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Ante el 14 de marzo
Para hacer el proceso menos cruento, quienes dirigen nuestras vidas exigen nuestra colaboración activa o, al menos, nuestra pasiva indiferencia ante sus mordiscos. Si no hay rebeldía no es necesaria la represión, y la sumisión al Gran Vampiro se perfila así como la única manera de vivir seguros y pacificados en el feliz mundo capitalista. La mejor y más clara muestra de lo que digo la tenemos en cada convocatoria electoral. La del 14 de marzo, por ejemplo.
Pero sería bueno recordar aquí y ahora quiénes componen ese ente vago y etéreo, pero concreto en sus iniquidades, al que llamamos Estado. Y es que sería un grave error pensar, como sucedía durante el franquismo, que sólo forman parte de él la Banca, el Ejército y la Iglesia, representados actualmente por el Partido Popular. Porque tan Estado como los anteriores son la UGT, Comisiones Obreras, el PSOE, Izquierda Unida, la práctica totalidad de los mal llamados medios de comunicación y el sinfín de organizaciones no gubernamentales que parchean sin solucionar las consecuencias de su perversidad.
Mientras no interioricemos esta realidad, no avanzaremos. Por eso, a estas elecciones, como a todas las citas a las que nos emplace el enemigo, o no acudimos o lo hacemos suficientemente protegidos. Al menos, protegidos intelectualmente. Es preciso, pues, desatender los cantos de las sirenas políticas y mediáticas; rechazar de plano los caramelos envenenados que nos ofrecen los parásitos. El 14 de marzo sólo caben, a mi juicio, dos posturas dignas: la abstención activa y el voto nulo. En el editorial del presente número de Cádiz Rebelde, les hacemos una propuesta alegre y combativa. Les sugiero que la lean con detenimiento y que actúen en consecuencia.
