Lecciones de la historia y el presente de Irlanda

Los acontecimientos irlandeses siempre han tenido un importante eco más allá de la propia isla. El modelo seguido para poner en marcha el proceso de paz, y su materialización con el Acuerdo de Viernes Santo y la posterior ingeniería negociadora ha resultado clave a la hora de abordar otros conflictos en el mundo.
Si bien es cierto que todas las realidades son diferentes, también se puede afirmara que de todas las experiencias se puede aprender. En ocasiones para adaptar modelos que han funcionado y en otras, para evitar repetir los errores de otros procesos. Así, ya en su día desde Euskal Herria diferentes protagonistas dirigieron su mirada hacia los acuerdos irlandeses, y en la actualidad importantes protagonistas de las negociaciones en Irlanda han estado viajando a Sri Lanka, o a Filipinas estos días, para mostrar sus experiencias e intentar aportar la misma ante diferentes conflictos.
Estos acontecimientos, relativamente recientes en el tiempo (el pasado año se cumplió en décimo aniversario del Acuerdo de Viernes Santo), no son los únicos que requieren un exhaustivo análisis. Hace noventa años que se constituyó el primer parlamento irlandés (Dáil), aquel veintiuno de enero de 1919 los parlamentarios elegidos por el pueblo irlandés en las elecciones del año anterior, formando de esta manera el primer parlamento irlandés elegido democráticamente, que sería el encargado de la independencia irlandesa del dominio colonial británico.
En aquel contexto, estamos a comienzos del siglo veinte, los representantes de la voluntad de la población irlandesa, fueron capaces de redactar varios documentos con un claro contenido progresista, más si tenemos en cuenta la época en que vieron la luz, al tiempo que materializaron un acto, la declaración de independencia, de forma unilateral (algo parecido a lo que algunos han descubierto en trono a Kosova), primando de esta manera su compromiso electoral con sus votantes, y anteponiendo el mismo a la legalidad colonial vigente en aquellos momentos.
Los diputados y diputadas republicanas fueron capaces de ir más allá del "ordenamiento jurídico vigente", desafiando las amenazas británicas y constituyéndose como el primer parlamento irlandés surgido de la legalidad y la autoridad que le confiere el voto popular de la mayoría del pueblo irlandés. Si los electos republicanos hubieran optado por acatar y someterse al mandato legal británico (el mismo que justificaba la ocupación de Irlanda) la materialización de la independencia hubiera sido algo impensable.
Los documentos de calado histórico serán la declaración de independencia, el mensaje a las naciones libres del mundo y el programa democrático.
La declaración de independencia supuso un paso más hacia la soberanía de la isla, y ratificaba los objetivos que ya en 1916 reflejaron los patriotas irlandeses en la Proclamación de Pascua. Tras denunciar la ocupación inglesa, subraya la libre determinación del pueblo irlandés para mantener y completar su independencia. Para de esa forma, "promover el bien común, restablecer la justicia, asegurar la paz y las buenas relaciones con todas las demás naciones, y constituir una política nacional basada en la igualdad de derechos y oportunidades para toda la ciudadanía".
Al mismo tiempo, declara "la presencia de cualquier gobierno extranjero en Irlanda como una invasión de los derechos nacionales", algo que "nunca se puede tolerar".
En el mensaje a las naciones libres del mundo, se señalaba entre otras cosas la decisión de ejercitar el derecho de autodeterminación y mantener la libertad como nación libre, por lo que "no aceptarán ninguna dominación extranjera". Hacía también un llamamiento para que el resto de naciones reconocieses el estatus nacional de Irlanda y sus derechos a participar como tal en los foros internacionales.
Finalmente, el llamado programa Democrático es otro de los pilares de la independencia irlandesa. El programa económico, social y democrático de este Primer Dáil irlandés, tuvo una visión progresista y radical, y entre otras cosas apuntó que la sociedad irlandesa debería estar gobernada "de acuerdo a los principios de Libertad, Igualdad y Justicia".
La respuesta británica no se hizo esperar, puso en marcha toda la maquinaria política y militar para que los esfuerzos independentistas irlandeses no se llevasen a cabo. Una de sus medidas fue la de prohibir y suspender el Dáil, ignorando el mandato que los irlandeses habían conferido a sus legítimos representantes, elegidos de manera democrática: A la comunidad unionista les aseguró que la partición de la isla se levaría a cabo, y desde Londres no dudaron en crear esa "entidad política" conocida como "Irlanda del norte", y que supuso la creación de las condiciones de una situación de apartheid contra una importante parte de la población de esos seis condados. Además, la política colonial británica, el famoso "divide y gobierna", traerá las funestas condiciones y el largo conflicto que marcó el siglo veinte en Irlanda.
A pesar de todos los intentos británicos, y de sus aliados locales, noventa años más tarde, los representantes republicanos siguen manteniendo claro el objetivo de su lucha, la consecución de la independencia de Irlanda, que en estos momentos pasa por la unificación de los 32 condados.
Tras el acuerdo de Viernes santo, el proceso de paz logró abrir el camino para una normalización de la vida política en los seis condados del norte de Irlanda, y lo que para muchos se trata de un punto final, para el movimiento republicano, con el Sinn Féin a la cabeza se trata de un paso más hacia la unificación definitiva de la isla
El movimiento republicano está apostando por una clara estrategia de futuro, y en ese sentido se muestran dispuestos a plasmar las ideas y los objetivos de una democracia soberana, de una república irlandesa unida. El soberanismo es una pieza clave en esta nueva fase del proceso irlandés. Así lo han manifestado sus dirigentes cuando han afirmado la necesidad del conjunto del movimiento republicano de centrar sus esfuerzos en el objetivo de la reunificación irlandesa, así como continuar resaltando y defendiendo el Programa democrático del Primer Dáil, "sobre todo en una coyuntura económica donde los derechos y los niveles de vida están sufriendo restricciones".
Este año, son varios los retos electorales que deberá afrontar el movimiento republicano. Las elecciones locales y europeas, y el probable referéndum sobre el Tratado de Lisboa serán la prueba para sopesar el avance de las demandas republicanas. Para ello han apostado por una importante coordinación, y con el impulso de un consenso que "aumente la unidad política entre republicanos, nacionalistas, demócratas y progresistas a los largo y ancho de Irlanda".
La conjunción del trabajo institucional con la movilización a pie de calle, es el eje central para afrontar esos nuevos retos, "popularizando y socializando la necesidad de una Irlanda independiente y unida".
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)