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Cuba :: 04/07/2009

De un vídeo se infiere la deslealtad de Lage y Pérez Roque con parte de los históricos de Cuba

Gerardo Arreola
Hace tres años se inició la investigación que hizo caer en desgracia a varios altos funcionarios ligados a Fidel, entre ellos su joven jefe de despacho

La Habana, 28 de junio. La investigación que derribó a las figuras más conocidas de la nueva generación de dirigentes cubanos estalló con un anónimo que llegó a Raúl Castro hace tres años, según los videos que a manera de informe se están exhibiendo a puerta cerrada.

Según personas que han visto las filmaciones y las han relatado a La Jornada, el anónimo reportaba que el médico Raúl Castellanos Lage, asesor del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular y primo del entonces vicepresidente Carlos Lage, se hacía notar por sus constantes y virulentas críticas al gobierno.

Muchos anónimos llegan y muchos se desechan, dijo Castro en la reunión de alto nivel del 2 de marzo pasado, que concluyó con la destitución de Lage y otros funcionarios. Pero el mandatario recuerda que decidió ordenar que siguieran a Castellanos.

Los videos se basan en la investigación de la Seguridad del Estado (Operación Medusa), que a su vez está integrada con filmaciones, fotografías y grabaciones directas y telefónicas. Se exhiben a personal del gobierno y de las fuerzas armadas y a militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de su rama juvenil.

Castellanos había trabajado en los años 80 del siglo pasado con Carlos Aldana, el que fuera poderoso jefe de asuntos ideológicos e internacionales del PCC, número tres de la dirigencia y que cayó en desgracia en 1992.

Según relataron las fuentes, el informe mostró que la vigilancia de Castellanos reveló rápidamente la relación que tenía con Conrado Hernández, un amigo de Lage de toda la vida y segunda pieza del caso.

Hernández también llamaba la atención, al moverse en los círculos oficiales con gran soltura. Usando el nombre de Lage presionaba para obtener información confidencial más allá de la razonable para su ocupación de representante comercial del gobierno del País Vasco.

Un hecho fortuito puso bajo los reflectores, además, a Carlos Valenciaga, jefe de despacho de Fidel Castro desde 1999.

Según las fuentes, el 16 de septiembre de 2006 Valenciaga celebró su cumpleaños en un salón del Palacio de la Revolución, cerca de donde el líder cubano pasaba la fase más aguda de la enfermedad que terminó por alejarlo de la actividad pública.

La vigilancia sobre Castellanos, Hernández y Valenciaga, activada con diferencia de meses, condujo a Lage y a otros allegados, como el canciller Felipe Pérez Roque, el vicepresidente del Consejo de Ministros Otto Rivero y el jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del PCC, Fernando Remírez.

De acuerdo con los relatos, Hernández aparece filmado y con audio en la zona al aire libre del restaurante El Templete, el más popular entre los círculos diplomáticos y empresariales de La Habana, concertando su colaboración con un funcionario del Centro Nacional de Información (CNI), el servicio español de inteligencia.

Consultadas por este diario en dos ocasiones en los pasados dos meses, fuentes diplomáticas españolas han rechazado esa vinculación, aunque Madrid anunció el mes pasado el relevo del personal del CNI en La Habana.

Hernández fue detenido el 14 de febrero pasado en el aeropuerto, cuando salía para España, presuntamente con informes sobre la evaluación cubana del proceso electoral vasco que culminaría el primero de marzo.

El 2 de marzo Raúl Castro acusa de deshonestos a Lage, Pérez Roque, Rivero y Remírez, por negarse a reconocer las imputaciones que les hacía el mandatario, antes de mostrar el material recopilado por la Seguridad del Estado.

Fuera del cargo contra Hernández, según las fuentes, el informe audiovisual sólo vincula datos con filmaciones y grabaciones. No concluye, sino sugiere.

Las inferencias posibles son las de que hubo deslealtad con la dirigencia histórica, influyentismo y privilegios que contradicen el discurso público de austeridad.

Castellanos fue grabado en su casa hablando con Lage el 24 de febrero de 2008, horas después de que Raúl fue electo jefe de Estado y de gobierno y José Ramón Machado Ventura quedó como segundo de a bordo.

Castellanos sugiere que bien se pudo dañar a Machado, cuando el ahora vicepresidente primero se sometió a una operación de arterias. El país lo iba a agradecer, agrega. Lage habla de un liderazgo de fósiles y dinosaurios.

El 2 de marzo de 2009 Raúl Castro informa que Castellanos acaba de ser detenido. Señala una mesa donde se apilan documentos, fotos y videos y dice que ahí están las pruebas de todo el caso, para quien quiera consultarlas.

Raúl habla con indignación de la fiesta de Valenciaga. Aparecen fotos del entonces secretario de Fidel Castro con gorra militar y una botella bajo la pelvis. En esa fiesta hubo obscenidades, dice el actual presidente cubano, recordando que mientras tanto su hermano estaba entre la vida y la muerte.

Los videos muestran la relación que mantenían los involucrados: viajes de Rivero y su esposa al País Vasco, auspiciados por Conrado; informes de Rivero a Conrado sobre inversiones; reuniones del grupo en la finca de Conrado, en la provincia de Matanzas, con comida y bebida muy fuera del alcance del cubano medio; un río desviado para beneficiar a la propiedad; informes políticos de Remírez a Conrado; un pasaporte diplomático que Pérez Roque le consigue en horas a Conrado, quien aparentemente llegó incluso a recibir reportes de la salud de Fidel Castro.

La Jornada


Pérez Roque trabaja como ingeniero electrónico y Carlos Lage se retira a su casa

IPS / Dalia Acosta

03 de julio 2009. - Como una prueba más de que en Cuba todo se sabe, el video más popular por estas horas en el país es uno que parece demostrar la decisión del presidente Raúl Castro de enfrentar vicios y deslealtades sin importar la posición de las personas involucradas.

Mientras los detalles del escándalo pasan de boca en boca, poco se dice de lo que podrían catalogarse como "las lecciones" de lo que, sin dudas, debe haber sido uno de los momentos más difíciles enfrentados por el gobierno desde el retiro por enfermedad del ex presidente Fidel Castro, en junio de 2006.

Contadas a IPS por varios militantes del Partido Comunista de Cuba, las conclusiones de Raúl Castro apuntan a la eliminación de los dirigentes "probeta", como le llama a los jóvenes que saltaban de organizaciones juveniles a altos puestos de poder. También van por el fin de las estructuras paralelas con el debido fortalecimiento de la institucionalidad.

Asimismo, el mandatario habría asegurado que no espera tener ministros que le pregunten cada dos minutos lo que tienen que hacer sino que cumplan con los reglamentos y atribuciones de sus cargos y rindan cuenta en un tiempo prudencial que, según la experiencia de las Fuerzas Armadas, podría ser de seis meses.

Con estas orientaciones, el general de Ejército insiste en un estilo personal de dirección que, desde su designación como presidente interino de Cuba, apunta hacia la elevación de la eficiencia, la descentralización de funciones y toma de decisiones y el estudio minucioso de cada decisión antes de ser tomada.

Visto ya por miles de militantes del Partido Comunista de Cuba y de la Unión de Jóvenes Comunistas, la proyección que se asocia a la destitución de Carlos Lage de su cargo de vicepresidente del país y de Felipe Pérez Roque de canciller, toca también a un amplio grupo de ex altos dirigentes.

Desde Carlos Valenciaga, quien fuera jefe de despacho de Fidel Castro, hasta Otto Rivero, ex vicepresidente del Consejo de Ministros, Fernando Remírez de Estenoz, ex jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del PCC, y los ex ministros Martha Lomas, de la Industria Básica, y Raúl de la Nuez, de Comercio Exterior.

Deslealtad, descontrol, deshonestidad y abuso de poder aparecen como principales cargos contra los implicados, no pocos de ellos mencionados por el propio presidente de Cuba durante una reunión del Buró Político del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) el pasado 2 de marzo, cuyas escenas pueden verse en el video.

Sin embargo, contrario a lo que no pocos enemigos de la Revolución Cubana quisieran tener a su favor, no se conoce de la aplicación de medida extrema alguna contra los acusados, independientemente de la correspondiente destitución, separación o liberación de sus responsabilidades.

Mientras no pocos testigos aseguran que Lage se encuentra "sentado" en su casa, en lo que durante décadas se ha conocido en Cuba como "plan pijama", Pérez Roque se desempeña como ingeniero electrónico en una fábrica, Lomas trabaja en un laboratorio farmacéutico y Valenciaga en la Biblioteca Nacional.

Aunque los asistentes a las presentaciones reciben la orientación de entrar con las manos vacías y las autoridades han evitado durante meses la filtración del video, la proyección masiva del mismo hace pensar que el gobierno se interesa porque se conozca su contenido en amplios sectores de la población.

Algunas personas, incluso, llegan a asegurar que fueron a la proyección sabiendo que no podían grabar ni tomar notas, pero autorizadas a contar su contenido. "Está claro. Además, es bueno que se sepa que hay cosas que no pueden hacerse en total impunidad", comentó a IPS un militante del PCC.

La contradicción radica, sin embargo, en el derecho a la información que asiste a la población cubana y que, desde el anuncio de la destitución de Lage y Pérez Roque, ha sido un reclamo generalizado de no pocos sectores que esperan, al menos, un editorial detallado del diario oficial Granma.

Imágenes de reuniones privadas y fiestas, conversaciones telefónicas y otros documentos, aparecen como pruebas en una investigación que fue involucrando, poco a poco, a altas personalidades del gobierno por sus relaciones con un representante de una asociación vasca, un empresario italiano y un cubano "resentido". El caso más notorio parece ser el de Conrado Hernández y sus vínculos, desde la juventud, con Lage.

A la sombra de esa amistad y apelando siempre a ella, Hernández logró ser el director de la oficina en Cuba de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI), una dependencia del gobierno del País Vasco.

Pero, más allá de su labor como hombre de negocio, Hernández es acusado de colaborar con el Centro Nacional de Información (CNI), el servicio español de inteligencia. Aunque el vínculo ha sido negado por ese país europeo, lo cierto es que "relevó" su representación en La Habana tras conocerse del escándalo.

En su papel de espía, el amigo de la vida de Lage extrajo información sobre inversiones priorizadas, la salud del ex presidente Castro, los pronósticos cubanos para las elecciones vascas y, lo que parece haberle puesto la tapa al pomo, la designación del primer vicepresidente del país en las elecciones de febrero de 2008.

Lage vuelve a verse seriamente involucrado por su primo Raúl Castellanos Lage, quien fuera hasta su destitución en 1992 uno de los integrantes del equipo de Carlos Aldana, entonces jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista y considerado como "el tercer hombre" en importancia del país.

Descontento por su destitución y, aunque se desempeñaba como asesor del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de Cuba, Castellanos Lage solía hacer manifestaciones públicas contrarias a la Revolución. Sus expresiones generaron una denuncia anónima y el anónimo el inicio de una investigación.

Las pruebas presentadas por el presidente Castro, tras cada negativa o evasiva de los encartados, incluyen la grabación de una conversación en la que los asistentes se burlan de la generación histórica que hizo la Revolución Cubana, y Castellanos Lage llega a desear la muerte del primer vicepresidente, José Ramón Machado Ventura.

El silencio fue la respuesta de los participantes, entre ellos Lage, según la versión presentada por Castro.

Por último, aparentemente menos escandaloso pero muy significativo por las implicaciones que podría tener en materia de seguridad nacional, aparece el llamado Caso Crucero, una historia que de haber llegado a feliz término hubiera significado la entrega de los derechos de explotación de todos los puertos cubanos.

Aunque no se dan pruebas de la aprobación por parte de Lage de tal operación, varios militantes del Partido aseguran que la "cadena de sobreentendidos" llevó a pensar que no había problemas con el empresario italiano implicado, que el negocio tenía luz verde de Lage y que todo estaba autorizado.

Así, sin realizar las comprobaciones y controles establecidos en estos casos, varios ministros autorizaron el contrato, cuya cancelación posterior por la parte cubana, enfrentó al país a una demanda millonaria, sin contar con que la repartición de las ganancias sólo favorecía a la parte extranjera.

Mientras el video sigue circulando y la población hace bromas poco novedosas sobre micrófonos escondidos en cualquier lugar, las preguntas vuelven una y otra vez sobre las razones que llevaron a dirigentes más o menos respetados a actuar como si su posición de poder los volviera automáticamente infalibles.

 

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