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Argentina :: 04/06/2019

Enemigos

Guillermo Cieza
Crece una concepción dentro de nuestras organizaciones de que nuestro principal enemigo es el Estado y después viene todo lo demás

Leyendo unos materiales surgidos en reuniones de organizaciones de nuestra izquierda independiente, he advertido que a la hora de identificar enemigos se ha mencionado seis veces al Estado y en ninguna oportunidad al capitalismo y al imperio. Creo que esto no es ninguna casualidad sino que expresa el crecimiento de una concepción dentro de nuestras organizaciones de que nuestro principal enemigo es el Estado y después viene todo lo demás. Es parte de un clima de época que se expresó en las consignas como " A Santiago Maldonado lo mató el Estado", postergando las responsabilidades de Macri, el capitalismo, etc.

Mi primera observación es que en aquello de que el principal obstáculo es el Estado, tenemos una sospechosa coincidencia con los lideres de la extrema derecha neoliberal como Jose Luis Espert, que dicen que uno de los ejes principales de su propuesta es achicar el Estado donde sobran 1.800.000 empleados públicos. Y también con el Presidente Macri, que sigue empeñado en avanzar con su proyecto de privatizar las jubilaciones, la salud y la educación. Sin olvidar a Trump, que ha convocado a una cruzada para eliminar a países y estados calificados como forajidos, apelando a la desintegración de las identidades nacionales y la de sus Estados, siguiendo el modelo de Yugoslavia, que se prolongó en Irak y Libia y no pudo complementarse en Siria. En América Latina promovió la separación del pueblo originario miskitos en Nicaragua en los '80, en Bolivia trató de separar la región de la Media Luna y en Venezuela promueve la división de los Estados andinos y también una división en Amazonas apoyándose en algunos lideres de la comunidad de los Pemones.

Resulta curioso que estas posiciones surjan en organizaciones que en los últimos años años han invertido importantes esfuerzos militantes en Entes ejecutores, que hacen desde los movimientos tareas que antes hacia el Estado. Donde sus trabajadorxs docentes luchan demandando al Estado su responsabilidad por el financiamiento de la educación pública, las mujeres exigen al Estado la legalización de la ley del aborto, y los familiares de víctimas del gatillo fácil exigen al Estado que los policías asesinos vayan a la cárcel. Estas demandas no convierten a lxs docentes, las mujeres y los familiares y lideres territoriales en pro capitalistas, ni imbéciles, sino que certifican que todavía ven en el Estado un lugar de disputa y de reclamo, sin desconocer su objetivo de reproducción del capitalismo. Hay mas posibilidades de conseguir algunas victorias si disputamos con el Estado. Su origen electoral y su formalidad de "representación de todos" da margen para hacer reclamos. La ley del Aborto no se la pueden exigir a la UIA [Unión Industrial Argentina] o la Sociedad Rural.

Identificar al Estado Nacional como enemigo principal en un país dependiente como el nuestro no resulta compatible con la caracterización que seguramente compartimos de que el capitalismo mundial esta tratando de saldar su crisis y la baja de su tasa de ganancia, con un feroz incremento de las apropiaciones de bienes naturales de los países periféricos, eliminando cualquier obstáculo que se le interponga (entre ellos las identidades y los Estados nacionales).

Justificar que no nos presentamos a elecciones, porque no queremos saber nada con el Estado, me parece una postura equivocada desde lo teórico, pero algo mucho mas grave. Estamos convirtiendo necesidad, carencia, en virtud. En vez de hacernos cargo de nuestros déficits de politización de nuestras organizaciones que impiden, entre otras cosas, haber trabajado en una propuesta electoral, decimos que esto refirma nuestro carácter revolucionario. En vez de hacernos cargo de que estamos flojos, decimos que estas cosas nos suceden porque andamos muy bien.

La verdad es que la base de nuestro movimiento no esta pensando en participar en político electoral, pero tampoco en cambiar la sociedad. Y esto no lo digo porque se me ocurre, hago formación de base, y cuando le pregunto a los compas cuál es su cielo, su objetivo, me dicen: " Quiero un país donde nuestros hijos crezcan con seguridad, que tengamos un trabajo digno, que tengamos un gobierno que no robe, o que robe pero que reparta.". Ni siquiera se plantean la posibilidad de un gobierno popular.

Esta distorsión con respecto a qué es lo que tenemos enfrente se expresa también en otros debates, como es el caso de la plurinacionalidad. La Argentina es un país donde viven un 6% de personas nacidas en otros países (hermanos latinoamericanos, españoles,chinos, japoneses, italianos, ingleses, portugueses, etc). También un país donde en buena parte de la población corre sangre originaria, y hay unos pocos miles que se asumen como originarios (no creo que lleguen al 3%). Con menos argumentos que en Bolivia o Ecuador, donde la población originaria es mayoritaria y sus naciones han mantenido existencia política y organizaciones representativas desde los tiempos coloniales, creo que plantear nuestra identidad plurinacionalidad es un acto de justicia.

Lo que me resulta absurdo que para incluir a una minoría (no supera el 10%) se quiera quitar los símbolos nacionales que arropan al 90% que se identifican como argentinos, aún desde muchos años antes de la constitución del Estado nacional. Reconocer la plurinacionalidad sería agregar símbolos y banderas, no bajar los existentes. El argumento de que un símbolo creado como estandarte de lucha contra el imperio [cuando la Independencia de España] fue utilizado posteriormente para otras causas, algunas nefastas, es insuficiente para abandonarlo. En esta campaña electoral la imagen de Darío Santillán va a asociarse a la campaña de Los Fernández, Con la argumentación utilizada, tendríamos que replantearnos también la identidad de Dario Santillán como símbolo popular y de izquierda.

Viví 3 años en Venezuela y los compañeros y compañeras chavistas se ponían muy contentos cuando íbamos a la movilización con una bandera argentina. Participe en algunas organizaciones venezolanas como fue el movimiento de formadores Hugo Chávez. Habiendo nacido en otro país hermano, nunca se me hubiera ocurrido decirles que no podían poner la bandera venezolana. Y podría imaginarse la respuesta: "A ti te mando Trump". Si algo tienen muy claro los venezolanos es que la opresión colonial que sufrió el país estaba basada en gran parte en que habían conseguido avergonzarlos de su identidad nacional, de"ser un pueblo de flojos". El cambio revolucionario empezó a producirse con la reivindicación de esa identidad como "pueblo de libertadores".

Pero bueno, así se piensa en Venezuela, en un pueblo que sigue viviendo un contexto revolucionario, donde todos los días se resiste heroicamente al bloqueo del imperio, con un gobierno que ayuda poco pero al menos no se rinde, y donde si no han invadido todavía es porque saben que ese pueblo va a dar batalla.

En la Argentina, donde las opciones son Macri o los Fernández, donde la representación electoral de la izquierda es el FIT [Frente de Izquierda y de los Trabajadores], donde quienes no hicimos los deberes nos consolamos diciendo que no los hicimos porque somos revolucionarios y donde nuestro mayor merito parece ser repetir lo que hicimos siempre, luchar, estar en la calle, tenemos otros debates.

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