La ley del más fuerte

Trump ha declarado que «la guerra en Ucrania no es [su] problema». Y de hecho es cierto, en la medida en que esa guerra se inició en 2014, con el golpe de la plaza Maidan, bajo la batuta de la administración del entonces presidente Barack Obama, con Joe Biden como vicepresidente de EEUU.
Pero también está el hecho que el presidente Trump, después de haberse comprometido durante su campaña electoral a poner fin a la guerra negociando directamente con el presidente Putin, no lo ha hecho, pero sigue suministrando armas a Kiev desde que Zelenski firmó el acuerdo que permitiría a EEUU explotar los recursos minerales de Ucrania. Al mismo tiempo, la OTAN, en suyo seno Washington mantiene el mando, prosigue su escalada belicista contra Rusia.
En ese contexto aparece el 17º paquete de "sanciones" de la Unión Europea contra Rusia -los dirigentes de la UE anunciaron incluso que ya están preparando un 18º paquete de medidas contra Rusia. Y, al mismo tiempo, la Unión Europea proporciona a Kiev un apoyo financiero creciente con el que sigue alimentando la guerra contra Rusia. Ese apoyo europeo ya se eleva, por ahora, a 148 000 millones de euros, suma que incluye más de 50 000 millones destinados a objetivos directamente militares, como la compra de armamento y el entrenamiento de las tropas ucranianas. A todo eso hay que agregar el gasto militar en constante aumento de los países europeos miembros de la OTAN.
El gasto militar anual de Italia para el año 2025 alcanza los 35 400 millones de euros, lo cual representa un promedio diario de 97 millones. Dentro de poco, en función del compromiso contraído en el seno de la OTAN, Italia tendrá que incrementar ese promedio diario de gasto militar hasta 124 millones.
Por otro lado, a los actuales 35 000 millones de euros anuales de gastos militares se agregan las cantidades destinadas a la compra de armamento nuevo, una suma que ya sobrepasa los 70 000 millones de euros y que sigue aumentando. Se trata de un enorme gasto de fondos públicos, en detrimento de los gastos sociales, precisamente en un momento en que las "sanciones" contra Rusia están teniendo un efecto de bumerang, que perjudica a las empresas europeas pequeñas y medianas así como a las familias europeas, debido al aumento de los precios de la energía.
La carrera armamentista no sólo concierne el armamento "convencional" [las armas no nucleares] sino que se extiende a los arsenales nucleares. Francia y Polonia han concluido un acuerdo denominado de «defensa nuclear» y ese documento estipula que Francia puede entregar armas nucleares a Polonia, armamento que Polonia utilizaría bajo un control de Francia. Y es muy posible que Polonia ya tenga actualmente en su territorio las nuevas bombas nucleares B61-12, que EEUU ya desplegó en Italia, en Alemania, en Bélgica y en los Países Bajos. Como ya lo hizo en Polonia, el presidente francés Emmanuel Macron también está ofreciendo el "paraguas nuclear" de Francia a todos los países de la Unión Europea.
Al mismo tiempo, el presidente estadounidense Donald Trump anuncia la creación inminente de un «escudo espacial», el Golden Dome, a un costo de 175 000 millones de dólares. Según el presidente Trump, el Golden Dome sería «capaz de interceptar misiles lanzados desde cualquier lugar del mundo». Pero el Golden Dome es más que un sistema de defensa antiaérea ya que un país dotado de un "escudo" podría creerse capacitado para atacar "preventivamente" otro país, apostando a la capacidad de su "escudo" para detener cualquier represalia del enemigo atacado.
Y no es por casualidad que, al mismo tiempo que se anunciaba el proyecto de "escudo" estadounidense, Washington haya anunciado también la fabricación anticipada de la primera bomba atómica del tipo B61-13, un artefacto 24 veces más poderoso que la bomba que EEUU lanzó sobre Hiroshima, un arma de «first strike» (primer golpe), supuestamente capaz de penetrar profundamente en el suelo para destruir con su explosión los búnkeres de los centros de mando enemigos.
Por supuesto, Rusia y China seguramente tomarán sus propias medias de respuesta... lo cual va a traducirse en la consiguiente aceleración de la carrera armamentista en el campo de las armas nucleares.
Grandangolo