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EE.UU., Europa :: 27/02/2023

Estúpidos actos de guerra

Valeria Carbone
Hubo quienes acusaron a Hersh de "conspiracionista" y -renegando de la historia- niegan la posibilidad de un tipo de accionar que ha sido propio de EEUU

Una serie de temas se impusieron en la agenda política de EEUU en el comienzo de 2023. Desde el escándalo por la posesión de documentos secretos en manos no solo del actual presidente cuando era vice, sino de su antecesor [Donald Trump] y su ex vicepresidente [Mike Pence]; el discurso del Estado de la Unión y la censura educativa en todos los niveles; hasta todo lo que sucede en La Florida, el incremento de la violencia policial y el número de asesinatos masivos en lo que va del año, que ya superó los 60 en 40 días.

Todo ello hasta que apareció una noticia impactante que, aunque no tuvo el impacto mediático que se merece, sí tiene el potencial de incrementar las tensiones en un ya de por si endeble orden internacional.

Seymour Hersh es un destacado periodista de investigación que en 1970 obtuvo el Premio Pulitzer en International Reporting por su artículo "Lieutenant accused of murdering 109 civilians" [Teniente acusado de asesinar a 109 civiles]. Publicado originalmente por The New York Times y replicado innumerables veces, Hersh denunció el accionar de las tropas estadounidenses en Vietnam, el asesinato masivo y abuso de civiles vietnamitas, la existencia de fosas comunes, el sistema de premios y castigos establecido por las Fuerzas Armadas para los soldados en el frente, y mostró evidencia fotográfica de lo que sacudió la conciencia y moral de una nación: la masacre de Mai Lai.

En 1973, Hersh escribió para el mismo periódico otro famoso artículo sobre la historia de los bombardeo clandestino de Camboya ordenados por el gobierno de Richard Nixon. Dos décadas después, publicó The Samson Option [1991], una investigación sobre cómo Israel estuvo a punto de utilizar una bomba nuclear después de que Egipto y Siria irrumpieron en territorios que Israel ocupaba ilegalmente, como la península del Sinaí y los Altos del Golán.

Hersh hizo además importantes investigaciones sobre el caso Watergate [que fueron citadas en las audencias del Senado], la guerra contra el terrorismo y la invasión a Irak. Estuvo a la vanguardia de las denuncias por las torturas en la prisión de Abu Ghraib, que incluyeron tanto a los soldados estadounidenses implicados como a la política formulada por los altos mandos de Bush.

En mayo de 2015, el periodista volvió a adquirir notoriedad cuando en un artículo para la London Review of Books reveló que fuentes paquistaníes y anónimas estadounidenses sostenían que importantes funcionarios de los gobiernos de EEUU y Pakistán - entre ellos Obama -, habían mentido en relación con los detalles de la redada de 2011 en el complejo de Abbottabad [Pakistán] en la que murió Osama bin Laden, líder de Al Qaeda. Entre otras cosas, Hersh afirmó que el servicio de inteligencia paquistaní tenía prisionero a Bin Laden desde 2006 y que funcionarios de ese país sabían de la redada antes de que se produjera, alegaciones negadas por la Agencia Central de Inteligencia [CIA] y Obama.

A lo largo de su vasta carrera, Hersh se ha destacado por su prosa, pero por sobre todo por la verificabilidad de su proceso de investigación y la fiabilidad de las fuentes testimoniales obtenidas entre miembros de las altas esferas [por lo general no identificadas] del gobierno, el ejército y la comunidad de inteligencia del imperio.

A sus 85 años, Hersh volvió a ser [y hacer] noticia. En un artículo publicado en forma independiente - y a través de esta misma plataforma - titulado How America Took Out The Nord Stream Pipeline, Hersh denunció que el gobierno estadounidense saboteó los gasoductos Nord Stream 1 y 2, construidos para transportar gas natural de Rusia a Europa, y de responsabilizar por el hecho al presidente Putin en el contexto del conflicto en Ucrania [ https://lahaine.org/gD1w ].

En septiembre de 2021, el gasoducto ruso sufrió una serie de "explosiones submarinas" en el Mar Báltico. Cuando se conoció el hecho, la Casa Blanca acusó a Rusia de "auto-sabotaje". Y si bien hubo quienes hablaron de "accidente", otros como el Ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Radek Sikorski, señalaron a los EEUU. Lo mismo hizo el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia que no solo catalogó las explosiones de ataques terroristas, sino que sugirió que tenía pruebas que apuntaban a la implicación de países occidentales.

En su nota, el periodista afirma que una fuente gubernamental "con conocimiento directo de la planificación operativa" le reveló que el sabotaje, autorizado en forma expresa por Biden, fue ejecutado por la marina estadounidense con ayuda de Noruega. Según Hersh, fueron buzos de la Marina los que colocaron los explosivos activados por control remoto que, tres meses después, destruyeron tres de los cuatro gasoductos Nord Stream.

El operativo se habría llevado a cabo durante ejercicios militares programados en el Mar Báltico, lo que terminó por involucrar a las fuerzas de otros países miembros de la OTAN:

Durante los últimos 21 años la Sexta Flota norteamericana, cuyo buque insignia tiene su base en Gaeta [Italia], al sur de Roma, ha patrocinado cada mes de junio un gran ejercicio de la OTAN en el Mar Báltico en el que participan decenas de barcos aliados de toda la región. El ejercicio actual, que se celebrará en junio, se conocería como Operaciones Bálticas 22, o BALTOPS 22. Los noruegos propusieron que ésta sería la tapadera ideal para plantar las minas.

Los norteamericanos aportaron un elemento vital: convencieron a los planificadores de la Sexta Flota para que añadieran al programa un ejercicio de investigación y desarrollo. El ejercicio, según hizo público la Marina, implicaba a la Sexta Flota en colaboración con los "centros de investigación y guerra" de la Marina. El evento en el mar se celebraría frente a la costa de la isla de Bornholm y en él participarían equipos de buceadores de la OTAN sembrando minas, y los equipos competidores utilizarían la última tecnología submarina para encontrarlas y destruirlas.

Dos de los tres gasoductos que explotaron [Nord Stream 1] proporcionaron durante más de diez años gas natural ruso barato a Alemania y gran parte de Europa occidental. Los otros dos eran los del Nord Stream 2. La construcción de esta línea se había completado en septiembre de 2021. Si bien aún no estaba en funcionamiento, se estimaba que cuando estuviese activado aumentaría en un 50% la cantidad de gas ruso disponible para Alemania y Europa Oriental. El temor de los EEUU ante este escenario era que estos países "se volverían adictos al gas natural de bajo coste suministrado por Rusia, disminuyendo al mismo tiempo la dependencia europea de EEUU." Siguiendo está lógica, Hersh continúa:

"Con las tropas rusas reunidas en la frontera con Ucrania y la guerra más sangrienta en Europa desde 1945 a la vista, Biden vio los oleoductos como un vehículo para que Rusia usara el gas natural como arma para sus ambiciones políticas y territoriales"

En su momento, Biden fue particularmente explícito sobre este punto. Semanas antes de la invasión rusa de Ucrania y en presencia del canciller alemán Olaff Scholz durante el encuentro entre ambos en la Casa Blanca, Biden dijo que si el presidente Vladímir Putin atacaba el país vecino, "no habrá ningún Nord Stream 2". Para luego agregar: "Prometo que seremos capaces de hacerlo". ?

Hersh nota que veinte días antes, la subsecretaria del Departamento de Estado Victoria "Fuck Europe" Nuland había transmitido esencialmente el mismo mensaje en una ronda de prensa: "Quiero ser muy clara con ustedes hoy... Si Rusia invade Ucrania, de un modo u otro Nord Stream 2 no seguirá adelante".

El sabotaje fue planificado por la CIA a instancias del Departamento de Estado. Empezó como una "covert op" [operación encubierta] para transformarse en un "operativo de inteligencia altamente clasificado con apoyo militar estadounidense", lo que le permitió no tener que informar al Congreso.

Logísticamente, la Marina utilizó una base estadounidense en Noruega - gran productor de gas que podía tener "intereses" en una operación que "le permitiría vender mucho más de su propio gas natural a Europa". Según el periodista, el 26 de septiembre, un avión de la Marina noruega fue el encargado de lanzar una boya hidroacústica que detonó los artefactos explosivos. Meses después, investigadores de Suecia y Dinamarca --en cuyas zonas económicas exclusivas se produjeron las explosiones-- afirmaron que efectivamente las roturas fueron el resultado de un sabotaje, pero no mencionaron posibles responsables.

El artículo de Hersh se basa -al menos explícitamente- en una única fuente "no identificada" "con conocimiento directo de la planificación de la operación". Esta fuente afirmó que las agencias de seguridad de EEUU estuvieron nueve meses debatiendo las posibilidades y factibilidad del tema antes de que Biden tomara la decisión, y que el dilema no pasaba por si llevarlo o no a cabo, "sino en cómo y quién debía ejecutarlo".

"La Marina propuso utilizar un submarino recién puesto en servicio para atacar directamente el oleoducto. La Fuerza Aérea discutió la posibilidad de lanzar bombas con espoletas retardadas que pudieran detonarse a distancia. La CIA argumentó que, se hiciera lo que se hiciera, tendría que ser encubierto. Todos los implicados comprendieron lo que estaba en juego. "Esto no es cosa de niños", dijo la fuente. Si el ataque se podía rastrear hasta EEUU, "era un acto de guerra" [...] Es estúpido y será una pesadilla política si sale a la luz"

El periodista agrega que consultó al gobierno y a los servicios de Inteligencia de EEUU sobre el tema antes de publicar la nota, pero que estos negaron categóricamente la información. En palabras de Hersh: "Cuando se le pidió un comentario, Adrienne Watson, portavoz de la Casa Blanca, dijo en un correo electrónico: 'Esto es una ficción falsa y completa'. Tammy Thorp, portavoz de la Agencia Central de Inteligencia, escribió de manera similar: 'Esta afirmación es total y absolutamente falsa'". El Departamento de Defensa de EEUU y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega también negaron las afirmaciones.

Por supuesto, hubo quienes acusaron a Hersh de "conspiracionista" y - renegando de la historia - niegan la posibilidad de un tipo de accionar que ha sido propio de las agencias de inteligencia estadounidenses con la venia del Poder Ejecutivo. En esta línea, la mayoría de los grandes medios, e incluso reconocidas agencias de noticias, han desenfocado, ignorado o subestimado la nota, rebajando a Hersh a la categoría de "blogger" y sugiriendo que tiene problemas mentales por su edad.

Nathan Hammond, editor de Currents Affairs, puso sobre la mesa una simple realidad: "si el informe de Seymour Hersh de que EEUU hizo estallar el oleoducto Nord Stream es correcto, es un gran acto de terrorismo internacional [y sería etiquetado como tal si Rusia nos lo hiciera a nosotros]." Lo que pone en perspectiva la situación en la que nos encontramos en este momento.

El 9 de febrero, el Parlamento ruso emitió una declaración reclamando una investigación internacional seria "que lleve a Biden y a sus cómplices ante la justicia". Además de denunciar encubrimiento, exigen que EEUU pague "indemnizaciones a los países afectados por el ataque terrorista".

La nota de Hersh termina con una suerte de reflexión de su "fuente con conocimiento directo de la planificación operativa" en la que alaba a Biden por la decisión tomada ["tengo que admitir que el tipo tiene los huevos bien puestos. Dijo que iba a hacerlo, y lo hizo"], considera que la respuesta de Rusia al atentado está medida por sus deseos o capacidad "de hacer [eventualmente] lo mismo que hizo EEUU", y estima que la única falla de una "gran operación" fue "la decisión de llevarla a cabo".

Y ahora lo que nos queda es lidiar con las consecuencias de un estúpido acto de guerra realizado por EEUU.

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