Miles de personas salieron a las calles de todo el Estado en la huelga general por Palestina


La huelga general solidaria con Palestina llena ayer las calles de más de 60 ciudades del Estado, una convocatoria impulsada por decenas de sindicatos, organizaciones sociales y colectivos estudiantiles bajo el lema “Pararlo todo para parar el genocidio”.
La movilización, que se extendió a más de 60 ciudades, denunció el papel de la comunidad internacional ante la ofensiva israelí sobre Gaza y exigió que el Gobierno español rompa relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, además de suspender el envío de armamento y tecnología militar.
Huelga, cortes y represión en las calles
Desde primera hora de la mañana, piquetes y columnas obreras bloquearon accesos a polígonos industriales, universidades y nodos logísticos. En Barcelona, se cortó la Ronda Litoral y los accesos al Puerto y la Zona Franca, mientras que en Valencia las protestas se concentraron en torno al pabellón Roig Arena, donde debía disputarse un partido del Valencia Basket contra el Hapoel Tel Aviv.
La respuesta policial fue inmediata: los Mossos d’Esquadra cargaron contra los manifestantes en Catalunya, con varias personas heridas y al menos dos detenciones en Valencia tras el uso de balas de goma y porras extensibles, según denunciaron observadores de derechos humanos.
En Madrid, miles de personas marcharon por el centro de la ciudad hasta la Plaza de España, donde sindicatos minoritarios y plataformas estudiantiles realizaron una asamblea pública. “No hay normalidad posible mientras haya genocidio”, proclamó una de las portavoces de la CGT entre aplausos.
En Bilbao, la jornada tuvo un seguimiento masivo, con concentraciones en el Puente del Arenal y el Ayuntamiento, donde se desplegó una pancarta con el lema: “Euskal Herria con Palestina, alto al fuego definitivo”.
Paros parciales y apoyo desigual
CCOO y UGT convocaron paros de dos horas en distintos turnos de trabajo. En cambio, sindicatos como la CGT, Solidaridad Obrera, Intersindical, Co.Bas o la CIG gallega llamaron a paros de 24 horas en todos los sectores, mostrando una creciente capacidad de convocatoria frente al conservadurismo acomodaticio de las direcciones de CCOO y UGT.
En educación, el seguimiento fue notable en universidades y centros de secundaria, donde el movimiento estudiantil tuvo un papel protagonista. En transporte y sanidad, los servicios mínimos decretados por las administraciones —del 66 % en Cataluña y hasta el 80 % en Madrid— limitaron la participación, pero no impidieron la visibilidad del conflicto.
Madrid Movilizada
Una huelga política y solidaria
Más allá de las cifras, la jornada representó un golpe simbólico contra la inacción del Gobierno 'socialista' y la complicidad de la Unión Europea. Los convocantes denunciaron que la política exterior española sigue alineada con los intereses del régimen israelí y que las medidas anunciadas —como el reconocimiento del Estado palestino o la revisión de acuerdos bilaterales— son “gestos vacíos sin consecuencias reales”.
“No es una huelga por una guerra lejana: es una huelga contra el racismo institucional, contra la hipocresía diplomática y contra la industria militar que se lucra con la muerte”, declaró una portavoz del sindicato Alternativa Sindical de Clase (ASC) en Madrid.
La huelga en el Estado Español coincidió con movilizaciones en más de 20 países, incluida una acampada de mujeres en Bruselas que exige a la Unión Europea romper relaciones con Israel y aplicar un embargo total de armas.
Una jornada que marca un precedente
Aunque la represión policial y la cobertura mediática parcial intentaron minimizar su impacto, la huelga general por Palestina ha marcado un precedente histórico de solidaridad internacionalista en el Estado español.
Los convocantes anunciaron que la lucha “no termina aquí” y que seguirán impulsando acciones hasta lograr el fin del comercio militar con Israel y la ruptura de todos los acuerdos de cooperación.
“Hoy no hemos parado el mundo, pero hemos demostrado que el mundo puede parar para defender la vida”, concluyó una joven manifestante en Barcelona, rodeada de banderas palestinas, pancartas improvisadas y la convicción de que la solidaridad, cuando se organiza, también es una forma de resistencia.