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Chile :: 01/08/2007

Fin del conflicto de Codelco. ¿Qué ganó el proletario?

Colaboradores Anónimos Hommodolars

Después de largos 33 días de Huelga, sabotajes y acciones enfocadas a paralizar la producción de CODELCO, el conflicto entre los trabajadores subcontratados de la cuprífera estatal que luchaban por conseguir las mismas condiciones laborales y salarios que los trabajadores de planta ha llegado a su fin.

Al igual que en el conflicto de los trabajadores forestales, el mayor logro de la clase proletaria estuvo en lograr una superación real de la relación jurídica establecida por el capital que relegaba el problema de la explotación de los trabajadores subcontratados a un problema con la empresa contratante, quedando libre de polvo y paja la empresa que realmente se beneficiaba de la explotación de la fuerza de trabajo ofrecida por estos “terceros”, es decir, quienes directamente obtenían la ganancia del valor producido por los trabajadores subcontratados: CODELCO. Por medio de la acción directa y la utilización de los métodos históricos del proletariado para luchar contra el capital como la huelga y el sabotaje, los explotados lograron generar un espacio donde negociaron cara a cara con sus explotadores directos. Se obtuvo una victoria al demostrar que con la lucha real, en la calle, paralizando la producción y enfrentándose a los guardianes del capital, se podía establecer una realidad material que superara los limites establecidos por “ley”, donde este conflicto tendría que haber sido un problema entre subcontratados y empresa contratante. Esta situación se vio en un primer momento, como ya se dijo, con la lucha de los trabajadores forestales. Así, se va condicionando una situación real en el conflicto capital-trabajo, donde la lucha y la unidad dan ejemplos de contrarrestar las legitimaciones que el capitalismo crea para su explotación. Un pequeño avance, claro esta, pues la confrontación no era para cuestionar al capital mismo, sino para negociar con el.

Pero de la misma forma que celebramos la lucha dada por los trabajadores subcontratados, también extraemos aspectos frágiles de la movilización. Por ejemplo, se bajo la huelga a cambio de aceptar prácticamente el mismo acuerdo que CODELCO había presentado alrededor de una semana atrás, precisamente cuando el conflicto empezó a aparecer mas en la prensa y recalcar su carácter “violento” y “radical”, entiendo esto como violencia radical contra la paz social que el país necesita para ser una buena mercancía para ofrecer a capitales que vengan a “invertir y traer trabajo” a nuestros mercados. Desde la tribuna de los medios burgueses se criticaba la falta de manejo político del gobierno, se le exigía a este intervenir y se hablaba de las perdidas millonarias de la empresa. Tampoco esta demás decir como se comparaba la ganancia que obtenían la cupríferas privadas con la estatal, argumentando precisamente que con menor personal estas conseguían mayor “producción”…asunto que lógicamente entendemos como mayor ganancia para el capitalista a cambio de menor gasto y mas explotación (menos trabajadores que producen mas).

Entonces cuando los medios de prensa de los explotadores y el Estado se “alertan” por el recrudecimiento de los conflictos, aparecen las maniobras de partidos. Específicamente del PC y la CUT que demuestran su capacidad de instrumentalizar los intereses y necesidades reales del proletariado demostrando un manejo hábil en potenciar un conflicto real y hacerlo visible, pero al mismo tiempo (una vez demostrada la fuerza) bajarlo y empezar las tratativas de negociación con los poderes para poner en el tapete su “no a la exclusión” y “fin al binominal”. De esta forma se extiende un conflicto rechazando la propuesta que la empresa había ofrecido, para en el transcurso de algunos días, previa visita a la moneda de personajes de la izquierda reformista (y reaccionaria) con el gobierno, proceder a bajar la huelga aceptando la misma oferta.

Esto no es tanto culpa del PC y la CUT, sino mas bien de la izquierda anticapitalista en general no ser capaz de contrarrestar la maquinaria de dichas organizaciones en la dirección y organización de los conflictos, es decir, de no ser capaz de realizar un trabajo político-hormiga que permita establecer las condiciones en las que el proletariado dirija sus luchas y no ser superadas por políticas e intereses externos.

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