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Argentina :: 07/09/2025

La hora de las urnas entre la rabia y la esperanza

Daniel Campione
Mañana elecciones en la provincia de Buenos Aires, mientras el gobierno nacional ultraderechista sufre un golpe tras otro. La lucha social viene sirviendo y mucho

Lleva la marca de los errores propios y, sobre todo, de las reacciones crecientes ante varios de los atropellos que ha cometido y comete. Se abre una doble instancia electoral. Este domingo y el último de octubre se verificará como se expresan en votos los sufrimientos, las iras y las expectativas (o la falta de ellas) de la sociedad.

El gobierno encabezado por Javier Milei se encuentra a la defensiva. Con signos de declive importantes tanto en su popularidad como en el respaldo con que cuenta por parte del poder económico y mediático.

En la vorágine de los acontecimientos ha alcanzado primera magnitud la revelación, audios ocultos mediante, de que se los círculos íntimos de Milei han percibido sobornos ligados a contrataciones en el área de asistencia en discapacidad. Lo que no debería relegar la revisión de una secuencia más prolongada y significativa.

Más allá de las grabaciones.

El escándalo amplía su resonancia y efectos porque se produce en un área que ya venía muy cuestionada: La insensible política de restricciones a la atención, el no pago a los prestadores y la baja masiva de pensiones por discapacidad.

Política de recorte de la inversión y desatención a las necesidades que fue cuestionada en el congreso por medio de una ley de emergencia que el gobierno ha vetado, en una muestra de desprecio a las críticas generalizadas y a la voluntad del parlamento. En la sesión del jueves 4 de septiembre, mucho más de los dos tercios del senado se expidieron contra el veto. La ley debe adquirir vigencia, aunque el ejecutivo ya anunció que acudirá al poder judicial para continuar impugnándola. Lo que está claro es que el congreso ha invalidado por primera vez un veto del presidente Milei. Se ha abierto el camino para que esto ocurra con otras de sus leyes.

Yendo algo más atrás, la discapacidad llegó al ámbito legislativo no por una iniciativa más o menos espontánea sino precedida por la protesta social contra el injustificable "ajuste", que supo a su vez asociarse a la protesta callejera de jubiladas y jubiladas y a otros reclamos en la misma dirección.

Podría decirse que también en las piedras y verduras que desataron la huida de los hermanos Milei por las calles de Lomas de Zamora o en el acto en la provincia de Corrientes, se expresó la indignación por las coimas y el descontento general con la pérdida de poder adquisitivo, las privaciones crecientes, la precarización del trabajo. También es cierto que allí estaba el eco de las movilizaciones frente al Congreso de la Nación de todos los miércoles y de las demás presencias callejeras con espíritu rebelde.

Así, parte sustancial del alud de errores, traspiés y fracasos del oficialismo en las últimas semanas tiene un punto de arranque en el descontento popular y en la protesta callejera. Si se repasa la agenda legislativa que llevó a derrotas en seguidilla de las bancadas de La Libertad Avanza (LLA) y sus aliados incondicionales, se encuentra que toda ella está configurada en torno a varios de los principales ejes de la protesta.

Recomposición (muy parcial) de las jubilaciones, financiamiento universitario, emergencia pediátrica (a propósito del hospital Garrahan), la ya mencionada en torno a discapacidad, han ido de la calle al palacio legislativo, en una secuencia que de convertirse en habitual sería virtuosa.

Es cierto que hubo gobernadores disconformes porque mientras respaldaban casi todo no recibían casi nada. Además de legisladores enojados porque quedaron fuera de las alianzas o excluidos de las listas después de votar varias veces a favor de los designios del gobierno.

Lo también indudable es que a la hora de respaldar su desagrado acudieron a los temas que ya estaban en las calles. La lucha social viene sirviendo y mucho para poner freno eficaz a la agresión contra el conjunto de los derechos y las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías populares.

Un correlato es la progresiva disminución del "control de la calles" de la que no sólo el gobierno sino el conjunto del establishment se jactaban hace pocos meses. Quedó rasgada la imagen de una gestión que parecía conducir con relativa facilidad tanto la política como la economía. Todas esas canchas se han vuelto muy esquivas para La Libertad Avanza y su elenco de gobierno.

Tanto que también se juntaron los votos para tumbar decretos que desguazaban, reorganizaban o disolvían a su antojo distintos entes estatales, desde Vialidad Nacional al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) o la marina mercante. No por casualidad también en estas últimas semanas se asistió a una consecuencia gravísima de prescindir de regulaciones y controles estatales: cerca de un centenar de muertos por aplicación de fentanilo contaminado. Las "virtudes" de la desregulación saltan a la vista y la ofensiva parlamentaria contra la normativa dictada por el poder ejecutivo encuentra buena acogida.

La "destrucción del Estado desde adentro" pierde así respaldo. En la mayor parte de los casos, los trabajadores, con o sin sus encuadres sindicales, ya se habían lanzado a la defensa de sus puestos de trabajo y de la continuidad de los organismos en los que se desempeñan. Una vez más, diputados y senadores fueron al encuentro de los reclamos.

Otro factor importante que deteriora la base de sustentación de la gestión Milei es la manifiesta disminución del aval del "círculo rojo". Analistas políticos y económicos, periodistas y otros observadores con terminales en el establishment aconsejan al oficialismo que "recalibre" la política económica después de las elecciones de octubre. Y a la vez "relance" al elenco de gobierno, al que juzgan improvisado y falto de coordinación.

Le señalan así que ya no están satisfechos en ninguno de los dos terrenos. Ni las incongruencias en política económica con tal de mantener a raya al dólar y con él a la inflación ni los reflejos tardíos y erráticos para aminorar daños en la popularidad y confiabilidad se ven hoy con buenos ojos.

¿Qué pasará en las elecciones?

Así salga ganador de los comicios de septiembre y octubre, el gobierno está conminado a cambiar. Si pierde con amplitud, quedará en una situación de marcada debilidad y tal vez con riesgos serios para su permanencia.

En los atípicos comicios bonaerenses desdoblados del domingo 7 las incógnitas son diversas.

Está por verse hasta dónde la fragilidad y la falta de respuestas de LLA en casi todos los planos se reflejarán en una merma pronunciada de su atractivo electoral. Suele repetirse que la insatisfacción y el desencanto no se traducen de manera inmediata y lineal en las opciones electorales. Es cierto, pero cuando la decepción corre veloz y es intensa ese impacto tiende a acelerarse y aumentar.

¿En qué grado persiste hoy el influjo de la rabia contra la política tradicional, con el peronismo del fracaso 2019-2023 al frente? Allí va también el interrogante de si el discurso "anticasta" del gobierno le sigue pareciendo genuino a la mayor parte de quienes lo votaron en 2023. O bien ha cundido el desengaño al respecto. Que de ser así puede orientarse en direcciones variadas: A la abstención, al peronismo, a terceras fuerzas.

Asistimos a una confrontación entre un oficialismo nacional acorralado, en una coyuntura crítica en lo económico, lo social y lo político y un oficialismo local y oposición nacional que se encuentra titubeante por tensiones no resueltas, con su "Fuerza Patria" muy tironeada y con arrastre de demasiados resentimientos. A lo que se une la falta de un discurso atractivo, con propuestas de tono más constructivo que la repetida llamada a "ponerle un freno a Milei".

El peronismo llega a estos comicios en la provincia después de un agónico cierre de listas, con Cristina presa y discrepancias serias sobre la actual gobernación bonaerense. Quien supo ser la gran promesa de la sucesión de CFK se ha convertido poco menos que en un enemigo para muchos y muchas dirigentes.

Allí se puede perdonar a Sergio Massa y hasta a Guillermo Moreno. No a quien creció y se consolidó desde el interior del propio kirchnerismo y bajo el ala de Cristina para mucho después proponerse como alternativa de poder que no reconoce liderazgos anteriores. Al menos no con el grado de acatamiento y reverencia que otros desearían.

La repercusión institucional concreta de estos comicios provinciales no pasa de las relativas facilidades u obstáculos para gobernar que tendrán, cada uno en su esfera, el gobernador y los intendentes de cada municipio. Senadores y diputados provinciales, concejales, consejeros escolares, no se vota otra cosa. Ningún cargo ejecutivo, ninguna posición nacional.

Su volumen político es muchos mayor en la coyuntura, ya que aparecen como un primer test acerca del grado de consenso con que cuentan el oficialismo y la principal oposición en el distrito que alberga a alrededor del 40% de la población del país.

"Kirchnerismo. Nunca más" ha sido una consigna de LLA para estas elecciones con al menos dos sentidos: Primero el siempre postergado deseo de borrar del mapa del poder a la corriente peronista más influyente. Y hacerlo desde la construcción de un consenso para políticas retrógradas que "corrijan" a favor de las clases dominantes cualquier avance que hayan generado o apoyado los gobiernos "k".

Segundo, el de mancillar el título del informe sobre desapariciones que signó el inicio del camino en el castigo a los culpables de los crímenes de la dictadura. El gobierno quiere enterrar a los k, como parte de una operación que en su imaginario vincula con una relectura de la historia que tape y en lo posible reivindique el pasado criminal de las fuerzas armadas y sobre todo, de las clases dominantes que impulsaban y daban respaldo a su accionar genocida.

Una derrota de LLA en los comicios del domingo 7 de septiembre sería también un primer fracaso (después viene el turno nacional de octubre) en la pretensión de avanzar en esas líneas reaccionarias.

Otra dirección de análisis es la perspectiva de otras fuerzas por fuera de las dos que aspiran a polarizar. Todavía parece ser temprano para los prospectos de "centroderecha sensata" que podrían aspirar al reemplazo de LLA en tanto que abanderada y gestora de los deseos de máxima de los "dueños de la Argentina".

"Somos Buenos Aires", con la bendición de gobernadores poderosos, parece la más expectable. Tuvo poco tiempo para darse a conocer y no la tiene fácil a la hora de diferenciarse del gobierno, al que acompañaron en casi todo desde diciembre de 2023, demostrando que de centro tiene poco.

Será también un momento para testear la fuerza electoral de la izquierda. Se encuentran hoy muy extendidos el respeto a su honestidad y su compromiso con quienes padecen y pelean; la simpatía por la participación en todas las luchas, y el reconocimiento a trayectorias intachables en la defensa de los intereses populares.

Sería hora de que esos afectos y elogios se tradujeran en niveles de unidad y de votación mayores que los habituales. El peso de las decepciones no debería ser tanto como para obturar el resquicio de esperanza y la pizca de audacia que son necesarios para explorar caminos nuevos.

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