Claudio Katz: Las elecciones del 26 se han convertido en un plebiscito entre soberanía y colonia


Llegamos finalmente a la elección con un escenario muy distinto a lo esperado ¿Qué se juega el 26 de octubre?
En lo inmediato cómo sobrevive el gobierno. Viene muy golpeado por el desplome de su imagen luego de los escándalos de corrupción. Primero fue el caso Libra, luego las coimas de Carina y ahora el narco candidato Espert. Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Milei hace todo tipo de payasadas para conservar su público, pero perdió credibilidad en ese entorno y en los últimos meses fue abandonado por el mercado, por los gobernadores, por los parlamentarios amigables y por una parte significativa de la justicia y los medios de comunicación. El fantasma de Bolsonaro encarcelado empieza a despuntar como un futuro posible para el 'anarcocapitalista', si continúan sus fracasos.
El trasfondo de su deterioro es un desastre económico que ha cambiado el contenido de la elección. El gobierno apostaba a un triunfo para profundizar el modelo y esperaba instaurar un régimen autoritario de represión y desconocimiento del Congreso. Pero se quedó sin margen para actuar y ahora depende por completo de Trump, que ya define las nuevas alianzas con los gobernadores, como se vio hace pocos días con la ley de tratamiento de los DNU. Me parece que este nuevo dato modifica el sentido de la elección.
¿De qué manera transforma los comicios?
Se han convertido en un plebiscito entre soberanía y colonia, porque la propia elección está teledirigida desde EEUU. Con toda naturalidad Giorgieva convoca a que votemos por Milei. Trump y Bessent nos avisan que la continuidad de su apoyo financiero depende del resultado de las legislativas.
Esta vez pasaron todos los límites. Ya no es la conocida dependencia del FMI o la típica injerencia de los embajadores de turno. La Reserva Federal de EEUU sustituyó al Banco Central y decide los detalles de la política monetaria. Gobierna todas las variables de la economía a su gusto e interés sin ninguna intermediación. La palabra entrega se queda muy chica para describir lo que hacen Milei y Caputo.
No hay ningún rescate de la economía, sino un simple socorro a los fondos de inversión que ganaron fortunas especulando con los títulos públicos. Después se apropiarán de las empresas rentables que están demolidas por la recesión y por la descapitalización bursátil. El objetivo declarado es desplazar a China para apoderarse del uranio, el litio y los minerales raros. Estamos presenciando el mayor suicidio de la historia nacional. Argentina se subordina a un competidor, interesado en desplazarla de sus mercados externos y en esquilmarla, con la misma brutalidad que despoja a Ucrania.
El proyecto de Trump de anexar a Canadá, comprar Groenlandia o recuperar Panamá, empieza en realidad con la captura de la Argentina y la instalación de bases militares para supervisar el Atlántico Sur. Pero Milei es tan solo un episodio de esa estrategia. Necesitan que no se desplome por completo en las elecciones, para que pueda seguir gestionando en sociedad con Macri, la derecha convencional y los gobernadores. Ellos son los artífices de lo que se viene. Por eso pienso que solo la lucha popular puede detener la extinción total de la soberanía.
¿Cómo es eso?
Aquí hay un plan de largo plazo que traspasa a Milei y supone una subordinación total de las clases dominantes a las exigencias de EEUU, afectando sus propios mercados y negocios. Por eso promovieron la Ley de Bases, el RIGI, aceptaron la renuncia a los BRICS y ahora convalidarían un nefasto Tratado de Libre Comercio. Después de dos años de derrumbe económico siguen optando por el ajuste para destruir al movimiento popular, a costa de su propia rentabilidad y autonomía.
Por esa razón, entiendo que solo la movilización popular podría frenar la terrible secuencia destructiva que afronta el país. Y el dato positivo ha sido la recuperación de esa acción que vimos en las últimas semanas. Las marchas en defensa de la educación y la salud fueron masivas y el Parlamento siguió lo que reclamó la calle. Por eso hubo festejo y sensación de triunfo desde abajo. No se modificó el duro escenario actual, pero apareció un soplo de aliento y me parece que corresponde ir a las urnas, tomando en cuenta la complementariedad del voto con la lucha.
Y con ese razonamiento: ¿cuál será tu voto?
Por la izquierda, porque una bancada más numerosa del FIT contribuirá a fortalecer la movilización popular. Ya sabemos que sus legisladores denunciarán las injusticias y pondrán el cuerpo en la calle. Estarán en la primera fila de las situaciones difíciles, como los reclamos de los jubilados que son reprimidos con rigurosa puntualidad.
¿Pero no es un voto inútil, tomando en cuenta la polarización que se avecina?
Depende de lo que cada uno entienda por utilidad. En mi opinión, no hay nada más provechoso que empoderar a militantes honestos y comprometidos con la defensa de los derechos populares. Sobre todo, en una elección de medio termino, donde la diversidad de la oferta opositora potencia el caudal de sufragios contra Milei y sus socios.
Este argumento no es exclusivo de la izquierda y fue seriamente considerado por dirigentes del sector progresista del peronismo, cuando disconformes con los candidatos y programas de ese espacio, evaluaron la presentación de una lista propia. Señalaron que esa opción enriquecía y ampliaba la batalla contra el gobierno. Con el mismo razonamiento yo entiendo que hay muchas maneras de derrotar a Milei. Una buena elección de la izquierda sería un componente de ese éxito, especialmente ahora, porque está en juego la composición del Parlamento y no la elección de un presidente.
¿Y si fueran comicios presidenciales?
No lo son y habría que ver cómo se perfilan la próxima vez. Pero en general, yo creo que en la segunda vuelta corresponde votar contra el enemigo principal que es la derecha, porque la derrota de ese sector es la prioridad. En el último balotaje entre Massa y Milei hubo posturas muy diferentes sobre esa definición dentro del FIT y me parece que, como problema político relevante debe ser clarificado con antelación. No constituye un tema menor a resolver a último momento. Determina el perfil político de una construcción de la izquierda. Pero no es lo que se juega ahora. Lo importante en esta elección es votar candidatos que asuman un compromiso efectivo y que no cambien de camiseta en el recinto.
¿Por qué lo decís?
Porque es un problema reiterado en el peronismo. Algunos personajes de ese espacio suelen llegar al Congreso y ahí traicionan su mandato, con maniobras de quorum, ausentismo o despacho de comisiones. En otros casos adoptan actitudes más negativas, como el reciente homenaje en Formosa a los militares que participaron en la represión de la dictadura. Insfrán y Mayans compartieron allí el acto con la vicepresidenta Villarruel.
Conviene no olvidar tampoco cómo actuó el PJ menemista en los años 90, cómo sostuvo Massa a Macri y el enorme grado de complicidad con Milei que tuvieron algunos gobernadores del justicialismo. Ese riesgo no se corre con los diputados del FIT y por esa razón, votar por la izquierda es la mejor opción en esta coyuntura.
Pero se afronta otro problema, que es eternizar fuerzas minoritarias que no ofrecen caminos para llegar al gobierno...
Es cierto, y hay que reconocer esa limitación para discutir cómo superarla. Si queremos transformar la realidad, necesitamos fuerzas políticas que logren ir más allá de la denuncia, el testimonio y la lucha. El FIT ha conseguido fidelizar un segmento de adherentes con identidad propia, superando el patrón precedente de rutilantes ascensos y declives electorales. Pero no pudo romper su techo de minoría electoral, porque a mi entender carece de una estrategia para llegar al gobierno y disputar el poder.
Esa política va más allá de conquistar un número mayor de legisladores y supone políticas de alianzas con otras fuerzas, para perfilarse como opción de poder. La izquierda necesita ser visualizada como una corriente que batalla en ese plano y me parece que en ese terreno se desaprovechan oportunidades, porque no se logra romper con la rutina del pasado.
Supongo que en tu voto por la izquierda influyen temas internacionales como Palestina...
Si. Acompaño al FIT porque ha estado al frente de la campaña de solidaridad con el pueblo palestino, repudiando las atrocidades que sufre por parte del régimen israelí. Por ese compromiso, sus dirigentes son judicialmente perseguidos y son estigmatizados por los medios de comunicación. Han puesto el cuerpo no solo en las calles de Argentina, sino también en la flotilla que intentó llegar a Gaza y fue detenida por el ejercito sionista. Varios estuvieron presos y fueron liberados en medio del gran clamor internacional contra el genocidio.
En ese terreno, la izquierda sintoniza mucho más que otras fuerzas con la movilización mundial por Palestina. La actitud general del progresismo y del grueso del peronismo es vergonzosa. Han optado por el silencio, intimidados por la presión del influyente 'lobby' sionista que maneja empresas y medios de comunicación. En los pocos pronunciamientos sobre el tema, adoptan la mirada convencional de reclamo por los rehenes sin mencionar a los presos palestinos y sin exigir el castigo a Netanyahu por los crímenes que ha cometido.
¿Y Venezuela también influyó en tu decisión de voto por la izquierda?
No. Aquí yo veo un severo problema, tanto en la izquierda como en los sectores progresistas del peronismo. En ambas fuerzas, no hay un posicionamiento claro frente a la amenaza en curso. A lo sumo hay declaraciones genéricas, pero no acciones. Parecen ignorar la gravedad de lo que está sucediendo.
Trump ha desplazado un monumental dispositivo bélico al Caribe con operaciones de captura de pesqueros, utilizando el burdo pretexto del narcotráfico. Está embarcado en una gran presión intervencionista porque no tolera la digna postura del pueblo y del gobierno de Venezuela.
El otorgamiento del Premio Nobel a Corina Machado está sincronizado con una agenda de guerra, para contrarrestar la debacle de la derecha dentro de Venezuela. Trump tiene la mira puesta, además, en socavar los procesos progresistas, que se mantienen o renuevan en otros países de la región. Me parece que no hay conciencia de la gravedad de estos hechos.
Pero podrían incorporarse a los temas en debate...
Deberían. Hay que poner fin a la demonización de Venezuela y recuperar las banderas del antiimperialismo, especialmente en un país como Argentina que pierde soberanía a un ritmo vertiginoso. Y las elecciones son siempre coyunturas de politización, que en este caso deberían también incluir una campaña para concurrir a votar.
¿Por qué lo mencionas?
Porque me parece importante contrarrestar la tendencia al abstencionismo, que en el escenario actual no es sinónimo de rebeldía, sino de resignación y pasividad. La mejor forma de expresar el descontento, la indignación y el repudio al ajuste es ir a votar y consagrar allí una derrota contundente de Milei y la derecha.