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Julio Anguita se pasa a la “democracia cara-a-cara”
9 de Mayo de 1936, Zaragoza huele al Ebro, rio que la separa de las llanuras y peñascos que descienden hacia el Mediterráneo. La Caesraugusta de Roma, quiso ser Budapest y se olvido construir otra ciudad en su otra orilla.
Ese día Zaragoza no estaba construyendo una medina para hacerse una taifa, ni cantando contra los fanfarrones de Napoleón y realizando tirabuzones con las bombas enemigas. Estaban miles de campesinos en alpargatas y obreros del metal y del ladrillo, discutiendo sobre una alianza con la UGT, el otro yo sindical de la clase trabajadora.
En ese congreso, percibido ya de guerra, la CNT decide por 822 votos a favor y 62 en contra, una alianza insurrecta para la revolución. Lo consignado es que la central socialista haga abandonar a sus militantes los puestos institucionales que ocupan en el parlamento y reconozcan el fracaso de su colaboración con los sectores de la burguesía progresista.
Tras alcanzar el triunfo obrero, cada pueblo de la península ibérica, articulándose en una unión cantonalista decidirá el gobierno que quiera elegir dentro de las diferentes gamas y matices del comunismo. Aquel acuerdo anarcosindicalista ayudaría a la unidad de acción para derrotar en muchas partes del estado, el ataque coordinado fascista y su intento de imponer una dictadura al país.
77 años más tarde, en ese Círculo de Bellas Artes de Madrid, a veces pintor, otras de sainete y muchas más literario, Julio Anguita, antaño coordinador de una Izquierda Unida, que soñaba con Il Sorpasso y concebirse como mayoría de gobierno y que también fue antiguo Secretario General de un PCE con el cual quiso ensayar las teorías de Antonio Gramsci y quiso borrar Santiago Carrillo de la praxis política. Apareció a debatir su propuesta cívica y educada en un recinto de un millar de frentistas.
Julio Anguita, que titulo a los que quieren que los nada de hoy todo tengan que ser, de locos, tan “chalados” como Fidel Castro, Lenin o Mao, según sus palabras o de anormales que no subnormales , puntualizo. Pero que cambiaran la historia y transformaran su curso, con sus locuras y rarezas.
Julio Anguita propuso un contrapoder más próximo al EZLN que al clasicismo leninista, un 15-M Pannekoekniano. Julio esta adyacente a Pi y Margall y menos a José Díaz, más anexo a Manuel Ruiz Zorrilla que a Cayo Lara. Anguita sugiere un plataformismo anarcomunista, concreto y no abstracto, con vanguardia colectiva y sin comité central dirigista. Julio Anguita expuso un nuevo manifiesto de iguales, que recuerda a Sylvain Maréchal y pretende un 1789 que suprima el viejo orden de los mercados y del capitalismo.
Ahora la pregunta es ¿conseguirá unir su anarquismo ciudadano, con el marxismo consuetudinario? La crónica de los pueblos que componen España, saben que solo esa unidad hizo avanzar a la clase trabajadora. Y en la memoria 1873 y su tentativa de una republica desde abajo, 1917 y la huelga general que proyecto adecentar la sociedad de la dictadura restaurada borbónica y finiquitar el pistolerismo patronal y el caciquismo rural. Y por último, el 18 de Julio de 1936 y la detención del golpe de estado faccioso contra la II Republica. Cuando se desunió al anarquismo de Karl Marx, salió 1977 y la transición.
En la mañana del 10 de Febrero en Madrid, el marxismo estructuralista de Julio Anguita busco un moderno congreso de Zaragoza a la inversa, dirigiéndose a la sociedad civil y a un anarquismo de síntesis.
* Eduardo Andradas es Investigador Histórico y poeta.
