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Europa :: 28/05/2016

Una dinámica huelguística a lo 1995, con los refineros en la avanzada

Juan Chingo
1995 fue la gran acción de la clase obrera francesa que hizo retroceder a un gobierno de derecha. El movimiento actual es el primero masivo contra un gobierno de “izquierda”

En 1995 fueron los ferroviarios y el conjunto del transporte de pasajeros los que estuvieron a la avanzada de la huelga que también abarcó a La Poste, France Télécom, la empresa de electricidad EDF-GDF, los profesores, el sector de la salud, el ministerio de finanzas, etc. A diferencia de esos años, donde la clave estuvo en el sector público, ya sea de la administración como de las empresas, hoy son los refineros, que han logrado la paralización de las ocho centrales en Francia, los que están a la punta y contagiando su determinación a otros sectores del privado, en especial los trabajadores portuarios y marítimos.

Por su parte, estas acciones se combinan con huelgas semanales de dos días de los ferroviarios y en algunas terminales de toda la semana y ya se anuncia que en junio entraran en la danza el transporte público y tres días de paro de la aviación civil.

Algo similar ocurrió en 1995 donde la CGT jugó un rol protagónico con Bernard Thibaut a la cabeza, frente al fantasma de que se repitieran y generalizaran los ejemplos de autonomía, como la coordinación ferroviaria de 1986 o la coordinadora de las enfermeras de 1988, aunque surgieron en algunas ciudades como Rouen o barrios de Paris tentativas más o menos importantes de coordinación. El endurecimiento de Philipe Martinez (su secretario general actual) pesa fuertemente para evitar que por ahora se desarrollen ese tipo de cuadro de autoorganización como había sido el caso con las Interpro (Asamblea General Interprofesional) en las luchas de 2010, a pesar de su carácter embrionario.

También al igual que aquellos años la CFDT rompió el frente único de las organizaciones sindicales y jugó su rol abierto en sabotear la huelga, como ahora es el caso de su secretario general, Laurent Berger. Los estudiantes, por su parte, también habían salido en punta, para bajar su rol activo en el momento que se afirmaba el movimiento huelguístico.

Una diferencia importante es que al abarcar a los sectores públicos las manifestaciones eran más masivas que en el movimiento actual, que tiene uno de sus límites en la falta de presencia multitudinaria en las calles de estos sectores a los que Hollande les dió una concesión salarial con este propósito desmovilizador. Tampoco los estudiantes logran hoy una dinámica como en la lucha contra el CPE (ley de contrato de primer empleo) de 2006, mismo si la determinación de la vanguardia que se movilizó con enorme coraje frente a la represión sistemática de los antidisturbios de las CRS y otros cuerpos policiales (no hubo una marcha donde sin gases, bales de goma, heridos, presos, etc.) fue un elemento clave en deslegitimar de forma creciente a los cuerpos represivos del Estado imperial.

La otra diferencia es el surgimiento de Nuit Debout que expresa y a la vez ayuda al proceso de radicalización política. Aunque muy atrás aun con respecto al 68, abre una brecha en el muro ideológico de la burguesía y sus acólitos, que usan el mismo TINA, 'There is no alternative', de Margaret Thatcher. Aunque útil para la acción, Nuit Debout no logra ser un centro de gravedad por sus "defectos" de horizontalismo asambleario, como ahora de forma potente están poniendo de manifiesto, por la positiva, las huelgas y el peligro de falta de combustible de la acción de los refineros.

Una vez más los refineros, como fue el caso en 2010 o antes con la huelga de Total de 2009, son claramente la vanguardia de la clase obrera francesa con El Havre -en su combinación de principal puerto de Francia y sede de muchas empresas petroleras y otras industrias importantes- como capital nacional de la huelga. No por casualidad un empresario amenazó este martes con revisar sus planes de producción en Francia, cosa que aunque es un chantaje a la huelga en curso, podría ser un plan estratégico de la patronal francesa para destruir a este sector vital del proletariado francés. O, dicho de otra manera, si el thatcherismo francés se quiere afirmar, deberá derrotar históricamente a los refineros como Thatcher lo hizo con los mineros. ¡Pero aun mucha agua (y posiblemente sangre) debe correr!

Sin embargo, la gran diferencia con 1995 es que, como consecuencia de la crisis mundial y europea, la determinación de la burguesía es otra: ya lo vimos con Sarkozy que en 2010 logró hacer pasar la reforma de las jubilaciones a pesar de los millones (varias veces manifestaciones de 3 millones) en la calle y la dinámica de generalización de la huelga con los refineros a la vanguardia. Fue detenida por la política de las direcciones sindicales que dieron el plafón político para la requisición de las refinerías de Grandpuits (cerca de París) y Donges (en la cuenca de Nantes) y la subsecuente derrota del movimiento.

A diferencia del fin de quinquenato sarkozista, Hollande está mucho más desgastado que Sarkozy y la pérdida de autoridad del Ejecutivo es inédita en la V República, mismo con estado de emergencia, lo que la hace más patética (y permite los ataques de la derecha y la extrema derecha por desgobierno). Pero contar más de la cuenta con éste elemento y la presión de los importantes y estratégicos sectores que están en huelga puede no alcanzar para doblegar al gobierno. Para ganar hay que generalizar la huelga al conjunto del movimiento obrero como las automotrices (el sector aun de mayor cantidad de obreros) y las aeronáuticas (el sector de producción más dinámico de la economía francesa), a la vez que socialmente a los sectores más explotados y con más reservas de odio de clase y energía, como son las capas más precarizadas del proletariado así como a los sectores más pauperizados como los desocupados y los jóvenes de la banlieue.

La CGT, que se ha convertido de hecho en la oposición de izquierda al gobierno de Hollande, debería levantar un plan obrero frente a la crisis que partiendo del retiro total de la reforma laboral dé solución a la situación de los sectores más postergados de manera de saldar la unidad de las filas obreras y de éstas con los sectores populares (pequeño comercio, taxistas, campesinos arruinados, etc.). Habría que montar comités de huelga amplios con sindicalizados y no. Intentar ganar para la huelga a la base de los sindicatos colaboracionistas, así como dotarse con piquetes de autodefensa frente al salto en la represión que se va a acrecentar sobre los sectores huelguistas más determinados.

La Izquierda Diario / La Haine

 

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