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Venezuela :: 01/04/2014

Venezuela: Un país inventado

Guillermo Cieza
En este siglo, por obra y gracia de la decisión del imperio y de su poderosa cadena mediática internacional, Venezuela empieza a ser conocida como una tierra maldita

Cuando Cristóbal Colon llego a Venezuela en su tercer viaje reportó a los reyes Católicos haber llegado a una Tierra de Gracia, al mismísimo Paraíso Terrenal. Los Reyes Católicos, más preocupados por el oro y las perlas que por el estado psíquico del marino genovés, siguieron mandando expediciones con encargo de saqueo.

Abundantes notas sobre ese lugar privilegiado proporcionó años después Américo Vespucio, que difundidas en Europa dieron argumentos a que Tomas Moro pusiera en boca de Rafael, un marinero de Vespucio, el relato sobre La Utopía. La obra de Moro es considerado como el primer libro presocialista y un verdadero eslabón de la influencia de las unumas (comunas) originarias en el pensamiento liberal europeo.

En el siglo XX, Venezuela volvió a ser noticia en el mundo, como ejemplo americano de la Democracia Perfecta, una prolija sucesión de presidentes mimados por Estados Unidos y las empresas petroleras, cuyo único detalle fue someter a la mayoría de la población a la miseria y la ignorancia.

En el nuevo siglo, por obra y gracia de la decisión del imperio y de su poderosa cadena mediática internacional, Venezuela empieza a ser conocida como una tierra maldita, asentamiento de una feroz dictadura y donde corren ríos de sangre inocente. En un año electoral donde se decidirán presidentes en numerosos países de Nuestramerica, el peor agravio contra fuerzas progresistas o de izquierda será “proponer un proyecto de país como la dictadura de Venezuela”.

Vanos son los intentos de explicar que ese país es territorio libre de analfabetismo, el menos desigual del continente, el segundo en matrícula universitaria, y donde el gobierno mantiene el curioso récord de haber convocado 19 elecciones en 15 años y haber ganado 18. Tampoco parece importante el hecho de que la pobreza y la indigencia se hayan reducido sustancialmente, superando las metas previstas por las Naciones Unidas, o que la oposición cuente con más del 70% de los medios de comunicación y una libertad de prensa (de empresa) que linda con el libertinaje.

Tampoco que el Presidente Maduro haya ganado elecciones hace tres meses por el 11%, y que estadísticas confiables identifican que hoy el gobierno tiene un apoyo superior a los 30 puntos por encima de la oposición.

Venezuela parece estar condenado a ser un país inventado. Una fantasía donde concurren el delirio, la impostura o las mentiras más aberrantes. Pero desde el primer día que se posaron en sus costas ojos codiciosos, su maldición fueron las alucinaciones que promovían sus riquezas.

La tierra de gracia de Colon hoy es el país con mayores reservas petroleras del mundo. El dueño insolente de los últimos depósitos capaces de prolongar algunos años la vida de la burbuja industrial alimentada por hidrocarburos.

Alguien podrá protestar con enojo alegando que no siempre fue así. Que durante 20 años, Bolívar…. Que 15 años, Chávez… Pero que son 35 heroicos, épicos y maravillosos años entre siglos de falsedades.

Hoy es un deber contarte Venezuela. Porque terminamos de creernos tantas mentiras repetidas.

“Pueblo de flojos”, “Ilusos con fecha de vencimiento”, “Derrochones incorregibles”, “Hedonistas incurables”, “Viciosos, desprolijos, barbaros”, “Huérfanos de futuro”.

De la derecha nada puede esperarse. Pero no solo es eso.

Hay una izquierda que también se persigna cuando ve marchar desordenada, plebeyamente a los de abajo.

Una izquierda de iglesia, que cambia de pulpito, pero que desde el llano o la función publica subestima subrepticiamente a los de abajo.

Habrá que contarte Venezuela, por lo propio y por el resto.

Hay demasiada fealdad e impostura suelta por el mundo. La belleza y la verdad deben terminar sus vacaciones

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