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Asturies, Mundo :: 17/06/2012

Rebelión leal desde las periferias

Carlos X. Blanco
Un asturianismo sustantivo no lo he detectado en esa que se ha dado en llamar, en varios blogs y foros, la “izquierda del bable y la gaita”

Un error que hemos cometido a veces en el ámbito asturianista y nacionalista ha sido creer que nuestro “dolor por Asturies” puede y debe hacer causa común con los nacionalismos periféricos fuertes: el catalán, el vasco, o incluso el gallego. Tampoco estaremos nunca con un españolismo excluyente. Papanatas y cantamañanas como ese Padre de la Constitución, don Gregorio, que afirman que “mejor hubiera estado quedarse con Portugal que con Cataluña” son personajes que nos hacen daño a todos, especialmente a los periféricos, seamos nacionalistas o no. Eso de “quedarnos con” pone de manifiesto cuanto le dicta la sangre a este señor, sobrevalorado y endiosado, como pocos. Sobrevalorado sobre todo por la apisonadora socialista y jacobina. Revelan estas frases un nacionalismo español intolerante y mal entendido del que son calcos suyos (y esta no es tesis solo mía) los nacionalismos vasco y catalán.

Pero en Asturies no queremos una cosa ni otra. Ni españolismo jacobino ni separatismo. No lo quiere la mayor parte de su ciudadanía. Hace muchos años, don Ramón Argüelles decía que el exacerbamiento del nacionalismo “diferencialista” (vasco, catalán, gallego) no producía en el Principado sino desprecio o socarronería. Tanto como el exacerbado centralismo de algunos madrileños, en general. Históricamente, fueron los Austrias y los Borbones quienes ahogaron nuestras tradiciones hispánicas pero diferenciadas, y eliminaron derechos, fueros, particularidades hasta llegar a entregarnos en herencia una “España enteca”. Con gran razón, Argüelles mentaba la sustitución de la Junta General del Principado por una Diputación Provincial de cuño centralista, lo que fue el banderazo de ese ahogamiento de un país, el asturiano, tradicionalmente diferenciado pero no contradictorio con una construcción de “España”.

Desde luego, es imposible rescatar un pasado, que tampoco fue muy bueno. El diferencialismo de facto que los asturianos ostentábamos hasta el siglo XIX iba de la mano de un gran retraso económico y un aislamiento notorio. La industrialización acabó por imponernos una castellanización que, preciso es decirlo en alto, nunca se pudo completar del todo. Si uno viaja a Cataluña o a las Vascongadas, dejando a un lado la cosa lingüística, se observa allí mucha más “españolidad” que en Asturies, donde la hay también pero a nuestra única y profunda manera. Entre los vascos hay un no sé qué de castellanos viejos –y muy viejos-, así como otras afinidades cantábricas con los asturianos que a mí me parecen innegables. Entre los catalanes hay un “alma mediterránea” que tiene mucho más que ver con el español estándar, mucho más, que con lo esencial y profundo del alma astur, tan distante de ella. Con esto quiero lanzar un mensaje, uno más, al asturianismo político, siempre emperrado en sus reivindicaciones lingüísticas y tan ausente de la cosa etnográfica, económica y social, asuntos éstos que deberían también conocer para hacer públicas sus demandas.

Nuestras señas de identidad siguen siendo fuertes, y solo la postración de la era de la “Izquierda Plural” -neofranquista en sus políticas del tipo INI + Coros y Danzas- es la que nos permite entender nuestra condición de rezagados en materia autonomista. Esto ha permitido que nos crucemos de brazos ante las declaraciones de un Pujol que, venido a Asturies, nos dijo que no teníamos identidad suficiente. Esto de nuestro retraso en conciencia autonómica –mas no identitaria- explica que a los nacionalistas y separatistas vascos no les agrade el “café para todos”, y que, en resumida cuenta, el desarrollo diferencialista de los que no somos vascos les traiga al fresco. Yo creo que a estas gentes, a los nacionalistas del privilegio, a los de la periferia separatista, hay que ponerles coto. Son, en el fondo, iguales que los Peces-Barba, o sea el nacionalismo español de corte intolerante (el de Rosa Díez y Peces-Barba) pero puesto del revés. Nos perjudican gravemente como asturianos y lo peor de todo es que fundan sus reclamaciones de privilegio en una pseudohistoria ante la cual en Asturies deberíamos rebelarnos.

Por eso, a mis oídos nacionalistas, o sencillamente, a mis oídos de asturiano, palabras como las del señor Sostres, suenan como un manantial de agua limpia:

“Fíjense. Basándose en supuestos derechos históricos, lo que era un territorio sometido a coronas extranjeras y potencias árabes como Cataluña, y lo que eran territorios del Reino de Asturias como fueron Galicia y País Vasco, enarbolan un status de nación, que nunca tuvieron y envían al furgón de cola a Asturias que sí fue una nación europea, con su estructura política, sus reyes, sus ejércitos, su Iglesia y su territorio. Es y parece una broma macabra del devenir histórico y político”.

Quiero hablaros muy claro. Jamás he visto discursos identitarios asturianos tan nítidos entre la marabunta del grupo (ahora federado como una hermandad trinitaria) PSOE-IU-PP, como los discursos de Foro. Es verdad que, de momento, solo hablamos de discursos.

Desde los tiempos de don Pedro de Silva, el autonomismo asturiano ha languidecido. La panda de inútiles socialistas feseanos y la jaula de grillos que siempre fue el PP provincial nunca pensaron en estrategias para Asturies como País. Con gusto he leído al profesor Buznego decir que a Asturies le falta una Geopolítica, mientras que los demás entes autonómicos sí la tienen. Coincide con lo que yo he llamado “Una Alianza del Noroeste”, que está sin construir. Es hora de extraer posibilidades autonómicas, regionalistas, desde nuestra identidad tan clara, honda y leal como es la identidad de los asturianos. Aquellos que nos niegan identidad, historia y condición de nación, en realidad saben muy poca cosa acerca de los ritmos históricos, que son milenarios, no coyunturales o electoralistas a corto plazo. Es más País Asturies que unas provincias vascas cuya unión fue utopía cumplida de Sabino Arana, pues sus juntas provinciales eran independientes entre sí y cuyos vínculos con Castilla no se basaron en una preexistencia estatal independiente, cosa que al Reino Astur, después Principado, sí le aconteció. Otro tanto digamos de una Cataluña que, de no ser por los francos, sería mora; una Cataluña que dio la espalda a Aragón, de cuyo reino era parte orgánica. Y etcétera. Toda esta mascarada del PNV-Bildu-CIU-ERC no se sostiene históricamente, y, para los dineros, para la Hacienda, representa poco más rapiña y cara dura. Porque es cierto: dales privilegios a vascos y catalanes, y entonces tendremos “menos Asturies”, no solo “menos España”.

¿Dónde debemos estar los identitarios de Asturies? Un asturianismo sustantivo no lo he detectado en esa que se ha dado en llamar, en varios blogs y foros, la “izquierda del bable y la gaita”. Se le busca pero no se le encuentra. Ese oportunismo hipócrita de IU, su folklorismo, o la retórica de sus satélites minúsculos, los soberanistas del “altermundismo” y la estrellita colorada en la bandera del país, no tiene mucho que ver con una rebelión regionalista que ponga cara de perro, tanto a los centralistas jacobinos como a sus hijos naturales, los independentistas. Mis raíces están en Covadonga antes que en Gaza, Montserrat o Guernica.

Ante el retroceso del Estado de la Autonomías, ante las “dos velocidades” del Estado, hemos de rebelarnos. Los asturianos no somos ciudadanos de segunda, no somos parte de eso que los nacionalistas vascos y catalanes andan llamando por ahí “El Resto”. En este “resto” hay identidades fuertes, hay pueblos, hay lenguas, hay patrimonio cultural y usos jurídicos, hay naciones y regiones que no pretenden bajarse del carro cuando este carro tropieza con baches. Asturies siempre fue leal, no es patria de traidores, y en este mundo convulso, ninguna nación, menos una nación pequeña, puede viajar sola. Asturies “occidentalizó” España. Este Estado no se explicaría sin nuestra contribución, que no fue precisamente menor. España es Europa por la sangre de los asturianos. España es Europa también por las luces y clarividencias de muchos asturianos. Lo que necesitamos ahora, sine ira et studio, es una planificación geopolítica con nuestros vecinos para que en Noroeste de la península no sea un patio trasero de nadie. Debemos defender con uñas nuestro patrimonio y forma de ser. Debemos buscar la excelencia (areté) como Pueblo. No ser menos que nadie y dar lo mejor de nosotros mismos.

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