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Venezuela, Chile :: 17/07/2019

Venezuela, Bachelet y la maldición de Malinche

Jorge Montero
¿Es casual que en las dos ocasiones que la ex mandataria traspasó el bastón de mando presidencial, EEUU le facilitara un puesto clave en las Naciones Unidas?

 ¡Oh, maldición de Malinche,
Enfermedad del presente
¿Cuándo dejarás mi tierra…?
¿Cuándo harás libre a mi gente?

Gabino Palomares – “La Maldición de Malinche”

Errores, inexactitudes, declaraciones falsas y fuera de contexto ¿Sobre qué imparcialidad puede presumir el informe de Michelle Bachelet, la Alta Comisionada para los DDHH de las Naciones Unidas?

Pretender que la ex mandataria chilena presentara un informe sobre Venezuela positivo hacia el gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro, era cuando menos ingenuo. Confiar en que su elaboración estaría exenta de prejuicios mezquinos, como mínimo temerario. La sistemática manipulación de datos y testimonios, se ajusta como anillo al dedo, a las presunciones. Ahora tenemos un dictamen a la medida de Washington.

Para Bachelet los hechos verificados en su reciente periplo por Caracas, invitada por el Gobierno Bolivariano, constatan sistemáticas violaciones de los DDHH. Hay escasez de alimentos, faltan medicamentos, proliferan las manifestaciones violentas, los cortes de electricidad, las huelgas. Se multiplican las detenciones políticas de los opositores, la corrupción está al orden del día. Resultante: crisis humanitaria. Culpable del deterioro: el Gobierno de Nicolás Maduro.

En ningún momento se mencionan las guarimbas y sus víctimas, once personas asesinadas durante 2013, cuarenta y tres en el 2014, ciento setenta y dos durante 2017. Nada del sabotaje, o de intentonas golpistas. Mucho menos de sanciones unilaterales, mediante el bloqueo económico emprendido por EEUU, o los llamados a las fuerzas armadas bolivarianas a romper el orden constitucional. Parece que estos datos no aplican a la violación de los DDHH.

Poco creíble un informe donde desaparecen los motivos y no se investigan las causas de la crisis que padece el pueblo venezolano. Nada de explicar o buscar salidas. Olvidos de una declaración que se presupone neutral y equilibrada. Un informe que ahora pasa a ser un arma más en manos de la Casa Blanca, sus aliados internacionales y la escuálida oposición venezolana encabezada por el fantoche Juan Guaidó, en su campaña por derrocar al gobierno legítimo de Venezuela.

La Alta Comisionada de Naciones Unidas, nueva Malinche del hemisferio; militante de un Partido Socialista hoy corrupto hasta la médula; ex detenida política e hija de un general constitucionalista que murió víctima de las torturas tras el golpe de Pinochet; fue dos veces presidenta de la República de Chile (2006-2010 y 2014-2018). Tildada por sus adláteres de “progresista”, gobernó su país bajo el sino de la Constitución pinochetista de 1980; incapaz de echarla por tierra, a casi cuarenta años de su sanción, continúa rigiendo los destinos del pueblo chileno.

Durante sus mandatos presidenciales, las protestas convocadas por organizaciones sindicales descontentas con la política neoliberal de su gobierno, fueron duramente reprimidas. A poco de asumir, en agosto de 2007, una marcha de trabajadores dejó un saldo de 50 heridos y más de 350 detenidos. Los asalariados supieron con premura que esperar de Bachelet. La misma política “moderadora” aplicó contra los estudiantes secundarios (pingüinos) y universitarios, que exigían la derogación definitiva del marco legal de educación creado por la dictadura, de la mano de la desprestigiada iglesia católica. La presidenta ordenó reprimir con saña las movilizaciones estudiantiles a fin de ablandar a los líderes, para cooptarlos y desarticular el movimiento.

Los cables de Wikileaks, desnudaron en 2008 la política represiva de Bachelet pidiendo apoyo a la inteligencia de EEUU para dar seguimiento a la “radicalización” del conflicto mapuche y sus posibles contactos con “otros grupos terroristas extranjeros”. Criminalización de la protesta social indígena que durante su segundo mandato remató con la denominada “Operación Huracán”. Un montaje de los servicios de inteligencia para acusar de “subversivos” a líderes del pueblo mapuche y defender los intereses de las empresas forestales y eléctricas que se vieron acosadas por su indoblegable resistencia. Aplicó descarnadamente la Ley Antiterrorista que el gobierno de Pinochet sancionó en 1984, y que durante su campaña electoral se comprometió a derogar.

Alejada de cualquier ética, envió presta 400 militares chilenos a formar parte de las tropas de ocupación en Haití. Mientras el 11 de septiembre de 2014, al conmemorarse los 41 años del golpe contra Salvador Allende, se comprometió a derogar la Ley de Amnistía de Pinochet, para quitar a continuación, en reiteradas oportunidades, la “urgencia legislativa” a esta iniciativa; gracias a lo cual esta ordenanza de 1978 que beneficia a militares y civiles criminales de lesa humanidad, sigue vigente en Chile.

Qué decir de sus turbios manejos políticos que la llevaron, durante su segundo gobierno en 2017, a promover activa y entusiasta la creación del Grupo de Lima para secundar la agresión estadounidense a Venezuela.

El informe de Bachelet es funcional a la burocracia enquistada en las Naciones Unidas, ya que esquiva cualquier responsabilidad del organismo en el drama que la Casa Blanca ha creado en Venezuela. No es nueva la “ineptitud” de los funcionarios de la ONU, que siempre han mirado hacia otro lado, cuando EEUU enfrentado a su decadencia, desata golpes mortales para asegurar su acceso a las fuentes de energía, masacrando pueblos en Irak, Siria, Libia, Afganistán, o ahora bloqueando y amenazando con bombardeos a Irán. Esta es la muestra de lo que espera a la Revolución Bolivariana si su pueblo y fuerzas armadas vacilan en la defensa del país.

Maldición de Malinche – Amparo Ochoa y Gabino Palomares

Una declaración que hace tabla rasa del despojo de miles de millones de dólares que sufre Venezuela por el bloqueo financiero que le impide comprar alimentos y medicinas necesarios para su pueblo. Son muchos los venezolanos que emigran buscando mejores condiciones de vida, que no encuentran.Pertenecen a la ola migratoria que sacude el planeta como efecto de los atropellos del imperialismo a la soberanía de los pueblos. En Centroamérica los migrantes golpean los muros levantados por Donald Trump, que intima a un dócil gobierno mexicano a reprimir las familias campesinas desplazadas de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Mientras miles de migrantes africanos, arrinconados por las guerras y el hambre, mueren ahogados en el Mediterráneo en su desesperado intento por llegar a Europa, donde los espera más xenofobia y explotación.

Malinche-Bachelet sabotea el diálogo al que de manera permanente convoca el gobierno del presidente Maduro, y que parece ser la única herramienta que puede salvar a Venezuela de una guerra fratricida, atizada sin cesar por EEUU desde territorio colombiano. Donde nueve de sus bases militares están prestas a pasar a la ofensiva, y originar una deflagración que se extendería, sin pausa, por todo el territorio latinoamericano.

Hay tanta distancia entre el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas y la realidad de la República Bolivariana de Venezuela como la que existe entre la Malinche-Bachelet y Salvador Allende, el “compañero presidente”, asesinado con las armas en la mano defendiendo la “vía chilena al socialismo”.

¿Es casual que en las dos ocasiones que la ex mandataria traspasó el bastón de mando presidencial, el depositario haya sido el pinochetista Sebastián Piñera?, ¿y qué en ambas ocasiones, EEUU le facilitara un puesto clave en las Naciones Unidas? Entonces, Bachelet, ¿para quién hace el trabajo sucio?

¿No es hora de arrojar a la Malinche al basurero de la historia?

El Furgón

 

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