Hacerle frente a quienes arrasan con todo


En los últimos días parece haber "bajado la espuma" respecto de las protestas por la prisión de Cristina Kirchner. La atención periodística dejó de centrarse en el ya famoso edificio de San José 1111 (Buenos Aires). Ya no da cuenta de la concentración de partidarios frente al departamento que ocupa la ex presidenta. Y ha colocado la sordina sobre los movimientos de sus abogados y otras informaciones relativas al tema.
No se trata sólo del tratamiento de los medios (casi todos de derecha). En el propio peronismo, kirchnerista o no, la mirada viró hacia las próximas elecciones. Y en forma más inmediata a la inminente instancia de cierre de listas para el primero de los dos comicios en la provincia de Buenos Aires, que tendrá lugar en los primeros días de septiembre.
Se realizó un cónclave con ínfulas de "reunión cumbre" con la presencia de Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa. El acuerdo en las listas para la provincia que constituye su objetivo parece trabajoso. En particular por el renovado impulso hegemonista de "La Cámpora", tentada por desplazar lo más posible al gobernador de la provincia a lugares subalternos en la nómina de candidatos y candidatas. Quieren cobrarle su distanciamiento con Cristina.
Para ello cuentan con el espaldarazo que les otorgó el acentuado resurgimiento de su figura producto de la confirmación de la arbitraria sentencia y su consiguiente arresto. Los ayuda que Kicillof no parece acertar con una fórmula para realzar su protagonismo político. Ya ocurría antes de las novedades judiciales, al no entonar las "nuevas canciones" que había anunciado, en polémica con Máximo.
O no elaboró una nueva propuesta o no acierta a difundirla con eficacia. El hecho es que ni él ni sus colaboradores lograron trascender la defensa de la actual gestión provincial, por cierto plagada de dificultades. Producida la detención de la ex jefa de Estado, no pudo ubicarse frente a la mala voluntad de la dirigencia del Partido Justicialista, cuya primera apuesta fue ningunearlo, dejándolo afuera de las principales manifestaciones de apoyo a CFK.
Su respuesta fue sumarse a las principales manifestaciones callejeras de solidaridad con la expresidenta. Su movimiento "Derecho al Futuro" aportó un elevado número de concurrentes. El mandatario bonaerense participó de la concentración desde el llano, sin formar parte del palco de honor.
La "justicia" del imperio
Esta semana resonó el pedido de entrega del 51% de las acciones de YPF por parte de la jueza de Manhattan Loretta Preska. Lo que forzó al gobernador y economista Kicillof a salir en pública defensa de su intervención en la estatización parcial de la estratégica compañía. No podía hacer otra cosa frente a los ataques de la mayoría de los medios. Éstos le echan la culpa de todos los males por haber cometido la "insolencia" de quitar a las empresas privadas el control de esa empresa pública decisiva.
El gran capital y sus servidores no están dispuestos a perdonar el menor desvío de los intereses del gran capital. Y en esa línea se suman a poner al estatuto de la petrolera vigente en 2012 por encima de las leyes nacionales y del derecho a expropiar establecido en la constitución nacional.
La defensa del gobernador hubiera merecido un respaldo mucho más amplio y potente. Se trata de la prepotencia del fondo Burford como demandante y del ademán imperial de la jueza. Y también del espíritu de entrega que lleva a la pasiva aceptación de la jurisdicción estadounidense para eventuales conflictos, en desmedro de la soberanía nacional.
Es sabido que el juzgado ha valuado el importe de la indemnización por un porcentaje minoritario de las acciones en 16 mil millones de dólares, más de lo que vale la compañía entera. Un ataque directo a la economía argentina y un modo de remachar la dependencia económica y el alineamiento automático con la política exterior del imperio.
Algunos destellos en medio del vaciamiento de la política
Lo cierto es que una vez más la dirigencia política peronista parece optar por la búsqueda del voto y la lectura obsesiva de encuestas en lugar de dar a sus acciones contenidos que respondan a las acuciantes necesidades de la mayoría de la sociedad argentina. Corren en pos de un triunfo electoral en septiembre y octubre que, por ahora, no parece el resultado más probable.
Cabe el atenuante de las acciones en las últimas semanas en el congreso nacional. Allí bullen iniciativas sobre una ley de emergencia sanitaria, la restitución de la moratoria previsional, un aumento para jubiladas y jubilados, restitución del financiamiento a las universidades y limitaciones al dictado de decretos de necesidad y urgencia.
Algunas de esas iniciativas legislativas han sido aprobadas en la cámara de diputados y otras están en trance de ingresar en el debate parlamentario. Para las que sean aprobadas se alzará el espectro de la "vetocracia". Esa depravación del hiperpresidencialismo que el actual mandatario está decidido a usar contra cualquier intento legislativo de poner límites a sus planes.
El peronismo se halla frente a la encrucijada de insistir en el repudio a la prisión de su líder y al mismo tiempo construir apelaciones con visión de futuro. Algo que se sume a la reivindicación del lapso 2003-2015, que ya va quedando lejos en el tiempo y fuera de la memoria colectiva de las generaciones más jóvenes. No es una dificultad sólo de construcción discursiva sino de decisión política.
La propia defensa de Cristina presenta dificultades para algunos intereses en el interior del peronismo. No faltan intendentes del interior bonaerense que argumentan que llevar como insignia de campaña "libertad a Cristina" o "Cristina es inocente" los llevaría a la derrota en sus distritos, que no destacan por la adhesión ciudadana a su figura.
Por lo demás dista de estar claro que un eventual retorno del peronismo al gobierno traiga algo distinto que la disposición a persistir en la administración de lo ya existente. Con el sólo agregado de la morigeración de las aristas más agresivas del gobierno "libertario". El renovado protagonismo de un hombre del establishment como Massa hace difícil albergar expectativas en esa dirección.
Ciertas figuras parecen no tener que rendir nunca cuentas. El descalabro que el dirigente oriundo de Tigre contribuyó a producir desde la cartera de economía no lo ha privado de un lugar expectable de aliado peronista. La mellada conducción del PJ lo ha acogido con los brazos abiertos en una medida que no aplicaron al gobernador -progresista-, como ya hemos visto.
El ecumenismo tiene serios límites, como ocurre en el campo sindical, done abundan los practicantes del "oficialismo permanente" y no faltan los dispuestos a pasarse al mileísmo sin sonrojarse.
Van por todo y por todos. Cómo enfrentarlos
El significado de la condena a CFK excede el campo del peronismo. Así lo entendieron los sectores de izquierda. Ellos se solidarizaron con rapidez y firmeza. Lo hicieron en el entendimiento de que no sólo se trata de un encono personal contra la ex mandataria, sino de un avance sobre las libertades de todos y todas los que se opongan con claridad al actual rumbo del país. Levantaron la necesidad de una movilización permanente. No tuvo eco.
La poderosa articulación entre la gran empresa, los partidos de derecha, la hegemonía mediática y el poder judicial constituye una amenaza que no se detendrá por su propio impulso.
Si no se la combate con decisión y continuidad puede avanzar hacia un "estado de excepción" que le ponga un cerrojo al debate político y criminalice la protesta social. La ministra de "seguridad" es sólo la expresión más altisonante de una convergencia de voluntades que tiene esos objetivos.
Nadie debería darse el lujo de dejar en la oscuridad al atropello cometido. Es sabido que la impunidad del primer paso en una dirección ominosa habilita y estimula a que se den sucesivos empujes en la misma dirección.
En las calles la movilización continúa por diversas causas, en general ligadas a la resistencia de los sectores más agredidos por las políticas del gobierno. La comunidad universitaria; el hospital pediátrico Garrahan y otros sectores ligados a la salud pública, jubiladas y jubilados y algunos sindicatos tienen presencia regular en el espacio público.
Lo que no despunta aún es una respuesta unificada. Que pueda conjugar las reivindicaciones sectoriales con un posicionamiento frente al gobierno que vaya más allá del rechazo a sus políticas. Un gran interrogante que se cierne sobre las fuerzas dispuestas a hacer verdadera oposición es cómo incidir en aquellos sectores que han votado a Javier Milei y todavía mantienen esperanzas de que algo cambie para mejor en medio de la acción de la "motosierra".
En estos días no se juega un resultado electoral sino el futuro inmediato de argentinas y argentinos, de sus derechos y condiciones de vida. La respuesta no puede remitirse al cuarto oscuro, necesita ver la luz del debate público y la movilización creciente. Quienes repudian las políticas en curso sin especulaciones subalternas ni conciliación posible tienen la palabra.