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Europa :: 30/08/2022

Ucrania: La invasión del capital (II)

Michael Roberts
Si Rusia mantiene el control de sus conquistas territoriales, la reconstrucción de Ucrania como un estado independiente financiado por el capital occidental está en peligro

Hay un problema para el capital occidental y los oligarcas de Ucrania: es Rusia. La guerra ya ha llevado a las fuerzas rusas a obtener el control de al menos 12,4 mil millones de dólares de recursos de Ucrania en energía, metales y depósitos minerales, además de tierras agrícolas. Si las fuerzas rusas logran anexar las tierras ucranianas incautadas durante la operación militar, Kiev perdería permanentemente casi dos tercios de sus depósitos. Moscú ahora controla el 63% de los depósitos de carbón de Ucrania, el 11% de su petróleo, el 20% de su gas natural, el 42% de sus metales y el 33% de sus tierras raras.

Así que cualquier esfuerzo de reconstrucción financiado por el capital occidental tiene un gran obstáculo. "Ucrania no solo habrá perdido gran parte de su territorio y sus recursos, sino que será constantemente vulnerable a otro ataque de Rusia", dice Jacob Kirkegaard, miembro del Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington.

"Nadie en su sano juicio, ninguna empresa privada, invertiría en el resto de Ucrania si esto se convirtiera en un conflicto congelado". Ucrania, por el empeño de EEUU de incorporarla a la OTAN, ha sufrido continuos bombardeos y ataques militares con la muerte de cientos de civiles y millones han huido de sus hogares e incluso oportunamente abandonaron el país. Si Rusia mantiene el control de sus conquistas territoriales, la reconstrucción de Ucrania como un estado independiente financiado por el capital occidental está en peligro.

Pero muchos ucranianos de habla rusa y otros se empeñan en permanecer en las zonas controladas por Rusia. Probablemente debido a que los derechos sindicales y las condiciones de trabajo de los trabajadores de Ucrania están siendo pisoteados por el régimen ultranacionalista de Zelensky.

"Terapia de choque" en Rusia

Cuando la Unión Soviética colapsó a principios de la década de 1990, la élite en Rusia, con el respaldo entusiasta del imperialismo estadounidense y los asesores económicos occidentales, procedió rápidamente a desmantelar el sector estatal soviético. No hubo ningún intento de introducir siquiera la 'democracia liberal'. Mucho más importante era hacerse con el control de los recursos y la mano de obra de Rusia para beneficio privado. El héroe pro-capitalista Yeltsin lanzó rápidamente lo que se ha dado en llamar una "terapia de choque" para introducir los mercados y el capital privados. Los precios fueron 'liberalizados' y comenzó una rápida privatización, todo por decreto presidencial sin ningún mandato democrático del pueblo ruso. Yeltsin impulsó una constitución que consagró a un presidente con fuertes poderes, incluido el de veto.

Cuando se levantaron los controles de precios, los precios de los alimentos básicos como el pan y la mantequilla se dispararon hasta en un 500 por ciento en cuestión de días. Grandes sectores de la población se hundieron en la pobreza casi de la noche a la mañana. En 1994, se privatizó alrededor del 70 por ciento de la economía rusa. Yeltsin lo logró vendiendo los activos de Rusia a cambio de cacahuetes a una camarilla de personas privilegiadas, ahora llamadas 'oligarcas'. 

Durante los siete años del régimen de Yeltsin, el PIB de Rusia cayó un 40 % y numerosos episodios de hiperinflación acabaron con los ahorros de muchos ciudadanos rusos. El crimen era rampante; la mafia impuso sus esquemas de protección a las empresas y los funcionarios exigían sobornos. La esperanza de vida se desplomó. La cleptocracia y la desigualdad extrema arraigaron.

El alcohólico Yeltsin se volvió extremadamente impopular (su índice de aprobación cayó a solo el 10%). Pero la nueva camarilla de oligarcas se aseguró de que fuera reelegido en 1996 a través de un plan elaborado por estrategas occidentales en el Foro Económico Mundial de Davos de ese año y aplicado a través de una campaña masiva en los medios controlados y mediante la marginación de cualquier campaña de oposición (entonces principalmente los comunistas). Sin embargo, la economía aún luchaba por recuperarse y en 1998, el gobierno ruso dejó de pagar $40 mil millones de dólares de bonos gubernamentales a corto plazo, devaluó el rublo y declaró una moratoria de pagos a los acreedores extranjeros.

Este incumplimiento catastrófico paralizó al gobierno y llevó a Yeltsin a renunciar como presidente en poco más de un año. Yeltsin dejó paso a su primer ministro Vladimir Putin. Putin prometió establecer estabilidad y prosperidad con reformas. Restauró la disciplina y el orden en el gobierno; subordinó a la Duma estatal -el parlamento de Rusia-; puso fin a las elecciones de gobernadores regionales y los convirtió en funcionarios designados, centralizando la autoridad; tomó el control de varios medios de comunicación; y tomó medidas enérgicas contra los oligarcas que se resistieron, exiliando o encarcelando a muchos de ellos.

La nueva dirigencia rusa

Surgió una nueva élite que reemplazó a muchos de los oligarcas de los años de Yeltsin. Se trataba de altos cargos de las empresas estatales. Pudieron hacerse con el control de importantes sectores de la economía rusa y se convirtieron en jefes de empresas estatales que crecieron tras la nacionalización de los activos de muchos de los antiguos oligarcas de la era de Yeltsin. Paso a paso, Putin creó un "capitalismo de Estado".

Putin fue un gobernante realtivamente bueno. Durante sus dos primeros mandatos como presidente (2000-2004 y 2004-2008), la economía rusa prosperó y la gente participó de este auge económico. El crecimiento medio anual del PIB real alcanzó el 5,5%. Pero esto se debió principalmente al auge de los precios de las materias primas que también ayudó a muchas economías capitalistas más débiles, como la Venezuela de Chávez o el Brasil de Lula. Los precios del petróleo subieron desde un mínimo de 10 dólares el barril hasta un máximo de 150 dólares el barril.

Las consecuencias de la Gran Recesión

Pero esos años dorados basados en las exportaciones de energía terminaron abruptamente con la Gran Recesión de 2008-2009 y la subsiguiente Gran Depresión de la década de 2010, cuando se disipó el auge de las materias primas. Se llegó a un estancamiento. El crecimiento del PIB real en la próxima década promedió solo el 2%. A Ucrania (en rojo en el gráfico), a pesar de toda las propaganda occidental, le fue bastante péor.

La inversión extranjera disminuyó precipitadamente y la fuga de capitales se aceleró a casi el 4 % del PIB anual a medida que los oligarcas enviaban sus ganancias ilícitas a refugios en el extranjero o compraban propiedades en el Reino Unido, con la ayuda de empresas de inversión occidentales.

El crecimiento de la inversión productiva fue débil porque la rentabilidad del capital en Rusia solo se recuperó lentamente de los años de la "terapia de choque". Se refleja gráficamente por la tendencia de la rentabilidad del capital ruso. Después del colapso económico de la "terapia de choque", la rentabilidad se había recuperado durante los años dorados de los dos primeros mandatos de Putin. Pero después de 2011, la rentabilidad subió y marcó el ritmo; mientras el crecimiento económico le siguió.

En el tercer mandato de Putin (después de 2012), 2014 vio un punto de inflexión significativo. Cuando el gobierno ultranacionalista de Ucrania lanzó sus ataques en las áreas de habla rusa después del golpe de Estado del Maidan, Putin respondió brindando apoyo activo a los separatistas atacados en la región de Donbas. Esto impulsó su popularidad en casa al menos por un tiempo, y su índice de aprobación se disparó.

Pero la economía no se disparó. Occidente aplicó entonces sanciones económicas contra personalidades y sectores empresariales rusos. El crecimiento de Rusia siguió siendo débil y por debajo de la tasa de crecimiento de la mayoría de los países desarrollados. Cuando se ajusta la inflación, el ruso medio ganaba menos dinero en 2019 que en 2014.

En medio del estancamiento, la desigualdad se ha acelerado. Según una investigación conjunta de la Escuela Superior de Economía y el banco estatal VEB, "el 3 por ciento más rico de los rusos poseía el 89 por ciento de todos los activos financieros en 2018". El Moscow Times informa que "la cantidad de multimillonarios en Rusia creció de 74 a 110 entre mediados de 2018 y mediados de 2019, mientras que la cantidad de millonarios aumentó de 172.000 a 246.000". Según la clasificación de Forbes, la riqueza total que poseen los 200 principales ricos de Rusia en 2019 era $ 15 mil millones más que en 2014.

En contraste, Rosstat informó el año pasado que el 14,3 por ciento de la población (21 millones de personas) puede definirse como pobre (cifra que envidian muchos países de Occidente). Según el economista de Yale Christopher Miller, el año "2018 marcó el quinto año consecutivo en el que los ingresos disponibles ajustados a la inflación de los rusos cayeron". El Banco Central de Rusia informó que el 75 por ciento de la población no puede ahorrar nada cada mes y casi un tercio de los que logran ahorrar algo de dinero lo hacen escatimando en otros bienes.

Sin embargo, el índice de desarrollo humano (IDH) de la ONU, que cubre la esperanza de vida, el empleo, los ingresos y otros servicios, revela que el sistema capitalista de Estado de Rusia bajo Putin no ha ha funcionado mal para el ruso medio. El índice del IDH de Rusia está al nivel del promedio de la OCDE.

Todo esto convierte en broma los argumentos de los medios occidentales de que el Gobierno de Putin es una especie de vuelta al estado soviético. Para empezar, Putin ha atacado a menudo el "bolchevismo" y, en particular, las opiniones de Lenin de que naciones como la ucraniana tenían derecho a la autodeterminación.

La ironía es que las ambiciones imperialistas de EEUU y la OTAN por el control de los países periféricos de la antigua Unión Soviética no están respaldadas por una economía imperialista moderna. Rusia no es una superpotencia, ni económica ni políticamente, aunque sí militarmente, y ese es el quid de la cuestion. Su riqueza total (incluida la mano de obra y los recursos naturales) está muy por debajo del listón en comparación con los EEUU y el G7 (barras rojas), pero al nivel de China y por encima de otras potencias.

La economía de Rusia sigue dependiendo del petróleo y el gas, que constituyen más de la mitad de sus exportaciones desde antes de que comenzara la guerra, y el resto son cereales, productos químicos, metales y tecnología avanzada.

Mucha gente puede pensar que Rusia es una potencia imperialista, pero la realidad económica es que Rusia es solo una gran economía periférica fuera del bloque imperialista liderado por EEUU, como lo son también Brasil, China, India, Sudáfrica, Turquía, Egipto, etc., aunque cuenta con un ejército más avanzado que cualquier país del bloque imperialista. Oponerse seriamente a ese bloque imperialista, que busca continuar con la hegemonías unipolar, conduce al conflicto, como le ocurre ahora a China.

thenextrecession.wordpress.com

 

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