LGB sin T: una división al servicio de las derechas

A finales de septiembre de este año, tuvo lugar la fundación de LGB International, una agrupación que nuclea a organizaciones LGB de más de 15 países. Según declaran sus fundadores, el objetivo principal de la fundación consiste en recuperar los fundamentos originarios del activismo de gays, lesbianas y travestis, marcando distancia con un movimiento LGTTBIQ+ que, aseguran, ha relegado las luchas por los derechos centrados en la orientación sexual para darle preeminencia a la agenda centrada en cuestiones de género, alejándose del espíritu inicial del movimiento.
Esta fundación supone el salto a la esfera internacional de divisiones que venían produciéndose a escala nacional. La primera de estas agrupaciones data del año 2019. Fundada en Gran Bretaña, LGB Alliance despertó polémica al lograr –en el marco del gobierno conservador de Boris Johnson- su inscripción como organización benéfica en el año 2021.
Esta agrupación iniciática fue una de las principales impulsoras de LGB International. El video inaugural de esta última organización consiste en una “Declaración de Independencia LGB” que muestra a personas lesbianas, gays y bisexuales de distintos países enumerando los motivos que justifican su creación. “Estamos cansados de personas que no son gays, lesbianas ni bisexuales hablando por nosotros”, “Declaramos la independencia LGB porque los derechos que nos ha costado tanto conseguir están siendo amenazados por la identidad de género”, “…porque estamos cansados de los pronombres”, “…porque los espacios de lesbianas ahora admiten hombres”, “…porque no existe algo así como lo no-binarios”, “…porque las organizaciones LGTB han traicionado las luchas centradas en la orientación sexual”.
Lo que más despierta la atención en esta declaración de independencia es el hecho de que esta se declara no en contra de la heteronormatividad, sino que se trata de una independencia respecto al activismo LGTTBIQ+. Al parecer, la nueva organización ubica la principal opresión no en el sistema heteronormativo, sino en el movimiento del cual se escinde.
Pese a que sus principales referentes han procurado defenderse de las acusaciones que los ligan a las posiciones de las derechas extremas, la confluencia resulta más que elocuente. De hecho, los discursos y las actividades de las organizaciones nucleadas en LGB International muestran un mayor empeño en desacreditar las luchas y derechos conquistados por las comunidades travestis y trans que por seguir luchando para ampliar los derechos de gays, lesbianas y bisexuales.
La línea activista que más han desarrollado consiste en la difusión de testimonios de “detransitioners”: personas que se han arrepentido de su cambio de género y que se presentan como víctimas de una suerte de presión ambiental que las condujo a una decisión prematura que luego han debido revertir. Este tipo de testimonios son ampliamente difundidos, también, por influencers de la extrema derecha.
El conjunto de los argumentos que esgrime la “Declaración de Independencia LGB” coincide, casi sin excepciones, con el abanico de planteos levantados por los extremismos de derecha. Empezando por la reivindicación del sexo natural contrapuesto a la idea de una construcción cultural del género, continuando con la crítica a procesos de transición que confunden las fronteras entre géneros y habilitan a personas asignadas el género masculino al nacer a ocupar espacios que debieran estar, según ellos, solamente reservados a personas “auténticamente” mujeres.
Por sobre todas las cosas, la confluencia se hace patente al delinear la imagen de un movimiento LGTTBQI+ que funcionaría únicamente como lobby, uno de los estereotipos más taquilleros de las extremas derechas. En esta cruzada, encuentran el apoyo de madres y padres de personas con “disforia de género” que se oponen a las leyes de identidad de género, así como a la implementación de la Educación sexual integral en las escuelas.

Esta división del movimiento hunde sus raíces en diferencias que no son novedosas. Sus gérmenes pueden rastrearse incluso en las polémicas entre las protagonistas de los feminismos de la década del sesenta del siglo pasado y las activistas lesbianas de aquél período. She s beautiful when she s angry, documental que narra las luchas de los feminismos de aquél período, recoge algunas de estas fricciones que, con matices, pueden considerarse un antecedente de las disputas actuales.
Lo novedoso, sin embargo, resulta el hecho de que estas divisiones se institucionalicen a escala internacional, cristalizando una división que no hace otra cosa –justo en esta coyuntura- que llevar agua al molino de los extremismos de derecha, en medio de su avanzada por estigmatizar las luchas disidentes. Se trata de una cisura hecha a la medida de una extrema derecha que puede parecer dispuesta a mantener de momento los derechos de gays y lesbianas –aun cuando, en la retórica, tienda a estigmatizarlos-, para centran inicialmente su ofensiva en la población travesti-trans. Tal como está sucediendo en el Estados Unidos de Donald Trump, en donde una Corte Suprema ávida de congraciarse con el mandatario ha confirmado la medida que da marcha atrás con la posibilidad de identificarse, en el pasaporte, con el género autopercibido, debiendo de ahora en más marcar la opción que corresponde al género asignado al nacer, exponiendo a personas trans a la humillación de portar un documento y ser llamadas por un nombre que no se corresponde con su expresión de género.
Hasta el momento, ninguna organización argentina forma parte de LGB International. Sin embargo, su fundación despertó entusiasmo, por ejemplo, en Manada Argentina, una comunidad de “Madres de Niñas/os y Adolescentes con Disforia de Género” que, contando con el apoyo de la vicepresidenta Victoria Villaruel, recibió en 2024 el Premio a la labor en Derechos Humanos, otorgado por el Senado de la Nación, en virtud de su labor de protección a las infancias y adolescencias.
Esta organización celebró en sus redes la fundación de la LGB International, compartiendo la “Declaración de Independencia LGB”, señalando que “esta es una declaración de independencia del colectivo LGB distanciándose del activismo queer que tanto daño ha provocado con su ideología de género sobre todo en menores, jóvenes y adultos vulnerables”, tal como se lee en su cuenta de Instagram.
Se trata de una organización con un marcado sesgo anti-kirchnerista en la que se comparten, por ejemplo, videos de influencers como Agustín “El Presto” Prestifilippo, un personaje que durante el último tiempo ha marcado distancia con Javier Milei y afinidad con la figura de su vicepresidenta. Al mando de esta última, el Senado se ha transformado en una institución que ha cobijado debates en contra de la ley de identidad de género y de la educación sexual, convocando organizaciones católicas ligadas a una militancia derechista.
Es el caso de PRODECI (Promoción de los Derechos Civiles), “una asociación de abogados que en el año 2009, frente a la aparición de algunas leyes que empezaban a atacar a las familias y a dificultar los valores cristianos, empiezan a trabajar en diferentes temáticas”.
Así la define su presidenta, Débora Ranieri, en charla con el padre Javier Olivera Ravasi, el cura desplazado el año pasado de la diócesis de Zárate-Campana tras haber sido señalado como el organizador de la visita que un grupo de legisladores realizó a genocidas presos por delitos de lesa humanidad. Al explayarse en las tareas que cumple PRODECI, organización que suele confluir en actividades con Manada Argentina, Ranieri cuenta que una de las tareas centrales de la asociación se centra en el “litigio estratégico”, que consiste en tomar casos testigos (por ejemplo, personas que revierten su proceso transicional y litigan contra el Estado) para ir sentando “antecedentes jurisprudenciales”.
Es decir: se trata de una organización destinada, en parte, a dar una disputa en el frente judicial en un contexto en donde comprenden que –tal como dice la entrevistada- “a veces las leyes no se pueden cambiar”. Junto a estas batallas, el asesoramiento a profesionales de la salud y de la educación –así como a familias- en relación tanto a la objeción de conciencia (en el caso de los primeros) como a la Ley de Educación sexual (en el caso de los últimos) conforman las tres principales áreas de actividades de PRODECI.
No obstante, el carácter espontáneo que parece desprenderse de la primera definición que da Ranieri acerca de PRODECI, dura poco. En seguida –conforme avanza la entrevista con Ravasi- aclara que la organización es parte de una red que trabaja articuladamente con otras organizaciones en toda Latinoamérica y cuya “casa madre” es Alliance Defending Freedom (ADF), una ONG fundada en 1994 en Arizona, con el propósito de “defender la libertad religiosa, la vida, el matrimonio y la familia”. En el sitio web de esta última, lo primero que puede leerse es un titular jactancioso que sostiene: “Ganando la batalla contra la ideología de género”.
Pese a que sus fundadores se esfuercen en negarlo, basta hacer un rastreo a través de las bases de apoyos de las nuevas organizaciones LGB, para que se torna evidente el hecho de que sus apariciones implican una cuña en el movimiento LGTTBIQ+ alentada por los sectores reaccionarios, que persigue el objetivo de quebrar sus luchas y legitimar una avanzada en contra de lo que denominan la “ideología de género”.
Página 12







