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Cuba, Mundo :: 13/12/2021

Fidel y Cuba en África

Tatiana Coll
“¡Cómo estarán deteriorados nuestros servicios de inteligencia que no nos enteramos de que los cubanos iban a Angola, sino cuando ya estaban allí!”

I

Lo comentó Kissinger a Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela, después del anuncio oficial de la noticia el 24 de noviembre de 1975: una anécdota contada por Gabriel García Márquez en el impecable artículo Operación Carlota de Cuba en Angola (https://lahaine.org/eO8w). En realidad, el primer barco en costa africana, el Vietnam Heroico, llegó el 4 de octubre, seguido por otros dos, surcaron sigilosamente 10 mil kilómetros llevando a 480 especialistas militares, encargados de organizar centros de entrenamiento para formar 16 batallones de infantería angolana, brigadas médicas -pues en Angola había sólo 90 médicos-, equipo de comunicaciones, transporte y mil toneladas de combustible.

La Operación Carlota arrancó el 7 de noviembre transportando 600 miembros de tropas especiales en los viejos aviones Bristol Britania de turbo hélice, cargados con cañones de 75 milímetros y morteros para atajar el avance de las tropas enemigas que por el norte y el sur habían invadido el territorio, con el objetivo de impedir que el 11 de noviembre Agostinho Neto declarara la independencia del país.

Ciertamente Kissinger ignoraba qué sucedía y planeó otro desenlace: un cómodo paseo para aniquilar esta nueva revolución descolonizadora. Ya para entonces todo el pueblo de Cuba guardaba el secreto compartido.

Este 2021 se amontonan los aniversarios de esa gran epopeya de Fidel y de Cuba en África. El más antiguo: 55 años de la primera reunión Tricontinental de la Ospaal (Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina) en enero de 1966 en La Habana, donde participaron 500 delegados de 82 países de los tres continentes que representaban a las diferentes corrientes ideológicas y formas de lucha; su objetivo era formar y consolidar una alianza “tercermundista” contra el colonialismo y la injerencia militar y económica del imperialismo estadounidense, reforzando la unidad y desarrollando las teorías poscoloniales. El compromiso era por la liberación nacional bajo diversas formas, la autodeterminación de los pueblos contra el neocolonialismo y contra las formas de dominación como el apartheid y el bloqueo por el desarme y la paz mundial.

La reunión ocurrió bajo las imágenes de Lumumba, Sandino, Ben Barka, José Martí, Farabundo Martí y Franz Fanon. Asistieron líderes y organizaciones, como Salvador Allende (Chile), Amílcar Cabral (Guinea Bissau), Turcios Lima (Guatemala), Cheddi Jagan (Guyana), Medina Silva (Venezuela), Nguyen Van Tien (Vietcong), Rodney Arismendi (Uruguay), Carlos Marighella (Brasil), representantes del MPLA (Angola), Frelimo (Mozambique), Argelia, Egipto, Laos, Palestina, Yemen, Libia, Marruecos, Cambodia, Tanzania; Zimbawe, Congo, Sudáfrica. Muchos de ellos contactados y entrenados por el Che en el Congo.

El promotor de esta idea panafricano-asiática-americana fue Ben Barka, dirigente marroquí que no asistió porque fue secuestrado y desaparecido. La intensa lucha antimperialista durante los años 60 y 70 llevó a la Ospaal a enfrentar el asesinato y la violencia sistemática contra la mayoría de los dirigentes y sus pueblos, a implacables golpes de Estado. Pero también hubo victorias importantes: Vietnam, Laos, Nicaragua, Marruecos, Panamá, Guyana, Jamaica, Angola, Mozambique, Guinea, Etiopía y la conformación de grandes movimientos sociales, incluso en norteamérica. Impresos en la memoria están el vibrante discurso de clausura de Fidel (https://lahaine.org/eP9s) y el artículo del Che, Crear dos, tres Vietnam… (https://lahaine.org/aP5T).

El segundo aniversario cumple 45 años de aquel 27 de marzo de 1976, cuando las tropas cubano-angolanas lograron expulsar, por primera vez, a los invasores que entraron por el norte desde marzo del 75: Holden Roberto, un personaje corrupto, financiado por la CIA, Europa y China; por el oeste Savimbi, un dirigente “tribalista” aliado de Portugal y Zaire; el 5 de agosto las primeras tropas sudafricanas por el sur, a través del territorio ocupado de Namibia, formando una extensa pinza que se cerraría sobre Luanda, la capital, para garantizar 500 años de explotación.

Desde octubre, con los primeros cubanos, se reorganizó la defensa y los combates se acrecentaron. Por increíble que parezca, la primera tarea fue despejar el puerto de los cientos de automóviles abandonados por los portugueses en su loca huida, y en Angola no había suficientes choferes. Relata García Márquez que en aquella etapa, Fidel acudió a todos los embarques que se hicieron, habló y reflexionó con todos. En el primero, viendo las difíciles condiciones para surcar 10 mil kilómetros, les dijo: “Bueno, de todos modos, van más cómodos que en El Granma”; la comparación subrayaba el enorme reto simbólico.

La comprensión del momento estratégico en la lucha antimperialista llevó a Fidel a asumir este compromiso histórico: se mantuvo diariamente en una sala cubierta por grandes mapas de Angola, analizando cada posibilidad. La decisión de afrontar una guerra total la tomó el Comité Central del Partido el 5 de noviembre y la nombró Operación Carlota, celebrando que el 5 de noviembre de 1854, en el ingenio Triunvirato de Matanzas, Carlota, una rebelde negra lucumí, llamó, machete en mano, a la sublevación, que terminaría cuando la apresaron y desmembraron amarrada a cuatro caballos. La responsabilidad de esta decisión era inmensa: la derrota podía acarrear el recrudecimiento del dominio europeo y estadounidense sobre África y su intervención en Cuba.

II

En la gran Asamblea Popular que se reunió al finalizar el primer Congreso del PCC (22/12/75), como en los momentos decisivos, fueron sometidos a su aprobación los documentos que cambiaron tantas cosas en el desarrollo revolucionario: una constitución, un sistema nuevo de organización económica y el sistema electoral del Poder Popular. A pesar de la trascendencia de estos procesos que se instituían, la desbordante poblada gritaba sin cesar: ¡Fidel, a los yanquis dales duro!, esperaban ansiosos una definición sobre el secreto que a voces habían sostenido: la participación en Angola.

Fidel dedicó profundas palabras y finalizó sentenciando: “¿Y con qué nos amenazan los imperialistas?, ¿con qué pueden amenazarnos?, ¿qué nos van a cancelar que no hayan cancelado inútilmente antes? Ahora pretenden prohibirnos que ayudemos a nuestros hermanos. No se olviden que nosotros no sólo somos un país latinoamericano, nosotros somos un país latino-africano. La sangre de África corre abundante por nuestras venas. De África como esclavos vinieron muchos de nuestros antecesores […] y muchos combatieron en todas las batallas libertadoras. ¡Somos hermanos de africanos y por los africanos estamos dispuestos a luchar! ¡Que lo sepan los racistas sudafricanos y los imperialistas, somos parte del movimiento revolucionario mundial y sin vacilación estaremos junto a los pueblos en lucha!. Hay que ser cínicos para indignarse frente a nuestro apoyo, cuando han lanzado sin escrúpulo alguno a las tropas fascistas de Sudáfrica sobre el pueblo angolano”.

Cuatro meses y 27 días pasaron desde el desembarco de tropas hasta la expulsión de los invasores el 27 de marzo de 1976. Se cerraba la primera etapa de una larga batalla que duró 16 años. La segunda parte empezó prácticamente al día siguiente, porque detrás de las fuerzas oficiales FAPLA-Cuba, venían miles de guerrilleros del SWAPO de Namibia, del ANC de Sudáfrica y el ZANU de Rhodesia-Zimbabue, que establecieron campos de fortalecimiento cerca de la frontera. Del otro lado entrenaban todos los financiados por los colonizadores de África, realizando incursiones asesinas, como la del 4/5/78, cuando 15 aviones de Sudáfrica bombardearon un campamento de refugiados en Cassinga, soltaron paracaidistas y mataron a más de 600 personas y dejaron 450 heridos. Una agrupación de tanques logró llegar y hacer huir a los depredadores.

Kissinger comentó: “Si los cubanos se meten en Rodesia, más tarde le tocará a Sudáfrica… es doloroso pero necesario, tendremos que asumir las aspiraciones africanas a pesar de las simpatías por los rodesianos blancos”. Esta observación la recogió Piero Gleijeses, profesor de la Universidad Johns Hopkins, en su libro Visiones de libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la lucha por el sur de África (1976-1991), un documentadísimo relato de esa gesta libertaria. Para 1980 se acordó la independencia de Zimbabue.

Con la llegada de Reagan al poder, la escalada se recrudece: declara a Cuba país terrorista, inicia la política del rollback, operaciones navales constantes en el Caribe, invade la isla de Granada. Paralelamente Sudáfrica intensifica los movimientos. Fue determinante 1987: los soviéticos, pese a las serias advertencias cubanas, dirigen una operación contra el mercenario Savimbi, que condujo al mejor batallón angolano a una emboscada fatal, tras la cual Sudáfrica desata una ofensiva total.

Cuba decide en noviembre lanzar la operación Maniobra XXI aniversario de las FAR, entendiendo que debe ser contundente y definitiva. Se envía a las mejores tropas con 40 mil soldados y apoyo de aviones MiG-23 para eliminar el dominio aéreo sudafricano, que junto a 30 mil angolanos y 3 mil miembros del SWAPO namibio, cerraron el avance enemigo cerca de Cuito Canavale. Otra vez en cinco meses de feroces combates los sudafricanos se retiran, aunque siguen bombardeando.

En julio de 88 aceptan finalmente un cese total de las operaciones y como resultado de la contundencia de Cuba, EEUU se ve obligado a aceptarla en la mesa de negociaciones. En diciembre de ese año se firman los acuerdos de paz en la ONU. Cuba se fijó como estrategia definir totalmente el conflicto, garantizar la independencia de Namibia, garantizar la realización de los acuerdos de paz, retirarse solamente cuando Sudáfrica abandonara totalmente Namibia.

Así, en mayo de 1991, hace 30 años, en el Cacahual, frente al mausoleo del general independentista Antonio Maceo, hijo de Mariana Grajales primogénita de mulatos libres, la madre de la patria que hizo jurar a sus 14 hijos que lucharían por la libertad de Cuba, el general Raúl Castro informó “a nuestro pueblo y a usted, comandante en jefe, que la Operación Carlota ha concluido”. Los últimos 500 combatientes internacionalistas acababan de regresar a casa, la gloria y el mérito supremo pertenecen al pueblo de Cuba, protagonista verdadero de esta epopeya que corresponderá a la historia aquilatar en su más profunda y perdurable trascendencia. Nelson Mandela mismo señaló el acontecimiento como el viraje histórico hacia el fin del ­ apartheid.

Este apretado recuento histórico es un pequeño homenaje a Fidel en el quinto aniversario de su muerte. Es imprescindible dimensionar al estratega que supo ganar esta imponente batalla, desde nuestro pequeño país, como decía, por la descolonización de África sin generar en ningún momento una situación que permitiera a las fuerzas imperialistas justificar un ataque ­directo a la isla.

La Jornada

 

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