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Mundo, Brasil :: 19/03/2010

En Haití la población no se preocupa por las elecciones, ya que no hay esperanza de cambio

Opera Mundi
Entrevista con José Luis Patrola, del MST de Brasil, sobre la situación actual. "Las últimas elecciones apenas contaron con 8% de participación de los electores"

El panorama es perverso: los análisis realizados por economistas y dirigentes de organizaciones campesinas muestran que la ayuda internacional, como consecuencia de los desastres naturales, aumenta el nivel de dependencia de las importaciones y no permite el fortalecimiento de la producción agrícola de Haití, según explicó José Luis Patrola, profesor de Historia y coordinador del programa de cooperación entre la Via campesina del Brasil y organizaciones campesinas de Haití, en una entrevista a la agencia Opera Mundi. Según Patrola, hasta los años 1990, los campesinos eran responsables de la producción del 80% de los alimentos requeridos por la sociedad. Hoy, sólo producen 45%.

¿Cuál fue la reacción de la gente después de que el gobierno haitiano solicitó que todos aquellos que tuvieran parientes fuera de Puerto Príncipe dejaran la capital?

La concentración de personas en la región de Puerto Príncipe es enorme. Debido a que el terremoto afectó principalmente esa zona, hubo un cambio radical en la vida de todos. Cientos de miles de personas que perdieron sus casas o que se encontraban en una situación difícil antes del terremoto instalaron grandes campamentos en todas las plazas del área metropolitana, especialmente la Cham de Mas, ubicada frente al palacio nacional. Otra parte migró masivamente a zonas rurales huyendo del terror en busca de comida, vivienda, agua y el mínimo abrigo. Se estima que entre 600 mil y un millón de personas abandonó Puerto Príncipe. En resumen, más de 250 mil personas murieron en el terremoto y un millón migró en busca de otras zonas. Un desastre sin precedentes.

¿Cómo es la situación económica en el campo haitiano?

El área rural haitiano, que alberga más del 65% de la población y es responsable de gran parte de la economía, es muy pobre. Las pocas tierras fértiles del país están divididas entre muchos campesinos. Casi 75% del territorio es montañoso. Por una serie de factores relacionados con la apertura comercial, el campo haitiano ha sufrido mucho. En la actualidad, más del 55% de los alimentos consumidos en el país son importados. Sin embargo, las organizaciones campesinas temen la invasión de semillas híbridas y transgénicas como forma de lucha contra el hambre.

¿Cuáles son los principales productos cultivados en Haití?

Hasta los años 1990 los campesinos haitianos eran responsables de la producción de 80% de los alimentos requeridos por la sociedad. De la producción de leche, legumbres y granos, hasta los géneros industrializados, existía una economía agrícola razonable. Después de la apertura comercial y las importaciones, el sustento de los agricultores terminó. Hoy, a pesar de que los campesinos cumplen un papel importante en la economía nacional, hay una crisis que se agrava debido a la degradación de las tierras y a la erosión del suelo. Esos problemas surgieron tras la deforestación desenfrenada, motivada por el consumo de carbón vegetal como combustible.

¿Los campesinos consiguen mantenerse con la producción?

La precariedad del sistema de transporte y las dificultades de comercialización de sus productos provocan el aumento de la pobreza. Los campesinos son el estrato más pobre y explotado de la sociedad. Muchas veces se alimentan mal y destruyen la selva, en busca de carbón, que termina por ser la única forma de generar ingresos.

¿Cuál es el efecto que tiene en la producción local la dotación de alimentos por parte de extranjeros?

Los análisis de economistas y dirigentes de las organizaciones campesinas muestran que la ayuda internacional, motivada por los desastres naturales, aumenta el nivel de dependencia de las importaciones y no permite el fortalecimiento de la producción nacional. Es verdad que en momentos de crisis la ayuda humanitaria es importante. Sin embargo, es necesario transformarla en ayuda estructural a mediano y largo plazo. Haití es un país que sufre mucho por la falta de soberanía económica, política y alimentaria. El terremoto comprobó una vez más esa terrible realidad.

¿A pesar de ser un país rural, la representatividad política de las masas rurales es débil ¿Esto podría cambiar después del terremoto?

Toda la sociedad haitiana está cambiando desde el terremoto. Hasta dónde llegará ese grado de transformación “espontánea” es aún una incógnita. Existe una élite política que concentra sus preocupaciones en los procesos electorales. Las últimas elecciones apenas contaron con 8% de participación de los electores. Hay una pérdida generalizada de credibilidad en la política tradicional. La población no se preocupa por el proceso electoral, ya que no hay esperanza de cambio. Los políticos oportunistas se aprovechan de tal circunstancia para favorecer sus intereses personales. Existe un frente campesino que podrá representar una alternativa para el pueblo haitiano de manera general. Los rastros del terremoto podrán marcar una nueva década para las fuerzas sociales que pautan un proyecto de cambios para Haití. Hay señales de unidad.

Agronegocio significará la “muerte” para los campesinos haitiano

En la segunda parte de la entrevista concedida al Opera Mundi, José Luis Patrola, profesor de Historia, miembro del MST (Movimiento Sin Tierra) y coordinador del programa de cooperación entre la Vía Campesina de Brasil y organizaciones campesinas de Haití, habla de la presencia del movimiento brasileño en Haití que data de 2009. De acuerdo con él, la ya debilitada agricultura haitiana sufriría aún más si se instalara un modo de producción intensivo .

¿Cómo es la acción del MST en el país?

Desde 2009, el MST desarrolla un programa importante de cooperación con las organizaciones campesinas de Haití, que fortalece nuevas técnicas de producción y apoya métodos organizativos capaces de reforzar la capacidad y fuerza del movimiento campesino. Nuestro espíritu solidario aumentó con el terremoto. Estamos preparando un equipo de 30 personas quienes trabajaron durante un año allá, enseñando a las diversas organizaciones campesinas nociones de agroecología, a construir casas, cisternas para almacenamiento de agua, a plantar hortalizas, producir semillas y un programa de replantación fructífera.

¿Cuál fue su estrategia de trabajo después del terremoto ya que muchos haitianos volvieron a sus tierras?

Establecimos como estrategia reforzar la ayuda a los campesinos en lo que respecta al medioambiente, a la producción de alimentos y a la organización social. Los problemas del campo ya eran graves antes del terremoto. Hoy, con el éxodo urbano, la situación se agrava aún más. Así, ayudar al sector campesino significa atacar el programa de raíz. En ese sentido, convocamos a los gobiernos solidarios del mundo para que ayuden en la reconstrucción de Haití, sin olvidarse de la población campesina. Sin los campesinos, todo lo que se ha hecho será insuficiente y un simple paliativo.

¿Ustedes reciben ayuda de los gobiernos extranjeros?

En el año 2010 no tuvimos ayuda del gobierno brasileño. Vinimos con nuestros propios y escasos recursos. Hicimos un trabajo de diagnóstico y propusimos una serie de medidas. Muchas de ellas las presentamos al gobierno de Lula y esperamos hacer efectivo un programa de producción de semillas, de construcción de cisternas conjuntamente con el MST y las organizaciones campesinas de Haití.

¿Hay presión por parte de los países que han donado para establecer una agricultura intensiva y la introducción de agrocombustibles?

Hay rumores de que, a causa de los efectos del terremoto y las necesidades que surgieron en el medio rural, las empresas productoras de semillas intentarían controlar ese mercado. En 2009 hubo una gran campaña contra los agrocombustibles. Existe el temor de que muchas tierras usadas para la producción de alimentos se transformen en centros de producción de agrocombustible. Esto aumentaría aún más la vulnerabilidad del sector campesino y el hambre. Creo que la movilización social haitiana y la opinión pública internacional no permitirán que esto suceda. Los campesinos salvaron centenares de miles de personas del terremoto y hoy necesitan ayuda para organizarse y producir alimentos para toda la población. Llevar a cabo el agrogenocidio, en cualquiera de sus formas, significaría sembrar la muerte en esas tierras.

¿Cuáles son los riesgos principales para la agricultura haitiana?

El mayor riesgo para el campo haitiano es sufrir la incapacidad de producir alimentos para su propia subsistencia y para la población urbana. Por otro lado, si el país no cambia urgentemente en nivel de vida de los campesinos pobres que deforestan la poca reserva forestal existente en busca de alguna fuente de ingreso, los ciclones y huracanes serán cada vez más devastadores. Haití tenderá a desaparecer si esos problemas estructurales no son resueltos. Vivimos aquí bajo una permanente amenaza de una tragedia demográfica sin precedentes.

¿Es fácil introducir la lógica de producción en cooperativas en el país?

Históricamente los campesinos siempre desarrollaron técnicas de cooperación. Con la introducción del capitalismo, esas técnicas fueron sustituidas por el individualismo. Afortunadamente, muchas de esas técnicas prevalecen en Haití y los campesinos son muy solidarios en el trabajo productivo. Debemos fortalecer esas experiencias sin pensar que somos mejores que ellos. Ese pueblo tiene una historia y una cultura que deben ser respetadas.

¿Cree usted que el terremoto puede ser, desde el punto de vista de la agricultura, un nuevo punto de partida?

Tendremos que ver el terremoto como una ocasión para reconstruir un país que se derrumbó. Las ruinas de Haití apenas se agravaron por el temblor de tierra. No es a partir de hoy que esa pequeña isla, sobrepoblada, clama por ayuda estructural. O ayudamos a reconstruir ese país o seremos testigos de nuevas tragedias sin precedentes como la ocurrida en día 12 de enero de 2010.

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