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Medio Oriente :: 08/06/2010

Segarra: "Israel nos ha hecho sentir el apartheid que vive Palestina desde hace 60 años"

Lucas Marco
Fuimos conscientes de que estaban disparando a mansalva desde el helicóptero y desde la primera borda. También desde las lanchas disparaban

L'Informatiu charla largo y tendido con el periodista valenciano que fue testigo y víctima del ataque israelí a la Flotilla solidaria. Relata la brutalidad con la que se emplearon las fuerzas especiales hebreas y el trato inhumano que recibieron.

El periodista y documentalista David Segarra desgrana en esta entrevista el relato pormenorizado de toda la travesía del Mavi Marmara. Desde el asalto y el traslado a las cárceles israelíes hasta la liberación y el viaje de regreso a Turquía junto con el resto de los activistas. Segarra vive y trabaja desde hace tres años en Caracas (Venezuela). A través de su productora Guarataro Films dirige documentales sobre la realidad sociopolítica y cultural de Venezuela y América Latina para diversos canales de televisión del país caribeño. Sobrevivió a la masacre de los comandos especiales pero todo su material audiovisual fue robado por el ejército israelí. Ahora, sentado frente al mar mediterráneo en Valencia, su ciudad natal, recuerda el particular infierno que protagonizó el Tzahal en alta mar y cómo, en vez de acabar en Gaza entregando ayuda humanitaria (lápices, libros escolares, material sanitario), fueron secuestrados en aguas internacionales y encarcelados en una prisión israelí.

P: Previamente a la Flotilla de la Libertad ya pudiste entrar brevemente en Gaza. ¿Cómo fue?

R: Yo tan solo pude estar 48 horas allí, contacté con periodistas, con personas de Gaza, hice todos mis contactos, grabé cuatro horas de material, bombardearon la ciudad de Gaza mientras estábamos allí, hubo ese tipo de problemas pero por lo menos pude tener contacto con la realidad de Gaza, establecer contactos, relaciones humanas con la gente de allí y eso me permitió el tener mucha más voluntad de volver allí y poder contar lo que estaba viendo allí, que era los bombardeos, la destrucción, las casas ametralladas.

P: ¿Cómo te organizaste y cómo fueron tus primeros momentos en Estambul?

R: Hay que destacar que el apoyo de la sociedad turca era impresionante, todo Estambul estaba empapelado a favor de la flota, la gente te ayudaba cuando sabía que eras miembro de la flota, no te cobraban... Tuvimos un apoyo popular impresionante. Fuimos en autobuses hasta Antalya y ahí digamos que fue la salida oficial de todos los pasajeros. Todos estos días estuvimos preparando nuestro trabajo periodístico, haciendo las primeras entrevistas, subiendo información a internet. Manuel y Laura tenían un blog que iban actualizando de manera permanente, con textos, fotos y videos. Usaban el blog y Facebook. En esos tres o cuatro días que estuvimos en Turquía antes de partir hicimos contacto con la gente. Empezamos a conocer a los marroquíes, argelinos, suecos, británicos, australianos, turcos, kuwaitíes, indonesios, malayos, gente de todo el mundo. Ahí es donde empezamos a darnos cuenta de la relevancia que tenía todo esto, precisamente por esa participación de personas de 50 naciones, pudimos entender la magnitud del evento. Cuando fue la salida desde Estambul había decenas y decenas de barcos acompañando esta salida, todos los medios de comunicación nacionales e internacionales... Ahí nos dimos cuenta de que esto iba a ser de verdad histórico.

P: ¿Qué controles hubo antes de la subida de los pasajeros al barco?

R: En el puerto de Antalya, como en un aeropuerto, hay un detector de metales, se registran los equipajes. La propia organización hizo firmar a todos los participantes una serie de principios que se pueden resumir en que no se podrá recriminar a nadie su religión, su ideología, su orientación de ningún tipo, que habrá que tener un sentimiento de solidaridad los unos con los otros. También se decía que era un convoy pacífico y que cualquier tipo de objeto que pudiera servir como arma estaba prohibido.

P: ¿Qué ambiente se respiraba en el barco?

R: Te puedo decir que el ambiente era impresionante en el barco, la cantidad de personas que había allí de diferentes religiones, nacionalidades o lenguas. Y había un sentimiento de compañerismo impresionante. Tú veías los ojos de todo el mundo brillando, con una sonrisa, con una calma, no se sentía el miedo, todo lo contrario, había un entusiasmo impresionante, todo era como una balsa de aceite con ojos brillando y con todas las personas con los rostros luminosos. Eso es lo que sentías. Una energía positiva y una hermandad impresionante. No había prácticamente conflictos entre nadie, todo fluía muy, muy bien. Todas las personas estaban entusiasmadas.

P: ¿Cómo os organizabais para comunicaros?

R: Se hablaba mucho turco, se hablaba árabe y sobre todo la lengua franca era el inglés, había gente que hablaba español.

P: ¿Qué especulaciones os planteabais sobre el momento del encuentro con el ejército israelí?

R: En las comunicaciones que yo hice en las últimas horas e incluso en los últimos días a TeleSur y a otros medios, yo -y todos- hablábamos del posible asalto de los comandos israelíes. Era una cosa que se tenía presente, Israel había anunciado que iba a parar la flota. En el último reporte en TeleSur dije que si la comunidad internacional no hacía algo podía producirse una tragedia (Manuel, en un video que hizo minutos antes del ataque, avisaba de que se podía producir una tragedia). Eran 500 personas en alta mar, en plena noche, si unos comandos armados hasta los dientes asaltaban el barco podía ser una tragedia. Lo que nadie, absolutamente nadie, se podía imaginar es que iban a desplegar toda la fuerza militar de un ejército contra personas desarmadas, contra cientos de civiles y periodistas.

P: ¿Cómo planteó la organización de la flotilla la respuesta al previsible ataque israelí?

R: La última noche se repartieron chalecos salvavidas por lo que pudiera pasar, había máscaras de gas por si nos atacaban con medios antidisturbios convencionales. La mayoría de personas no durmió esa noche sino que estuvieron rodeando el barco. Había una cadena humana rodeando el barco para tratar de hacer resistencia, eso es lo que yo ví. Había cientos de personas en todos los lados del barco con sus chalecos salvavidas. Estaban las cámaras de 40 medios grabando todo, no hubo nada oculto. Todo se vió, todo se retransmitió. Los mecanismos de resistencia fueron filmados y retransmitidos en vivo, no había ningún secreto. Que había gente rodeando todo el barco para protegerlo con sus cuerpos, que había chalecos salvavidas y que había máscaras antigás y que habían banderas, eso lo vio todo el mundo, lo vieron los israelíes horas antes. Eso no fue ningún secreto.

P: En un momento dado, la flotilla se ofreció a que la ONU revisara el cargamento ante las acusaciones de Israel. ¿Cómo fue eso?

R: Se ofreció a la ONU o a cualquier institución oficial neutral que pudiera hacer, si quisiera, una inspección de los barcos, ya que no había nada más que ayuda humanitaria, activistas y periodistas. No había nada que ocultar. Y lo recalco, el control sobre internet y los satélites, sobre la presencia de nuestras cámaras o nuestras emisiones era nulo por parte de la organización, nunca nadie nos impidió grabar ni preguntar ni hablar por internet. Había una transparencia absoluta, todo lo que se estaba haciendo allí era filmado y grabado por todo tipo de videos. Cualquier cosa que había allí se sabía por todo el mundo.

P: ¿Cómo se preparó la resistencia dentro del barco? ¿Se palpaba miedo o angustia?

R: Cuando los israelíes cortaron las comunicaciones yo salí con mi cámara, faltaban unos cuantos minutos para el ataque, y lo que hice es justamente empezar a entrevistar a todas esas personas que estaban en el perímetro. Y les pregunté exactamente eso: ¿tienes miedo?, ¿qué va a pasar?, ¿qué vas a hacer?, ¿por qué estás aquí? Y te digo que no noté a nadie con miedo, noté cierta tensión, los noté entusiasmados a todos ellos, los sentí tranquilos, era una tensión paradójica, una tensión con calma.

P: ¿Cómo fue el momento en que detectasteis la presencia militar israelí?

R: A las diez de la noche ya se detectan por los rádares del barco y visualmente ya detectamos las dos luces a los lados. A partir de ahí digamos que empieza un poco la tensión, pero el ataque se retrasó seis horas (fue aproximadamente a las cuatro de la mañana). 40 minutos antes cayeron las comunicaciones, se extendió tanto que no había tensión. Se retrasó tanto que la gente se tranquilizó, muchísima gente estaba durmiendo, otros estaban trabajando en prensa hasta que se cortó la comunicación, otros estaban en cubierta. Yo salí a hacer entrevistas y a las cuatro es cuando empieza el ataque. Lo primero que vemos es que esas luces, de repente, se convierten en barcos enormes. No tengo conocimientos militares marítimos, no sé si eran fragatas o destructores pero te puedo decir que eran barcos de guerra armadísimos con misiles y cañones. Era una fuerza de la armada importante. Ahí es cuando vimos las enormes zodiacs, cargadas hasta los topes, eran racimos de comandos encapuchados con pasamontañas y armados hasta los dientes. Los focos del barco trataban de ubicarlos y localizarlos y los iban siguiendo. Ahí es cuando vimos que eran reales, que ya no eran barcos, eran personas con armas, los veías. Yo me puse con la cámara, le di al zoom, y les veías las caras, a pesar de estar encapuchados, les veías los ojos, les veías que estaban mirándote.

"La prohibición por parte del Estado israelí de entrar por sus fronteras en los próximos diez años, significa por extensión, debido a la ocupación, que no podemos entrar en Gaza ni en Cisjordania"

P: ¿Qué hiciste en ese momento?

R: Filmé las zodiacs durante cinco o diez minutos desde la borda cercana a la sala de prensa y como vi que no podían acercarse al barco por el movimiento, fui a la parte posterior del barco, subí un piso y allí me encontré con el set de televisión que estaba montado emitiendo por el satélite. Había una persona retransmitiendo el ataque, había mucho nerviosismo porque ya estaban rodeándonos. Yo grabé cómo retransmitían en directo, me encontré gente corriendo a todos lados y, mientras estaba grabando esa última retransmisión, mi cámara casi se va volando porque había un viento huracanado, y ahí es cuando levanté mi vista y vi un helicóptero de transporte militar justo encima de nosotros, con una fuerza de la hélice enorme que te hace volar la cámara. Todo (las banderas, las cosas de poco peso que estaban por el suelo) estaba volando. Mantuve la cámara como pude y me puse a grabar el helicóptero. A los pocos segundos se lanzaron cuerdas y empezaron a caer los comandos en rápel.

Eso fue un choque psíquico pero también físico -sientes un nudo en el estómago)- pero en vez de echarte para atrás, lo que te hace es seguir. Grabé cómo caían y mi reacción fue acercarme hacia ellos. Me acerqué mucho más hacia ellos, hacia donde estaban cayendo, subí por unas escaleritas y me encontré ya la batalla. Todos los activistas tratando de resistir, lanzándose con sus cuerpos contra los comandos. Ya era una melé, una batalla campal entre comandos y activistas. Grabé allí un poco pero la violencia era extrema y me bajé por una escalera. Bajé al primer punto donde me encontraba, al lado de la sala de prensa, donde había empezado mi recorrido y allí me encontré con Laura y Manuel, de los que me había separado, y con otros periodistas y activistas que se estaban moviendo. Y desde ese lateral de abajo grabamos el helicóptero que todavía estaba en alto y los comandos.

En ese momento nosotros fuimos conscientes de que estaban disparando a mansalva desde el helicóptero y desde la primera borda. Laura dice que vio también desde las lanchas disparando. Había una lluvia de balas pero no nos imaginábamos que eran balas de verdad. Pensábamos que eran bolas de goma, material antidisturbio, porque allí lo que estaba sucediendo era una pelea como la que puede haber en cualquier manifestación. Hasta que, a los dos minutos, empezamos a oir explosiones y pensábamos que eran gases lacrimógenos. De hecho, se repartió cebolla, mira los medios tan sofisticados de que disponía el barco. Nos dieron la cebolla para que nos la pusiéramos en la nariz. Bueno, nos pusimos cebolla, altísima tecnología la del barco para la resistencia... Entonces empezó esa lluvia de balas y explosiones e, inmediatamente, vimos a una persona con la pierna reventada, un agujero enorme sangrando y ahí es cuando nos dimos cuenta de que de verdad eso era real. Seguimos grabando un poco, Manuel grabó un poquito más, yo le empecé a gritar que se metiera, que le iban a matar y al final se metió.

El norteamericano aguantó un poquito más aún y le empezamos a gritar que se metiera, que le iban a matar y se metió. Nos metimos todos porque eso era ya insostenible, y fuimos hacia la cabina que era como la nave central del barco donde se encontraban las escaleras que conducían hacia arriba, hacia abajo, hacia los diferentes niveles y a la sala de prensa. Era el centro de todo. Yo subí por las escaleras otra vez, pero desde dentro, no desde fuera. Fuera estaba la batalla, y ahí me encontré dos puertas laterales donde había decenas de activistas tratando de resistir. Me asomé un poco por las puertas y fuera había otros activistas peleando con los comandos, grabé un poco y allí es cuando tomé conciencia de que esto era una puta locura y una masacre. Empezaron a entrar decenas de heridos y posteriores fallecidos, con balas, con tiros por todos lados, sangre por todos lados.

P: ¿Qué pasó con los soldados momentáneamente detenidos por los propios activistas? ¿Fueron golpeados o maltratados tras su 'arresto'?

R: En determinado momento vimos también cómo bajaban dos soldados israelíes que habían sido detenidos por las personas del barco. Fueron desarmados. Me contó una de las personas que lo primero que hizo fue desarmar al soldado para que no pudiera asesinar a nadie, pero, y eso es lo fundamental (estamos hablando de que habían muchos muertos por parte de las personas que iban en el barco y decenas de herido) cuando agarró la pistola del soldado, lo primero que hizo fue sacarle el cargador y tirar las balas para que ni él, ni el soldado, ni nadie, pudiera usar ese arma. Lo que hizo fue inutilizar el arma. Les quitaron todas las armas, se inutilizaron, se bajó a esas personas, se les curó las heridas, yo eso lo ví, como se les defendía para que nadie les hiciera nada, se les aisló de las personas en una sala inferior para que nadie les pudiera hacer nada, se les desarmó y se les curó. Creo que finalmente fueron cuatro soldados capturados -no lo sé- yo ví dos, tal vez fueran cuatro. Luego, a lo largo de la batalla, cuando ya había diez muertos y decenas y decenas de heridos, los activistas soltaron a estos comandos, se les entregó a su ejército sanos y salvos, curados y desarmados, todo ello teniendo en cuenta que ellos habían asesinado a muchas personas. Eso es importante para que se vea la diferente catadura moral de los dos bandos: un bando armado hasta los dientes frente a un bando desarmado que cura a su enemigo, lo protege y lo libera. Creo que eso es fundamental.

P: ¿Cómo acabó el enfrentamiento violento del asalto?

R: En determinado momento desde la sala de control del barco, por megafonía, se empieza a hacer un llamado a los soldados para que no sigan asesinando a las personas desarmadas, se hace un llamado a los activistas para que no ofrezcan más resistencia porque es suicida y hay muchos muertos. Se llama a los israelíes a que evacuen a los heridos de bala, cosa a lo que se negaron. Algunos de los muertos fueron por inasistencia médica, no fueron evacuados a tiempo. Los israelíes estaban usando toda su potencia de fuego militar y ya no tenía sentido una resistencia desarmada contra esa fuerza. Entonces los periodistas nos retiramos a la sala de prensa, algunos se sentaron en el suelo, otros en las butacas, con nuestras cámaras y esperamos allí a que llegaran los comandos.

P: ¿Cómo fue el contacto con los israelíes tras los asesinatos?

R: Fueron llegando, rodearon la sala de prensa, ya los vimos mirándonos. Eran gente enorme, de dos metros, con visores nocturnos, cámaras en los cascos, granadas de todo tipo en sus pechos. Puedo recordar que llevaban todo tipo de armas, recuerdo pistolas de 9mm, ametralladoras con todo tipo de visores, lanzadores de botes de humo, chaleco antibalas, vestidos de verde militar combinado con negro. Eran enormes, personas muy entrenadas y con una gran capacidad militar. Se apostaron en todas las ventanas de la sala de prensa y nos empezaron a apuntar, escondidos desde los marquitos de las ventanas, abrieron una de las puertas laterales, y nos fueron indicando, uno a uno, a los miembros de la prensa que saliéramos, muy lento, con un protocolo muy lento. Estaba claro que sus mandos y oficiales les habían dicho que allí iban a encontrarse con terroristas, capaces de inmolarse y asesinarles.

Nosotros estábamos impresionados de que, siendo nosotros la prensa, los tipos estuvieran aterrorizados de nosotros. Ellos estaban uno por uno apuntándonos a los miembros de la prensa con sus armas, aterrorizados. Primero salieron los turcos, que estaban en la sala de la derecha, y, en determinado momento, me tocó a mí. Un momento antes yo estaba viendo al soldado que me estaba apuntando con la ametralladora y le podía ver la cara por la apertura del pasamontañas, era blanco con ojos azules. Me apuntaba y yo estaba con las manos en alto mirando al suelo, bien tranquilo, y en determinado momento me giré y le miré a los ojos y él se puso nervioso de que yo le mirara, le temblaban las manos y apartó la mirada. Eso para mí fue muy significativo del estado psicológico de esas personas que son capaces de asesinar precisamente por ese terror que les han infundido sus propios oficiales superiores. Personas que están aterrorizadas de personas indefensas, desarmadas, apuntados con armas. Es inconcebible pero era así.

P: ¿Y qué sucedió a continuación?

R: Bueno, nos sacaron, uno por uno, nos despojaron de todo, nos registraron, nos quitaron todo el material y nos llevaron a la borda donde nos encontramos a todas las personas detenidas allí. Especialmente los que eran musulmanes, los tenían de rodillas, había una discriminación clarísima respecto a estas personas. Se llenó de cientos de comandos, de policías de fronteras, todos enmascarados, todos encapuchados. Finalmente evacuaron a los heridos pero, por supuesto, ésta no era su prioridad, con lo cual algunas vidas se perdieron pero para ellos eso son números. Es como decía el embajador de Israel en España, no murieron 100 o 200 personas, sólo fueron diez. Y es verdad, es que sólo fueron diez. ¿Cuánta gente murió por no ser evacuada? ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres? Según sus cálculos eso no es nada.

P: ¿Cómo fue la llegada al puerto israelí?

R: Cuando llegamos al puerto de Ashdot nos bajaron, nos esposaron a todas las personas -hasta ese momento no me habían esposado- nos bajaron y yo les dije que yo era de prensa de TeleSur, que Manuel trabajaba de camarógrafo con nosotros, no les importó y ahí lo separaron. Ahí tuve miedo por Manuel por si le sucedía algo porque esta gente era capaz de todo. Ahí entramos ya en el proceso kafkiano burocrático de cientos de cuerpos de seguridad, fotografías, nombres, documentos... Se nos planteó que filmáramos que habíamos entrado ilegalmente. Yo me negué, sé que Manuel y Laura se negaron a firmar, la mayoría de gente también se negó a firmar, algunas personas sí firmaron pero igualmente todos fuimos trasladados a las cárceles. Nos fotografiaron, nos registraron por octava vez, nos despojaron de nuestras últimas pertenencias que algunos habíamos podido salvar. Yo todavía tenía cintas que había salvado; me las quitaron.

P: ¿Os interrogaron?

R: Se hicieron algunos interrogatorios. A Manuel se le interrogó y nos contó que le preguntaban que quién le pagaba a él para estar ahí y Manuel se rió en su cara. “¿Tan cerrados sois que pensáis que alguien me paga para estar aquí?”. Les respondió que era miembro de una ONG y que había usado todos sus ahorros para ir allá. Creo que mientras trataban de organizar un poco a todas las personas que tenían detenidas, procesarlas en sus archivos, mientras esto sucedía, la presión internacional era fortísima. El gobierno de Turquía presionó al máximo. Creemos que la OTAN y la UE hicieron presión (ya que Turquía es miembro de la OTAN), y a Israel no le dio tiempo a hacer nada, cuando se dieron cuenta estaban obligados a liberarnos.

P: ¿Qué fue de tu material periodístico (grabaciones, cámaras, trípodes, agenda, etc.)?

R: Fue requisado, destruido, se lo quedaron los comandos, los teléfonos… Nos robaron todo, absolutamente todo, había cientos de cámaras, todas fueron requisadas, robadas. Cientos de cámaras de foto y video robadas y, especialmente, las de la prensa. Cuando llegamos a Estambul, en el hospital donde nos hicimos los tests de salud, el ejército israelí entregó parte del equipaje de las personas, sus maletas y mochilas. Todas las maletas y mochilas de la prensa estaban cerradas. Creo que aparecieron dos cámaras destrozadas. Todo fue robado a la prensa. Querían tratar de silenciar al máximo y que no saliesen a la luz pública imágenes e informaciones. Ahora bien, la transmisión vía satélite, lo que la gente pudo sacar de manera clandestina, ha hecho que hoy en día todavía estén saliendo a la luz nuevas imágenes y fotografías que los israelíes no pudieron requisar ni controlar. Hoy en día, la censura férrea, total y absoluta como querían los israelíes, es imposible. Su inteligencia y sus fuerzas de seguridad fracasaron en silenciar a la prensa.

P: Según las autoridades israelíes, tú y el resto de activistas y periodistas secuestrados en aguas internacionales no podréis volver a Israel (y, por tanto, a los territorios ocupados palestinos) como mínimo, hasta 2020. ¿Piensas abandonar el documental que estabas rodando por esta prohibición?

R: La prohibición por parte del Estado israelí de entrar por sus fronteras en los próximos diez años, significa por extensión, debido a la ocupación, que no podemos entrar en Gaza ni en Cisjordania. Israel nos prohíbe entrar en Palestina por los próximos diez años. Algo que es vergonzoso, que un país te impida entrar en otro, pero eso es lo que significa la ocupación: el control total de un país por parte de otro, el sistema colonial. Ahora bien, este es otro fracaso más de las políticas de colonización y apartheid israelíes: se piensan que porque yo personalmente no puedo entrar allí, no puedo enviar a todas las personas que quiera de ciudadanía europea, latinoamericana, estadounidense o los mismos palestinos que viven en Gaza y en Cisjordania, que está lleno de excelentes documentalistas, cineastas, periodistas que están colaborando con nosotros. No sólo vamos a terminar nuestros documentales y reportajes, sino que ahora tenemos una obligación moral, hemos visto morir gente delante de nosotros, nos han hecho sentir lo que viven los palestinos desde hace 60 años, ¿cómo vamos a volver a nuestras casas y darle la espalda a esta realidad? Tal vez antes podríamos haberlo hecho, pero gracias a los comandos israelíes hasta que muramos, de por vida, esas 800 personas, nuestras familias, nuestros amigos, nuestros países, nos vemos obligados a comprometernos con mostrar la realidad de Gaza y de Palestina en general. Por lo tanto, el compromiso se refuerza muchísimo más.

P: Se dice que os van a conceder la nacionalidad palestina. ¿Es eso cierto?

R: No lo sé, se me ha comentado, pero no está confirmado. Sería un honor enorme e inmenso tener la nacionalidad de una sociedad que ya conocí (ya conocí Gaza y Cisjordania) y, de verdad que Palestina y los palestinos y las palestinas, por el sufrimiento que han padecido durante décadas se han convertido en una sociedad especial, no son personas normales, son personas que han podido trascender y eso es casi un milagro, pero sucede en el ser humano, en la psicología y el alma humana.

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