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Un rayito de luz en el Congreso argentino
La cuestión de privilegio planteada en la Cámara de Diputados por la diputada del FIT-U Myriam Bregman contra Victoria Villarruel, y la intervención de Daniel Gollán de Unión Por la Patria, trajeron un poco de dignidad a un organismo mutilado por la rosca, la mediocridad, y la preeminencia de posturas conservadoras.
El incidente surgió por declaraciones periodísticas realizadas por la Diputada Villarruel de La Libertad Avanza, acusando a quienes no se solidarizan con la política de Israel en Palestina de haber perdido su autoridad para hablar de DDHH. La respuesta de la Diputada Bregman fue impecable, recordando que quienes ahora la quieren impugnar, son los mismos que le gritaban “judía de mierda” durante los juicios a los genocidas. Precisó que: “Villarruel siempre está al servicio de la impunidad y de los genocidas”.
Las palabras de Bregman llaman la atención sobre la adhesión automática de buena parte de la dirigencia política argentina a las decisiones políticas del gobierno sionista. Decisiones políticas que son cuestionadas incluso dentro de Israel por organizaciones judías, que advierten que la humillación sistemática y permanente al pueblo palestino solo pueden agravar el conflicto y cosechar respuestas violentas. Muestran que hay una comunidad de intereses entre los sionistas y las derechas nativas, incluso las que se reivindican admiradoras del nazismo o de Margaret Tatcher.
La intervención del diputado Daniel Gollán, relatando las torturas a que fue sometido por la dictadura que reivindican Villarroel y Milei, aportó un testimonio invalorable a este debate. Sus palabras ponen límites políticos a los acuerdos que proponen Massa y algunos compañeros de su banca. Desnuda al macartismo de quienes solo ponen límites por izquierda.
Lo que une a Bregman y Gollán es que provienen de la militancia. No son rosqueros de café. Han enfrentado a la derecha en la calle y conocen los costos de sus decisiones. Ojalá estas coincidencias sean más frecuentes. Demuestran que aún en las escribanías del poder económico, como son los Parlamentos, se puede dar pelea y alumbrar por un rato un puñado de verdades.
