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Europa, EE.UU. :: 31/05/2023

EEUU, Rusia y la guerra en Ucrania

Carlos Fazio
A Biden se le acaba el tiempo para apuntarse una victoria en Ucrania. Cuanto más se prolongue la guerra, más tóxica será políticamente para él y su equipo

Biden se encuentra en un atolladero. Según el inversor Robert Kiyosaki EEUU está en bancarrota. Y en el frente interno, el candidato a la nominación demócrata para las elecciones presidenciales de 2024, Robert F. Kennedy Jr, afirma que Biden y el establishment estadunidense mienten sobre la guerra contra Rusia en Ucrania

Cargan sobre sus manos la sangre de cientos de miles de ucranios, amén de los 130 mil millones de dólares arrancados de los bolsillos de los contribuyentes para financiar una guerra (híbrida) de poder, para deshacerse del presidente Vladimir Putin y expandir el imperio con falsos pretextos (beneficiando de paso a los tenedores de acciones del complejo militar-industrial-digital).

En el frente externo, la liberación de la estratégica ciudad de Artiómovsk/Bajmut por las fuerzas armadas de Rusia −muy costosa para el régimen de Volodymir Zelensky, quien sacrificó allí miles de hombres y toneladas de equipo militar− y la pérdida de un sistema de defensa antiaérea estadounidense Patriot en Kiev, destruido por el impacto de un misil hipersónico ruso Kinzhal, son malas noticias para la guerra de Biden.

Ello ha llevado a decir al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EEUU, general Mark Milley, durante una rueda de prensa en el Pentágono con el secretario de Defensa, Lloyd Austin, que a corto plazo los objetivos estratégicos de Ucrania no parecen alcanzables por la vía militar.

El alto mando se refería a la recuperación de los territorios ocupados por Rusia tras el Operativo Militar Especial ordenado por Putin el 24 de febrero de 2022. Milley declaró a Politico que los cazas F-16 estadounidenses no serán un arma milagrosa para el régimen de Kiev y costarán mucho más que los proyectiles y los carros de combate Leopard, Abrams y Challenger que iban a terminar la guerra.

El ruido y la bruma de la propaganda complica saber qué ocurre en el campo de batalla. En septiembre de 2022, ante la ofensiva de Kiev en Jarkov, los mandos rusos ordenaron la retirada optando intercambiar tierras por vidas, lo que le permitió a Zelensky obtener una importante victoria propagandística, pero poca ventaja militar. Tras los aparentes éxitos de Ucrania en Jarkov y Jersón, Rusia movilizó 300 mil soldados y, junto con una acción paralela de voluntarios, aumentó en 700 mil el número de efectivos entrenados en las líneas del frente o como reserva de futuras operaciones militares.

Como señaló Scott Ritter, las posiciones defensivas rusas se han preparado en términos de densidad en la línea de contacto, la provisión de suficiente apoyo de fuego y la preparación de segundas y terceras líneas de defensa para frustrar cualquier eventual avance de Ucrania.

Asimismo, la Fuerza Aérea y la Marina rusas han sido muy eficaces en ataques de castigo contra los depósitos de armas y logística ucranios mediante drones de largo alcance y misiles guiados de precisión, destruyendo los arsenales de municiones y combustible que Kiev necesitaría para cualquier ataque militar significativo y sostenido.

En ese contexto, en vísperas de la cumbre del G-7 en Hiroshima, Japón, citando a altos funcionarios estadounidenses, Politico divulgó un plan para transformar la guerra de Ucrania en un conflicto congelado similar a lo que ocurre en la península de Corea o en Cachemira.

Fuentes del Pentágono dijeron al medio estadounidense que los recientes paquetes de ayuda militar a Ucrania reflejan un cambio a una estrategia a largo plazo de Washington, de manera que el conflicto se mantenga entre una guerra activa y un enfrentamiento frío.

La reacción del ministro del Exterior ruso, Serguéi Lavrov, confirma que el Kremlin no caerá en la trampa de un conflicto congelado. Dijo que EEUU y sus satélites europeos y del G-7 buscan la derrota militar del ejército ruso en el campo de batalla, sin detenerse en este momento táctico, porque después quieren eliminar al gobierno de Putin como rival geopolítico y propiciar una ruptura territorial de Rusia. Debido a lo cual, Moscú tendrá que dar una respuesta firme y consistente a la guerra que se le ha declarado.

El 26 de mayo, Lavrov afirmó que EEUU no saldrá inmune de sus intentos por lanzar una tercera guerra mundial y que Washington se equivoca al pensar que su seguridad está garantizada por el océano Atlántico. A su vez, el vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional ruso, Dmitri Medvédev, advirtió que en caso de que el Occidente colectivo proporcione armas nucleares a Ucrania, el Kremlin tendría que lanzar un ataque preventivo.

Ante una eventual guerra prolongada de desgaste de EEUU/OTAN contra Rusia, la necesidad primordial del Kremlin es asegurar su frontera occidental, y dado que no hay margen para ninguna negociación creíble sobre seguridad en Europa, parece claro que ese objetivo debe alcanzarse manu militari. Lo que significa en primer lugar la liberación completa de los cuatro óblasts incorporados a la Federación Rusa, y después la creación de una franja de seguridad en la frontera suficientemente profunda. Sin lograr primero esos resultados, es difícil que Moscú se plantee avanzar más hacia el oeste (Odesa y Transnistria), ya que eso significaría estirar demasiado las líneas logísticas.

El 27 de mayo, el secretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Oleksii Danilov, aseguró que sus tropas están preparadas para lanzar una contraofensiva a fin de recuperar los territorios ocupados por Rusia. Lo que fue ratificado, en apariencia, por el comandante en jefe de las fuerzas armadas, Valeri Zaluzhni, en un video compartido en su canal oficial de Telegram.

Pedro según medios rusos, Zaluzhni había sido herido de gravedad durante un ataque con cohetes de las fuerzas rusas contra un puesto de mando próximo a la localidad de Posad-Pokróvskove, cerca de Jersón, a principios de mes.

El conflicto podría entrar en una nueva fase de signo incierto. Pero todo indica que a Biden se le acaba el tiempo para apuntarse una victoria en Ucrania. Cuanto más se prolongue la guerra, más tóxica será políticamente para él y su equipo.

La Jornada

 

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