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Argentina :: 05/05/2022

Frente de Todos. El rumbo en disputa

Guillermo Cieza
Las peleas internas en el peronismo oficial parecen ser mucho más importantes que la mala relación que hoy tiene el Presidente con la vice Cristina Fernández

La derrota electoral de las elecciones de medio término agudizó las tensiones dentro del gobierno y del Frente de Todos.

El kirchnerismo parece convencido de que con el actual rumbo económico la derrota electoral en las presidenciales de 2023 es irreversible. El presidente por el contrario ha manifestado que “El 2023 no está perdido. Los peronistas la palabra perder no la conocemos”.

Los cruces entre estas posturas encontradas son cotidianas. El Secretario General de la Cámpora, Andrés Larroque, propuso la necesidad de convocar a todos los sectores del Frente de Todos para corregir el rumbo. Ese mismo día el Jefe de Gabinete del Gobierno Nacional, Juan Pablo Manzur, ratifico que “hay que dejar en claro que nuestro gobierno tiene un rumbo, una direccionalidad”. Compartiendo un modelo neodesarrollista con fuerte incidencia de la matriz extractivista y de precarización laboral, tienen diferencias indiscutibles.

El kirchnerismo propone un modelo capitalista con políticas activas de inclusión social y una mayor confrontación con los grupos económicos más concentrados y los acreedores externos. También un alineamiento internacional más independiente. El gobierno de Alberto Fernández ha avanzado en un rumbo económico que aumentó la desigualdad en la distribución del ingreso, que concilia con los grupos ecomómicos desaprovechando oportunidades históricas como fue la quiebra de Vicentin, y en el plano internacional se alinea con EEUU y la OTAN.

Planteadas estas posturas hay una disputa por el apoyo de quienes tienen poder en las estructuras sindicales y en los territorios. Parece evidente que los gremios más poderosos de la CGT están alineados con el Gobierno de Fernández. En el último primero de mayo la postura de la CGT y de las tres CTA, incluso la conducida por Hugo Yasky que se identifica con el kirchnerismo, fue no confrontar con el gobierno. Desde las expresiones orgánicas de los gremios no apareció ninguna voz ni niguna movilización que propusiera modificar el rumbo económico.

En una posición parecida la concentración convocada el 1 de mayo por el Movimiento Evita y la UTEP [Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular], puede ser leída más como una expresión de apoyo al Presidente que como un respaldo a las críticas realizadas por el kirchnerismo. Estas posturas no deberían sorprendernos. En la medida que estas organizaciones abandonan toda perspectiva disruptiva y privilegian su perfil corporativo, al igual que la CGT, se autoperciben como factores de poder con capacidad de negociación con cualquier gobierno.

Privilegiando obtener recursos, el mejor gobierno es siempre el presente. Y hoy gobierna Fernández. Por el momento la única señal de apoyo que recibió el kirchnerismo se expresó en la movilización del 24 de marzo, donde numerosos intendentes del conurbano movilizaron a sus bases y acompañaron la columna de la Cámpora. Como es conocido, la fidelidad de los intendentes está condicionada a propuestas que les permitan mantener sus feudos municipales. Quienes hoy ven perder por paliza a Fernández en 2023, se entusiasman con la posibilidad de un retorno de Cristina, o un eventual adelantamiento de las elecciones en Provincia de Buenos Aires que permitiría mantener a Axel Kicillof el bastión de la Provincia.

Sin embargo, en el terreno electoral, por el lado del círculo político y económico que rodea al Presidente no está todo dicho. Haciéndose cargo en la ya mencionada frase “Los peronistas la palabra perder no la conocemos”, no sería una sorpresa que Fernández intentara mantener alguna cuota de poder político integrando una una alianza de centro[derecha] que incluya a Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa, los radicales encabezados por Gerardo Morales y Facundo Manes, y la mayoría de los gobernadores, incluyendo a Omar Perotti y Juan Schiaretti.

Esa alianza es posible, porque aunque provengan de orígenes políticos diversos tienen fuertes coincidencias programáticas. Lo más complicado sería acordar quiénes encabezarían la componenda electoral. Una propuesta así permitiría unificar apoyos de la CGT, los movimientos sociales oficialistas y los intendentes del conurbano, recreando una nueva alianza “para que no gane Milei y la ultraderecha…”

En los próximos meses se definirá si la disidencia planteada por el kirchnerismo en el Frente de Todos se agudizará, o habrá un repliegue producto del diagnóstico de que se están quedando sin apoyos en su estructura partidaria, gremial y territorial. Lo que parece fuera de duda es que no habrá mejorías en los ingresos de las familias trabajadoras y que las noticias más frecuentes seguirán siendo los altos índices de inflación, la represión a protestas populares y los desalojos a comunidades campesino-indígenas y asentamientos populares.

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