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Asturies, Estado español :: 25/10/2010

Adios, Sr. Areces

Carlos X. Blanco
El presidente del "Principado" no soporta las minorías. Para él no hay emigración forzosa de asturianos, no hay lengua asturiana, no hay disidencia.

Esto es ser demócrata, parece ser.

El presidente de la colonia de España, Asturies, se nos va dentro de poco. Se llama Areces y gestiona en nombre de Madrid una colonia, un territorio sumido en la dependencia, llámese “protectorado” o “Principado” (tanto da), el gran “Tini” (diminutivo de Vicente) se nos va. Se despide políticamente, al parecer. Adiós a uno de los políticos más nefastos. Con él, trabajar en el País y trabajar sin enchufe se ha vuelto tarea casi imposible.

Si queremos hacer un diagnóstico de la formación social asturiana es preciso partir de la categoría “Trabajo”. Lo que ha ido mal, y seguirá yendo rematadamente mal en mi País –Asturies- es el ámbito laboral, fuente de toda riqueza, motor de la Producción.

Las cifras de jóvenes que escapan o los expulsan de un País cada vez más arcaizante e inerte como Asturies son, año tras año, alarmantes. Son “leyendas urbanas” esos asturianos que, según expresó don Vicente A. Areces, presidente del “Principado”, no existen. Como tampoco existe la lengua asturiana. Como tampoco “deberían existir” las minorías, según dijo en la Xunta hace poco este insigne demócrata, que posee ideas tan peculiares de la Democracia. [Xuan Bello, conocido escritor “asturianista”, resaltó recientemente su admiración por éste personaje, del que dijo ser un gran demócrata y anti-franquista irreprochable, según dice].

El otro día se ha despedido don Vicente Álvarez Areces tratando de morder, como una fiera herida, resentido por tener que escuchar de boca de un diputado nacionalista de izquierdas toda una ristra de verdades que le duelen. El diputado del Bloque por Asturies, R. Colunga, le soltó el otro día (en el Debate de Orientación Política de la Xunta Xeneral del Principáu) un discurso muy crítico y, como réplica al Sr. Colunga, a nuestro presidente nefasto solamente se le ocurre responder diciendo que los nacionalistas asturianos son minoría y, por tanto, “no deberían estar aquí” (esto es, representados en la Xunta ). El talante antidemocrático de este presidente socialista, antiguo renegado del PCE, uno de los paquetes bomba que hicieron reventar desde dentro al comunismo español y al asturiano, quedó muy bien reflejado en esa respuesta rabiosa y resentida.

Areces está acostumbrado a recibir las críticas “light” del PP e Izquierda Unida, la oposición de pacotilla, la oposición -de opereta- al Régimen que los socialistas han implantado desde hace muchos años. Tener que escuchar un discurso crítico de verdad, al margen del Régimen, por una vez, y en sede parlamentaria, le resultó muy duro. Para colmo, la crítica fue pronunciada en lengua asturiana, la única lengua nacional del Estado que no goza de reconocimiento oficial, la lengua que, cuando no existe oficialmente, incluso es perseguida por los gobiernos socialistas asturianos. Verdaderamente insoportable para el Sr. Álvarez Areces.

Un señor que ha llegado a ser el presidente autonómico peor valorado, y cuenta con uno de los expedientes más nefastos dentro de la política de Asturies y del Estado. Campeón en la destrucción de empleo, primer espada en lo tocante a dejar grandes obras inacabadas, rey y emperador en todo lo que se refiere a priorizar lo superfluo y en relegar lo urgente y necesario. Etnocida como el que más, eximio representante del odio a la lengua y a la cultura de Asturies.

Pero volvamos a la categoría “Trabajo”.

El Régimen que ha implantado el Sr. Álvarez Areces es un ejemplo meridiano de Colonialismo y de gestión (mala) de una especie de Reserva India, que no otra cosa es en lo que han convertido a este su “Principado”. Casi todos los empeños de este personaje y de su gobierno han consistido en convertir el País Asturiano en una mesa petitoria de subvenciones, mesa que ni siquiera es eficaz y diligente en la búsqueda y atracción de las mismas. En ningún momento se ha alentado la creación de puestos de trabajo con criterios de autosuficiencia económica.

¿Cómo explicar esta mentalidad subsidiaria y parasitaria de los socialistas asturianos? Yo me acuerdo de los orígenes, en la Transición y años después. Por un lado Villa, y su sindicato de mineros, barón rojo de estas tierras. Todopoderoso. Por otro lado, los autobuses cargados de jornaleros andaluces, mantenidos a cuerpo de rey por el PER, que venían a los mítines de Alfonso Guerra al “Molinón” de Xixón (“¡dales caña, Alfonso!”). Venían a Asturies en el día, llenaban los estadios por si acaso no había nativos suficientes, con un bocadillo y una gorrita, con autobuses cargados hasta los topes. Después, hicieron lo propio los policías antidisturbios de Valladolid, ordenados por Felipe González, que también venían y se largaban en el mismo día, con un bocadillo y estimulantes para pegar más fuerte: a reconvertirnos industrialmente a golpe de porra. Y a darnos caña, Alfonso, a darnos caña a cambio de un sueldo…

La extracción social de los dirigentes de la Federación Socialista Asturiana habla claramente de su desconocimiento del pasado económico y cultural de Asturies. Olvidan o ignoran que Asturies viene de la Casería , una institución autárquica, autosuficiente, que producía de todo para que en ella no faltase de nada, y que entablaba unas relaciones de cooperación y ayuda con las Caserías vecinas. Asturies misma se recreó a sí misma como una hermandad de cooperación y ayuda mutua de productores a lo largo de la Edad Media , constituyéndose así en concejos y en la hermandad federativa de concejos que fue la Xunta Xeneral del Principado. Un País de productores autosuficientes pero abiertos a la cooperación socialista entre Caserías. El clero y la nobleza multifundistas (porque apenas existieron latifundistas) desvirtuaron este carácter nacional propio, un carácter alejado completamente de los usos castellanos y meridionales.

La minería y la industrialización desde mediados del siglo XIX hicieron olvidar este carácter nacional. Acudieron gentes sureñas, desarraigadas de la Casería , con el objeto de ser explotadas por el capitalismo y con el fin de mermar las resistencias del proletariado astur, que seguía siendo campesino y contaba con la Casería como “seguro” de desempleo y complemento en sus ingresos. Ya en el tardofranquismo, un sindicalismo otrora combativo y ejemplo de resistencia obrera, fue dando pasos hacia la “internacionalización” de sus puntos de vista, por vía de ideologías bolcheviques y anarquistas muy poco conectadas con la Tierra y el Ethnos de Asturies.

Ese bolchevismo del que procede Areces, y que muy poco tiene que ver con el genuino marxismo, por cierto, siempre se convierte con suma facilidad en una coartada para la aplicación ulterior y traicionera de toda especie de políticas neoliberales, agresivas con los trabajadores. Parapetados, ya en tiempos de democracia formal, tras unas gigantescas maquinarias sindicales super-subvencionadas, los gobiernos socialistas han demostrado ser aquellos que pueden esgrimir las peores tijeras para aplicar recortes sociales y laborales.

De cara a la galería dicen defender un “estado del bienestar” (ya nunca se atreven a hablar de socialdemocracia y menos de economía socialista), pero son los agentes mejores para el capitalismo foráneo. Un capitalismo que, a escala del estado, cifra sus intereses en el arco Mediterráneo, no en el Atlántico. Un capitalismo que siempre planifica en términos de centros y periferias y que emplea las periferias como vertederos, pilas sucias de energía, bolsas de exportación de mano de obra y patios traseros para el desarrollismo fácil de otras regiones.

Asturies es eso gracias al Sr. Areces. Vertedero de España, pila sucia, reserva de libre disposición para el Estado Español. Para que siga siendo el trasero del Reino, hace falta que socialistas, populares e Izquierda Unida sigan funcionando como cortesanos de los borbones, ayudando a que el Circo monárquico se mantenga con todas sus payasadas, incluida la payasada máxima de nombrar “Asturies” con el título de “Principado” y otorgar ridículos Premios que cuestan una millonada al erario público.

El Sr. Areces procede de esa cúpula exbolchevique, desarraigada de su Tierra, sin vinculación honda con su País, que “gestiona” el País como si fuera una Provincia, mejor dicho, como si se tratara de cualquier Provincia. Es por ello que desprecia todo cuanto le recuerda aquello que no es: un asturiano, hijo de su tierra. Por eso no soporta la lengua del País, por eso prima los espectáculos de La Pantoja y de José Luis Moreno frente a los artistas nacionales. Por eso apoya las Corridas de Toros y los espectáculos flamenquistas. Por eso compra voluntades asturianistas para que vivan de sus limosnas, para así domesticarlas y hacerlas actuar como virus troyanos dentro del movimiento nacionalista asturiano.

Las burocracias sindicales (SOMA-UGT, CCOO) aún están engrasadas por los millones de euros que cobran. Las inercias del viejo estilo de sindicalismo también: defensa de la megaempresa pública, improductiva y dependiente de criterios políticos, el enchufismo de los “liberados” y demás cultura propia del parasitismo, la importancia del carnet para el ascenso de los mediocres, la gestión de fondos ajenos y la falta de iniciativa para la creación de riqueza propia. Este “Principado” ha sido repetidamente denunciado por su práctica clientelar. El número de trabajadores públicos designados a dedo es enorme. En Asturies nadie mueve un dedo sin el placet de la mafia socialista. No hay trabajo, beca, subvención si no cuentas con el “visto bueno” de esta autodenominada izquierda “plural” y “progresista”.

Con la rabiosa respuesta de Areces del otro día, en el Debate de la Xunta , y su inminente despedida, se abre un nuevo ciclo político en el País. Para ello, para que lo viejo muera y lo nuevo emerja de una vez, es imprescindible una unión (Xuntanza) de todas las fuerzas nacionalistas y contestatarias, esas que son la “minoría”. Una minoría que es tal debido a su presente desunión, pero que representa a la Asturies real frente a la oficial. Adiós, Sr. Areces.

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