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Argentina, Anti Patriarcado :: 09/10/2022

Feministas populares hacia el 35° Encuentro: mirarse a la cara, juntar aprendizajes, seguir la lucha

Celina Rodriguez Molina, Juliana Diaz Lozano
¿Cómo llega el movimiento feminista al 35 encuentro de San Luis este fin de semana?

¿Cuáles son nuestros dilemas ahora que la marea está calma, y por momentos, debilitada? ¿Podemos obtener algunas lecciones de lo ocurrido durante la pandemia y después?

Estamos en el umbral de un Encuentro cargado de desafíos. Será el ámbito que nos vuelva a reunir después de tres años sin encuentros federales. Esperamos de él que nos permita renovar debates y agendas de lucha. Y a su vez, muchxs piensan, este año el Encuentro debe renovarse a sí mismo, en sus lógicas políticas y organizativas. Pero hay un mandato no del todo confesado que lxs feministas asignamos al 35 encuentro: esperamos que vuelva a reunir nuestros aprendizajes pandémicos y la esperanza colectiva que pocos años antes supo arrasar con todo.

La marea verde o marea feminista que fraguamos en los últimos años en Argentina (y en otros países) parece estar en un impasse en relación a la visibilidad y masividad fundamentalmente desde la pandemia, aunque esta no haya sido la causa. Luego del enorme logro de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo -y más importante- de haber ganado masivamente las calles y haber generado mecanismos de organización inéditos, democráticos, plurales, pero también radicales, estamos en un momento de cierto repliegue en la visibilidad. Nos referimos por supuesto a un repliegue del movimiento en tanto presencia popular, masiva y organizada. Porque está claro que las feministas nunca dejamos las calles, ni siquiera en el peor momento de la pandemia. Seguimos saliendo a denunciar los femicidios y transfemicidios, las violencias, los avances sobre cuerpos y territorios. Luchas defensivas que nunca abandonamos.
También seguimos conectándonos internacionalmente, aún virtualmente, generando espacios colectivos de formación política, pensando cada vez más la imbricación de los sistemas de opresión: capitalismo, patriarcado, colonialismo, para pensar qué nos hacen y cómo articularnos.

Un cambio importante de los últimos años, al menos en Argentina, fue la creación de una nueva institucionalidad estatal vinculada a los feminismos.

Para las feministas populares, contar con un Ministerio, secretarías, programas, y otras instancias estatales con un maquillaje de género no ha redundado en cambios significativos en las vidas cotidianas de la mayoría de las mujeres y disidencias. Fundamentalmente porque se trata de instancias sin vinculación fuerte con el movimiento y subsumidas a las lógicas de un gobierno ajustador y cada vez más corrido a la derecha. Nada interesante para nosotras y nosotres se está jugando actualmente en esta institucionalidad en Argentina. Como escuchamos decir a Susy Shock, “No compremos los discursos de la inclusión porque vamos al fracaso”[1].

Ello no implica negar de plano la posibilidad de intervenir hacia/contra/ en el Estado, de seguir luchando por derechos, pero con esta correlación de fuerzas y en el marco de este tipo de gobierno pensar en transformar desde adentro parece cartón pintado. En el continente, otras experiencias están en marcha, quizás con características más prometedoras por tener un movimiento fuerte atrás, como el ascenso de la activista ecologista y afro Francia Márquez a la vicepresidencia en Colombia, o la apuesta de las bancadas parlamentarias de mujeres y disidencias en Brasil. La experiencia constituyente en Chile, recientemente derrotada, también nos propone nuevos balances sobre el rol de las derechas, y también sobre los vínculos entre las disputas feministas en la Asamblea y las mayorías populares.

Por otra parte, para sumar al panorama actual, es insoslayable mencionar los avances de los fascismos y neoconservadurismos en nuestro país, como lo demuestran el ataque contra Cristina, pero también todos los hechos de violencia misógina, racista y antipopular crecientes. Este avance conservador se expresa también en una estigmatización de las organizaciones populares y de quienes luchan y es un enorme desafío para nuestros feminismos. Este neofascismo, parece ser, en parte, una revancha contra el agite feminista a nivel global.

Como siempre recordamos las feministas, nuestro movimiento es muy diverso y plural. Incluso dentro de los feminismos, percibimos la existencia de espacios conservadores, con discursos y prácticas biologicistas y blanquizantes. Estos sectores, por ejemplo, se expresaron en las afrentas contra el cambio de identidad de los Encuentros Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Interesex y No Binaries. Sus esfuerzos recalcitrantes, parecen haber sido derrotados por la fuerza de la historia.

Otros sectores del feminismo liberal sólo proponen como objetivo romper el techo de cristal, la inclusión financiera y digital de las mujeres, eliminar brechas de género y construir liderazgos, pero manteniendo inalterable la estructura social capitalista y extractivista.

También existen, dentro de los feminismos, espacios y referencias progresistas, pero que no articulan sus demandas con las luchas por la liberación social, sino que se centran meramente en el reclamo por luchas de reconocimiento cultural y normativo y no apuestan a cambios sistémicos para los pueblos. Estos feminismos son muy mediáticos, y a veces se vuelven comerciales, pero priorizan cambios individuales (de consumos, de prácticas sexuales, de estéticas) fundamentales, pero que no siempre van de la mano con transformaciones colectivas. Por momentos, y eso ocurrió con fuerza durante la lucha por la Ley IVE, tejimos fuertes alianzas, necesarias y hasta imprescindibles, pero que no comparten, -al menos por ahora-, horizontes políticos profundos.

En este contexto de búsqueda reafirmamos que la apuesta (trans)feminista revolucionaria es internacionalista, dentro del pueblo trabajador, indígena, migrante, y las disidencias populares. Nos quedan preguntas que estamos respondiendo y construyendo en el hacer, ¿cómo reforzamos cada vez más el feminismo incómodo, inconveniente?, ¿cómo logramos que los feminismos se revolucionen así mismos, que siempre estén en ebullición para no ser archivado en un escritorio oficial? ¿Cómo construimos nuevas estrategias y nuevas unidades para masificarnos sin perder radicalidad?

Caminamos hacia el Encuentro con la esperanza puesta en los debates colectivos, en la creatividad sin moldes y en la apuesta por un cambio de todo lo que tenga que ser cambiado.

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[1] 10-09-22. Festival Jauría Mutante. Centro Social Olga Vázquez, La Plata.

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