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Estado español :: 28/02/2007

Las políticas fascistas en su intento de construcción de un género femenino al servicio de la patria

Miguel Álvarez Peralta
La versión española tuvo una política de género centrada en dos pilares: la sumisión o la lucha contra la emancipación de la mujer y la modernización del modelo de mujer.

Una somera comparación entre las diversas manifestaciones del fascismo, la versión alemana, la italiana y la versión española para adentrarnos en las características ideológicas de cada una y sus respectivas políticas de género, nos descubre lo siguiente:

El italiano fue el primer régimen fascista y el pionero por tanto en desarrollar el discurso sobre la mujer-familia, asignándole a la mujer el papel de centro de la familia como esposa y madre, garante de su unidad y a través de ésta, de la unidad de la nación. De esta manera liga el rol de la mujer al objetivo último de su política y, en sus propios términos, lo "dignifica".

La menor importancia, (incluso ausencia) de la tradición católica en el fascismo alemán supone una diferencia clave por la tradición represiva que esta tradición conlleva y su cultura del miedo, la culpa y la sumisión. El fascismo nazi explicita que el mundo masculino es grande, es el mundo de la política, el trabajo y el estado. El mundo de la mujer en cambio es más pequeño, pero igualmente necesario para que el mundo del hombre funcione. Es el mundo de la familia, la casa, lo doméstico.

La versión española tuvo una política de género centrada en dos pilares: la sumisión o la lucha contra la emancipación de la mujer y la modernización del modelo de mujer, entendida como adquisición de conocimientos técnicos que le ayuden a optimizar su rol asignado como columna vertebral de la vida familiar.

El primero de estos pilares, abortar cualquier intento de emancipación de las mujeres, tenía por objetivo demonizar la liberación de la mujer respecto de su sumisión al sistema patriarcal, como uno de los peores males que podían acaecer a la sociedad.

"El deber de las mujeres para con la patria es formar familias", aseguraba Primo de Rivera en 1938, durante un discurso ante la Sección Femenina. Con esta frase queda claro que la familia es más que una opción personal o una forma pragmática de organización, es un deber político que exige la nación.

El fascismo se opone al ciudadanismo republicano que patrocina la revolución francesa, tachándolo de individualista. Y se opone mediante la promoción de la sagrada estructura familiar como elemento político base de la patria y unidad de producción de nuevos trabajadores-soldados, símbolo de la potencia del país. Crea un papel femenino y luego a la vez le da reconocimiento en su plan político global.

Por este motivo el fascismo considera al Neomaltusianismo un enemigo del matrimonio. El papel del matrimonio es procrear y su deber hacer muchos hijos. Mussolini afirmó "cuesta 5 min. hacer un cañón y 20 años hacer un camisa negra". En este terreno se crean sinergias entre la iglesia católica y el estado fascista.

El segundo pilar de la política de género fascista fue la modernización, entendida como actualización del rol de la mujer a las exigencias y posibilidades de la sociedad industrial fondista. Se hace hincapié en la adquisición de conocimientos en salud, nutrición, higiene doméstica y de habilidades y técnicas que incrementen la productividad del trabajo doméstico de la mujer y el bienestar de las familias españolas: la aplicación a las tareas domésticas de la organización científica del trabajo, utilizando como agentes de modernización la publicidad, las revistas para mujeres, programas de televisión y radio, etc.

En ningún caso la modernización del rol femenino contiene connotaciones de emancipación o alcance de nuevas cotas de libertad. No se altera la "naturaleza" subordinada de la mujer, sino que se hace del modelo de mujer, e incluso de su cuerpo, una cuestión política y pública, identificando el cuerpo vigoroso y entregado como un símbolo de la fortaleza nacional. Es la época de la Educción física obligatoria, en que las críticas de los sectores de la iglesia católica salvaguardando las formas no exhibicionistas de la misma.

Una mujer sana, fuerte y limpia está preparada para ser madre y mejorar la raza. Este eral papel de la Sección Femenina. Numerosas campañas de cuidados y escuelas de maternidad, que eran percibidas muy positivamente por sus destinatarios, socializaron la preocupación por la salud de los niños españoles y por tanto de sus madres.

De esta forma en realidad el fascismo se limitó a potenciar y legislar los modelos que otros regímenes democráticos forjaban por la vía cultural.

Corriente Roja - Universidad

 

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