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Chile, Chile :: 06/05/2019

Sindicalismo, desafíos y responsabilidades

Gabriela Bustos
Entrevista con Pablo Klimpel, sindicalista portuario

Pablo Klimpel es Presidente del Sindicato de Trabajadores Transitorios Estibadores Portuarios de Valparaíso. A sus 35 años, se ha convertido en uno de los dirigentes con más visibilidad del sector, luego de un mediático proceso de movilización en 2018, y tras su incansable lucha por un reordenamiento sindical, y por la generación de una nueva legislación portuaria.

Aunque asegura que fueron los azares de la vida los que lo llevaron al puerto, disfruta mucho el trabajo de Stacking Control (recepción, embarque y despacho de contenedores), y de Control Tránsito (control de flujo de camiones) en el Terminal 2, o Cerros de Valparaíso, que compatibiliza a diario con su rol en la dirigencia sindical.

Desde pequeño se interesó por participar en distintas organizaciones y movimientos, que trabajaran por mejorar las condiciones y calidad de vida de sus pares. Lo hizo como dirigente estudiantil en octavo básico, y luego como encargado de cultura en su liceo, donde participó fervientemente del movimiento por educación gratuita en el 2002.

Luego vino el turno de la educación superior, donde fue presidente del Centro de Alumnos de la Carrera de Psicología en la ARCIS, y posteriormente, vocero de su universidad. Aunque tuvo que congelar en el año 2010, y dar un vuelco diametral a su profesión, está consciente de que lo aprendido es uno de los motivos que lo posicionan hoy como uno de los dirigentes con mayor credibilidad.

Tras abandonar su carrera por problemas económicos, en el 2012 entró al puerto como frigorista, y aunque estaba contratado para embarcar contenedores, por un problema con su permiso, tuvo que quedarse en el depósito que estaba en el San Antonio Terminal Internacional, o STI. De allí tiene muy buenos recuerdos, entre los que destaca y agradece la buena voluntad y paciencia de sus compañeros para enseñarle el rubro, pues gracias a ellos y a todo su empeño, en el 2013 logró entrar al puerto de Valparaíso, entendiendo a fondo el trabajo portuario, e ingresando al fin al Terminal 2, donde además de disfrutar sus labores, su vida tomaría también otro rumbo tras ingresar como socio al Sindicato de Estibadores.

Las movilizaciones del año pasado, lograron como pocas, poner en jaque a la autoridad regional, e incluso alertar fuertemente al Estado. A varios meses de culminado el paro, ¿evaluarías aquel proceso como un éxito?

La verdad yo no me atrevería a hablar de un éxito total. Tuvimos un conflicto que duró 35 días en lo formal, pero se extendió durante 2 semanas más, es decir, duró 50 días, comenzando el 14 de noviembre en el Terminal 1 y luego se extendió al Terminal 2. Logramos todos los puntos del petitorio, tanto lo que implicaba un bono, la no existencia de listas negras, como la mesa permanente de trabajo con la empresa para discutir mejores condiciones laborales en el Terminal 2 Pacífico Sur.

Esto fue una explosión que nació de las bases de todos los sindicatos portuarios de Valparaíso, no solo del que represento. No fue algo que nosotros como dirigentes pensamos, la verdad fue la olla a presión que estalló. Lo que entró en crisis fue el modelo sindical existente y los modelos de la cultura sindical. Permitió un recambio en todos los espacios. Sin embargo, la arremetida de la empresa fue muy fuerte y todavía tenemos efectos colaterales de esto.

Si bien logramos que el Estado de Chile interviniera y pudiera negociar con nosotros, todavía yo creo que falta mucho por hacer, como para poder hablar de un éxito general. Tenemos 22 compañeros que aún no pueden volver a trabajar, lo que es bastante complicado, y por otra parte hay transformaciones que se van originando en el mundo portuario. Por un lado por la concentración de capitales y la competencia que tenemos entre los terminales en la zona centro, y también por el aumento de trabajadores y trabajadoras. Antes teníamos un universo de 430 eventuales, hoy son como 530 por la gente que entró a la mala mientras estábamos en paro, por lo que no me atrevería a hablar de éxito general.

La movilización marcó un hito, un precedente, instaló ciertos temas, como la precariedad del trabajador eventual, la necesidad de una reforma laboral en el sector portuario, la necesidad de pensar un modelo de relaciones laborales más robustecido que defienda nuestros intereses. Pero podemos hacer un balance crítico de esto, y veremos que nos quedan muchas tareas por cumplir y mejorar.

¿Con qué te quedarías?

Se lograron niveles de cohesión y coordinación importantes. Hubo un recambio sindical a una dirigencia mucho más joven que la anterior, quizás con menos experiencia, pero con hartas ganas de aportar. Hoy en día las bases no tienen miedo de decir las cosas como son, de pensar críticamente. Logramos una mesa de trabajo con el Ministerio de Transporte y del Trabajo, y con todos los actores involucrados, en la que estamos discutiendo una nueva Reforma Laboral Portuaria, que no va a ser la gran reforma que esperamos, pero podemos mover el cerco lo que más se pueda.

Paralelamente estamos discutiendo el sistema de pensiones, pero yo creo que lo importante de la movilización fue la unidad, eso es fundamental.

También recibimos apoyo de sindicatos a nivel nacional, y de muchos sectores, como del estudiantil de acá de Valparaíso.

Solos no habríamos podido resistir tanto días. Recibimos aportes en dinero, en mercadería, en víveres, y eso nos ayudó a resistir el paro. Por eso destaco la unidad, la fuerza, la cohesión, y sobre todo la solidaridad.

¿Qué le dirías al ciudadano que critica las protestas en la ciudad?

La verdad es que la primera semana del conflicto, fue de manera pacífica. De hecho los 10 días del paro hicimos una marcha familiar en la que ni siquiera tuvimos escolta policial. Ya en los últimos días, cuando se cumplían casi dos semanas, nos dimos cuenta de que mediáticamente no existíamos.

Era un conflicto que existía en el barrio puerto, pero no involucraba a la ciudad en su conjunto ni al país, y por lo tanto no teníamos muchas posibilidades de destrabar el conflicto ni el paro. Por lo tanto, si bien la paralización productiva del terminal tenía un efecto político y económico importante, y ya comenzó a ser incómodo para la empresa, las protestas en la calle fueron una forma de visibilizar el conflicto y poder involucrar a la ciudad en su conjunto, y con ello justificar la intervención de autoridades a nivel nacional. Eso nos permitió instalar nuestras demandas en la mesa.

Lamentablemente en Chile, si no protestamos, si no difundimos a nivel comunicacional lo que está ocurriendo, el conflicto no existe. En el mismo momento que nosotros estábamos en huelga en el puerto, había un sindicato de cecinas en el sur, que estuvo en huelga hasta pasado navidad, fueron 50 días y nadie se interesó en ellos.

Por lo tanto, yo creo que es importante que el ciudadano común, la gente de a pie, pueda entender que en la medida que nosotros exigimos nuestros derechos, también permitimos que ellos se puedan expresar, que puedan instalar sus problemas, y puedan legitimar estas formas de lucha.

Entiendo que es incómodo que producto de las barricadas se llegue tarde al trabajo, nosotros somos conscientes de eso, pero lamentablemente como dice el dicho “pa’ poder hacer tortillas, hay que quebrar huevos”. Son necesarias estas cosas.

Recibimos harto apoyo de la población en Valparaíso, hubo gente crítica claramente, pero la comunidad, estudiantes, locatarios, nos apoyaron harto. Hubo quieres sufrieron efectos colaterales de todo esto, les pedimos disculpas, no fue nuestra intención.

¿Cómo te definirías políticamente?

En lo personal, yo creo que es súper importante que un dirigente sindical pueda comprender que su labor también es política. Y por lo mismo pueda reconocer que cuando negocia con una empresa, cuando asume una responsabilidad frente a sus compañeros y compañeras, cuando lucha y exige que se cumplan sus derechos, discute proyectos de ley, de reforma y disputa poder en los conflictos, reconozca que cumple una labor que no necesariamente es partidaria o adscrita a un partido en específico, pero que sí es una función política. Esa labor la cumplimos todos y todas los/as dirigentes sindicales, ahora el tema es cuál es la política que podemos construir o generar los trabajadores.

Yo reconozco en el marxismo una matriz, una fuente de análisis, de pensamiento, que me parece que es vigente y pertinente para poder analizar las relaciones entre capital y trabajo, y asimismo los conflictos en el mundo laboral y la sociedad en su conjunto, o sea los conflictos de clase.

Considero sin embargo, que son importantes también los aportes culturales y las teorías contemporáneas sociales, como un feminismo de tendencia socialista por ejemplo. Es importante entender que no solamente tenemos el problema de los y las explotadas, sino que también de los oprimidos, y de los modos de vida que cada uno escoja o no escoja vivir. Lo mismo con conflictos medioambientales y otros.

Sin embargo creo que el marxismo nos invita a pensar en la situación concreta que nos toca vivir. Frente a contextos cotidianos es que tenemos que pensar la realidad social, no creo en la incorporación mecánica de teorías o conceptos, creo que se tiene que pensar de acuerdo a la realidad actual.

Básicamente, yo creo que en temas políticos es importante que los trabajadores y trabajadoras pensemos un proyecto sociedad, y el sentido de esa sociedad que queremos construir, y que no puede ser pensado de forma ajena a las condiciones de trabajo, que es lo que genera valor y riqueza y es capaz de transformar la realidad en que vivimos.

Eso siempre es un proceso colectivo, por lo tanto creo que los trabajadores tenemos todo el derecho de pensar el país y el mundo que queremos construir, y por lo tanto, cuál es el proyecto de sociedad y el poder que podemos ejercer para lograrlo.

Por eso me parece muy importante rescatar valores de dirigentes sindicales históricos como por ejemplo Clotario Blest, que pensaba un proyecto de sociedad en que el poder podía ser ejercido por los trabajadores. Podemos estar presentes y disputar en los espacios de toma de decisiones.

¿Cuáles son las luchas prioritarias que te mueven hoy como dirigente?

Lo principal es fortalecer el sindicato. Fortalecer a nuestra gente, nuestros compañeros. Hoy en día nos enfrentamos a distintas coyunturas, por un lado en el Terminal 2 tenemos una incertidumbre respecto a lo que va a ocurrir de aquí a un año más.

Tenemos dos escenarios: o se relicita, viene otro inversionista, construye y amplia, o vuelve el modelo multioperador. En esos dos escenarios interesa que todos los compañeros quedemos con trabajo.

En el Terminal 1 los problemas son de otras características, que se relacionan con las empresas, sobre cómo se vienen los procesos de modernización en el puerto. Por un lado tenemos el problema de la concentración de las navieras, que provoca una competencia feroz entre los terminales por la carga, y por otro lado, la implementación de la mecanización y cómo nosotros estamos o podemos sobrellevarlo. En el fondo una cosa que es prioritaria es cómo podemos asegurar el empleo para todos, eso es fundamental.

Esperamos poder recomponer las relaciones, y que todos salgamos bien de este paso. Que se puedan entender los motivos de fondo de la movilización, y no solo sus externalidades negativas. Entender que tiene que ver con cómo generamos un mejor trabajo, mejores condiciones, mejor distribución, mejores negociaciones.

Es algo que beneficia a la empresa y a nosotros. Es importante que cuando hablamos de producción se considere a los trabajadores que son quienes ponen la fuerza, tenemos un rol importante en esto.

Por otra parte tenemos esta mesa de trabajo en la que estamos participando, que el gobierno dividió en 3 ámbitos: Transformación y futuro de la Industria Portuaria – Modernización Laboral; Seguridad, Salud y gestión de Riesgos en la Industria Portuaria; Nuevas competencias para los puertos del futuro. En esa mesa participa tanto la Unión Portuaria de Chile y Cotraporchi, como todos los sindicatos a nivel nacional, y también la Cámara Marítima y Portuaria, Camport. Es una mesa que tiene hartas expectativas y en la que tenemos que lograr consenso entre todos los actores que estamos participando.

En ella esperamos homologar derechos fundamentales de los trabajadores, que se nos reconozcan derechos de indemnidad, indemnización por años de servicio, pre natal, post natal, derecho a negociación colectiva, regulación de la entrega de permisos portuarios, que podamos regular la eventualidad.

Queremos hacer un análisis crítico a la Ley N° 19.542 que modernizó los puertos en el 97. Después de 22 años de esta ley, es importante ver qué necesitamos. Chile cada día es menos competitivo a nivel internacional por la falta de espacios y modernización, y por una legislación insuficiente.

También participamos de la Comisión Investigadora de Puertos en la Cámara de Diputados, y hemos visto la falta de conocimiento, de debate y de logística de lo que es. Por eso estamos metidos en todas las discusiones relacionadas con el sector.

Al mismo tiempo mantenemos nuestras luchas por fortalecer el sindicato, un modelo organizativo para resolver problemas comunes. Tenemos comisiones de deportes, cultura, bienestar. Queremos que se generen nuevos liderazgos. Además está el tema de la reconstrucción física del sindicato. Necesitamos hartas reparaciones por los destrozos de carabineros cuando ingresó el guanaco en las movilizaciones del año pasado.

Sin embargo, todo esto que hablamos a nivel nacional, no puede ser pensado ajeno a por ejemplo, la Reforma Laboral que impulsa el gobierno, o la reforma de pensiones. Tenemos que ser capaces de vincular ambas cosas, porque responden a lo que nosotros vemos a nivel del Código del Trabajo. Esos 12 artículos del mundo portuario, son un reflejo del modelo de relaciones laborales que impera en Chile, y que es un modelo heredado de la dictadura y del plan laboral que hizo José Piñera. Entonces no podemos pensar una mejora o reforma, si no lo hacemos en su conjunto. Esto sin dudas, nos lleva a pensar en una nueva constitución política para el país.

¿Dónde crees que radica la confianza que proyectas en quienes te escogieron como Presidente del Sindicato Número 1 de Estibadores de Valparaíso?

La confianza se relaciona con que soy joven, nuevo en el sector, pero siempre he intentado hacer valer lo que piensan las bases, trato de escuchar y respetar a todos mis compañeros y compañeras, independiente de que no siempre pueda hacer todo lo que me dicen. Trato de dejarlo en carpeta cuando sé que es algo que no puedo hacer ahora, para ir trabajándolo en conjunto. Yo creo que es importante escuchar a la gente.

No siempre es fácil, tenemos muchos socios, yo también trabajo, no me dedico solo al sindicato y debo compatibilizar todas las cosas. También creo que es producto de la movilización, en que me tocó asumir un rol como dirigente y vocero de distintos sindicatos. Eso generó confianza en mí. Siempre estoy sujeto al ojo crítico y a la valorización de la base, ya que estoy convencido de que las críticas constructivas, permiten que hagamos las cosas mejor para todos y todas.

En términos generales ¿qué le falta actualmente al movimiento sindical en Chile?

Falta promover una cultura sindical en la que se entienda que sindicalizarse es parte de un derecho humano, de un derecho fundamental de los trabajadores. Organizarse no es malo, es lo que nos permite mejorar de manera efectiva nuestras condiciones de trabajo y calidad de vida.

Ha habido una cultura anti sindicato, anti organizaciones, en la que se promueve el miedo con la amenaza de despido, o afirmando que los sindicatos no funcionan, o que solo sirven para que dirigentes corruptos se arreglen. Tenemos dos problemas: el miedo a sindicalizarse, y los sindicatos que buscan intereses personales con la empresa, en vez de colectivos.

Necesitamos promover el sindicalismo, como derecho cívico, que se entienda que es igual que votar. O también la necesidad de promover cultura de organización, que pueda fiscalizar a los dirigentes que no cumplen, aunque sabemos que es difícil, porque existe, pero no están solos.

Falta construir más educación sindical, promover escuelas sindicales que se dediquen a todos los tipos de sindicatos que hay, viendo sus realidades. Modelos de negociación estratégica, fortalecer la comunicación, entender la historia de los sindicatos. No solo enfocarse en el derecho.

Los sindicatos aportamos a la construcción de pueblo, de sociedad, de país. Es importante reconocer esa labor. Hay que mirar más allá. La gente no reconoce que en sus acciones cotidianas hace política, y lo confunde con el partidismo. Hay que reconocer que somos sujetos políticos. Que podemos generar una plataforma general por la defensa de nuestros derechos, es algo transversal.

Se nos habla de que falta la conducción de una central de trabajadores, como la CUT, la Central Clasista, la CAT, hay varias. Pero muchas veces siento que es una discusión por arriba, entre dirigentes.

En el fondo si tuviéramos la expresión de un movimiento mucho más maduro cultural y políticamente, sería inevitable tener esta central a nivel nacional, pero el que no ocurra eso, no se debe a que los dirigentes no se pongan de acuerdo en la construcción de una central, si no ocurre es porque no tenemos la maduración de un movimiento social y popular, no tenemos un sujeto político. Necesitamos organizarnos, promover la discusión, la cultura, el debate, la educación, poner el tema, y también hacer la pega bien como sindicatos, luchar por los intereses de las bases. No caer en la burocracia es una responsabilidad que tenemos. En la proyección de un movimiento sindical en el país, esto es fundamental.

Por último a tu juicio, ¿qué rol cumplen los trabajadores y trabajadoras, en el desarrollo económico y social del país?

Somos fundamentales, porque producimos la riqueza a través de la venta de nuestra fuerza de trabajo y creamos valor. Todos los procesos de trabajo son colectivos, ninguno es individual. El porvenir de una nación depende de los trabajadores. Los sindicatos son factores de profundización democrática y de la promoción de derechos y por tanto, mejora de calidad de vida. Somos fundamentales dentro del motor social y participativo del país, junto a otros actores obviamente.

En la medida que los sindicatos no reconozcamos nuestra labor de construcción política, cuando debatimos la necesidad de un nuevo proyecto de ley, de la actualización de una reforma laboral, de una normativa, cuando pedimos un dictamen, cuando hacemos denuncias, siempre cumplimos una labor política, si no lo reconocemos, estamos delegando nuestra capacidad de participación y toma de decisiones, a otros.

Por lo tanto delegamos nuestra capacidad de desarrollo y construcción de un mundo mejor. Siempre vamos a estar sujetos a que la política la hagan los de arriba, y nosotros, que vivimos el día a día, no tengamos nada que decir. En definitiva, es importante reconocer que somos parte importante de la construcción país.

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