su flota.
Por otro lado, a pesar de que el CENTCOM sostiene haber golpeado más de 800 objetivos en Yemen, lo cierto es que muchos de ellos no eran militares de ningún tipo. Esto refleja uno de los principales problema de la operación: la falta de inteligencia. EEUU no cuenta con muchos activos locales para recabar la información y compilar objetivos.
Esto ha provocado episodios en los que se han utilizado fuentes abiertas para determinar objetivos militares. En uno de los casos, resultó en el asesinato de ocho civiles, incluida una mujer y un niño, después de una cuenta de X publicase una foto satélite de unas viviendas donde aseguraba que había una base subterránea de los hutíes. El CENTCOM confirmó al periodista Ryan Grim que ha obtenido objetivos militares por este tipo de métodos, sin al parecer verificar la información.
EEUU simplemente se ha dado cuenta que continuar con esta guerra no tiene sentido, optando por la vía pragmática y dejando a Israel en la estacada. La potencia norteamericana ha terminado por ceder porque no puede doblegar la voluntad de los hutíes. No obstante, si escarbamos algo más, podemos entender mejor la motivación de Washington.
En las filtraciones de Signal sobre los ataques en Yemen, se puede leer cómo el secretario de Defensa, Peter Hegseth, reconocía que “[esto] no se trata de los hutíes. Yo lo veo como dos cosas: 1) restablecer la libertad de navegación, un interés nacional básico; y 2) restablecer la disuasión, que Biden destrozó”.
El objetivo ha sido crear una narrativa y en eso la administración Trump puede haber tenido éxito, aunque el resto haya sido un fracaso. Ahora puede proclamar que ha restaurado la “libertad de navegación”, a pesar de que el bloqueo naval, y ahora aéreo, sigue en pie. También puede presumir de haber restablecido la disuasión, a pesar de que nada ha cambiado y que la posición de los hutíes se ha reforzado. Este acto era importante porque existían “dos riesgos importantes en esperar: 1) que esto se filtre y que parezcamos indecisos; 2) que Israel tome la iniciativa y ataque primero y no podamos iniciar esto en nuestros propios términos”.
Como Washington ha podido mantener la iniciativa, ha conseguido un resultado aceptable para sus objetivos, aunque vergonzoso para su posición estratégica. El propio Trump ha alabado la valentía de los combatientes yemeníes: “Les golpeamos muy fuerte. Tienen una gran capacidad para soportar el castigo. Soportaron un castigo tremendo. Se puede decir que hay mucha valentía. Fue increíble lo que soportaron. Pero honramos su compromiso y su palabra”.
El contexto regional en Oriente Medio
La mediación de Omán en este alto el fuego indica con claridad la dirección que está tomando el proceso. La decisión está en armonía con la continuación de las negociaciones nucleares con Irán –a las que Israel se opone– y busca crear un clima propicio de cara a la visita de Donald Trump a la península Arábiga. El presidente estadounidense estará en Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes Unidos, pero no en Tel Aviv, que queda excluido. Trump asegura que hará un anuncio "muy, muy grande" y "positivo" antes del viaje, pero no especificó qué.
En el golfo Pérsico hay poco apetito para un enfrentamiento con Irán y, a diferencia de en 2015, se apoya un acuerdo nuclear y una resolución pactada a la guerra civil de Yemen, de donde Arabia Saudí desea retirarse.
Por lo tanto, marginando a Israel, se pueden estar creando las condiciones para un importante acuerdo con Irán. El alto al fuego con los hutíes ya supone un duro golpe para el gobierno yemení apoyado por Riad, que lleva semanas buscando el apoyo de EEUU para lanzar una nueva ofensiva contra el gobierno liderado por Ansar Alá. Washington ha negociado directamente con Teherán, pasando por encima de ellos.
Según fuentes diplomáticas, la potencia norteamericana transmitió a los hutíes tres condiciones en Mascate para detener las operaciones militares: el cese de todos los ataques contra buques estadounidenses, comerciales o militares; dejar de atacar a Israel; y reanudar las conversaciones de paz en el marco de la hoja de ruta liderada por Arabia Saudí.
Esta claro que Ansar Alá se mantuvo firme y sólo aceptó la propuesta que ellos mismos habían realizado. Sin embargo, ese tercer punto indica la posibilidad de un acuerdo amplio que reduzca las tensiones y asegura la continuidad de los acuerdos entre Irán y Arabia Saudí, pudiendo producirse una salida saudí del conflicto a cambio del reconocimiento del gobierno hutí en Saná.
De esta forma, la retirada unilateral de EEUU de su fallida campaña en Yemen hace totalmente inviable cualquier futura ofensiva terrestre contra Ansar Alá por parte de fuerzas proxy locales, mientras que Israel se queda ahora solo en su intento de detener los ataques yemeníes.
descifrandolaguerra.es