El Africano y la Benemérita

Hay cosas que Salif sabe, y otra que no. Las que no sabe lo están matando ahora mismo. Bracea histérico mientras las grandes bocanadas de aire no consiguen llegar a los pulmones. Se estancan en una zona intermedia entre estos y la garganta, en el pecho, desde donde vuelven a salir por la boca junto a algunos tragos de agua salada. El corazón de Salif se ha desbocado y retumba dentro de su cuerpo como el tambor de una tribu africana, la sangre corre loca por las venas y el hombre tiene tanto miedo que no puede dejar de pensar en su madre, en sus amigos, ristras de imágenes rápidas que se confunden en su mente con los hombres que disparan desde la playa.

Antes de dejar Mali y cruzar los 2.200 Km hasta la frontera de Ceuta, antes de cruzar los desiertos de Mauritania y Argelia y franquear la frontera de este último país con Marruecos, Salif sabía, gracias a alguno de los televisores que hay en el pueblo, que hay una vida mejor.

Ha visto imágenes de la gente guapa, cuerpos en forma que sonríen y pasan un brazo por los hombros de rubias despampanantes hasta que se suben a coches de lujo. Futbolistas famosos de clubs importantes. El hombre aspira a algo más modesto, le basta con encontrar un trabajo en la construcción como hizo su primo en 2006, desde entonces envía habitualmente cantidades de dinero que le dan prestigio y reconocimiento dentro de la familia.

Sabe que si consigue poner el pie en territorio español tendrá alguna oportunidad. Sabe que las leyes españolas dicen que si pisa territorio español, ya no le podrán expulsar. Ha planeado esto meticulosamente y ha implicado a buena parte de sus conocidos, familiares y amigos hasta reunir el dinero necesario. Ha calculado todo, la ruta, el tiempo, los posibles imprevistos y ha preparado el viaje de forma obsesiva durante los últimos dos años.

Lo que Salif no sabe y es lo que le está costando literalmente la vida, es que esa España democrática a la que se dirige, es una hija de perra.

Un reino gobernado por una casta de desalmados sin misericordia para los que la justicia y la ley, solo son instrumentos para asegurar su dominio. El hombre no sabe que no estamos en 2006, que la construcción está en la crisis más grave de los últimos 30 años y que la burbuja especulativa inmobiliaria con la que se enriquecieron muchos de esos gánsteres, ha explotado hace unos años. Sin Construcción no hay obras y sin obras no hace falta mano de obra barata africana.

El aire se ha llenado de fuego por los gases lacrimógenos que la Guardia Civil les lanza desde la orilla, el mundo se ha convertido en una horrible trampa de agua salada, proyectiles de goma y ojos ardiendo. Escucha gritos desde la playa, gritos a su lado de compañeros que tragan agua y piden auxilio.

Otra cosa que Salif no sabe, ni sabrá ya nunca, es que el máximo responsable de los hombres que disparan, contará al día siguiente en el telediario de las tres que los dieciséis muertos resultantes de esa operación de “contención” eran muy violentos y suponían un peligro para la seguridad nacional, pero que jamás se disparó contra ellos.

Antes de que el impacto de una pelota de goma reventara la cara del Africano mandándole al fondo del mar, el hombre no pudo siquiera imaginar que en la Europa VIP del siglo XXI, alguien tendría los santos cojones de salir después de esta carnicería y amenazar con querellarse contra quienes la denuncien.

Lo que no sabes es lo que te mata, y España es una cosa de la que se sabe muy poco. Dentro, pero sobre todo fuera de sus fronteras.

Voces de Pradillo