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Estado español :: 13/12/2018

Javier Fernandez Quesada: uno de los crímenes impunes de la "transición"

Canarias Semanal
El 12 de diciembre de 1977, en medio de la represión desatada con motivo de una huelga general en Tenerife, la Guardia Civil invadía a tiros la Universidad de La Laguna.

El 12 de diciembre de 1977, en medio de la represión desatada con motivo de una huelga general en Tenerife, la Guardia Civil invadía a tiros la Universidad de La Laguna. Uno de los disparos realizados por los agentes de este cuerpo militar acaba con la vida del joven estudiante de Biología Javier Fernández Quesada. Con motivo del 41º aniversario de su asesinato, uno de los muchos que se produjeron durante la Transición del franquismo al actual régimen monárquico que han permanecido impunes hasta la fecha, recuperamos para nuestros lectores la reseña del libro de Rosa Burgos cuyo título hace referencia a la versión oficial sobre lo sucedido. "La bala que cayó del cielo. Crimen de Estado: el caso de Fernández Quesada.

El 12 de diciembre de 1977, en medio de la represión desatada con motivo de una huelga general en Tenerife, la Guardia Civil invade a tiros la Universidad de La Laguna. Uncertero disparo acaba con la vida del joven estudiante Javier Fernández Quesada.

 El mismo día, el Juzgado de Instrucción nº 2 deLa Laguna incoa el sumario 117/77. Tres días después, al “existir pruebas suficientes” de que los disparos han sido realizados por miembros de la Guardia Civil, cuerpo militar, el Juzgado se inhibe a favor de la jurisdicción castrense, a donde llegan el sumario y las piezas de convicción. Y allí, militares procesando a militares, todo se estanca, como en la investigación llevada a cabo en el Congreso de los diputados. Pantomima tras pantomima: silencios, deformaciones, semi-verdades, mentiras netas, declaraciones calculadamente sesgadas, olor a pestilencia: el Estado y sus instituciones diluyendo responsabilidades. Al final, nada, una bala que cayó del cielo.

 Aquel año 1977*

... segundo año de “Transacción”. Como 1976, año de crímenes fascistas y policiales, crímenes de terror y represión…
 El 7 de enero en Chirivella, Valencia, moría José Vicente Casabany, de un ataque cardiaco, durante una manifestación de aquellas en las que había que saber controlar hasta la respiración. Pocos días después, y también por un ataque al corazón, moría con sólo 16 años, Juan Manuel Iglesias, a causa del pánico después de ser perseguido por la policía, en Sestao.

 El 23 de enero caía asesinado Arturo Ruiz. Los disparos del crimen parten de fascistas que campean a sus anchas, con protección policial. El escenario es una manifestación proamnistia en la Plaza de España, Madrid. Miles de personas reclaman la amnistía para los presos políticos que aún están en las cárceles. El centro de Madrid es un “salto” continuo: San Bernardo, Sto. Domingo, Callao, Princesa… Al día siguiente, en las protestas por este nuevo crimen del fascismo, cae herida Mª Luz Nájera, con el rostro destrozado completamente por el impacto de un bote de humo disparado a bocajarro. Muere al día siguiente… Esa noche del 24 de enero se produce la matanza de los abogados laboralistas de la calle Atocha.

 El fascismo está crecido e instalado dentro del aparato del Estado. Únicamente la calle le responde y le combate.

 El 24 de febrero muere, en Cartagena, Pancho Egea, por disparos de balas de goma, en el transcurso de una manifestación obrera.

 El 13 de marzo, muere en Donosti José Luis Aristizabal Lasa, por la misma causa que el anterior: disparos de balas de goma de la policía, en el transcurso de una manifestación proamnistia.

 El 20 de marzo es apuñalado por ultraderechistas, en Barcelona, el militante anarquista Ángel Valentín Pérez, en el transcurso de una manifestación en la Plaza de San Jaime.

 Otro pelotazo de goma mata, el 30 de marzo, en Donosti, a Isidro Susperregui Aldako, herido durante una manifestación 15 días antes.

 El mes de mayo queda escrito con sangre para la historia de Euskal Herria. Se inicia con una semana de lucha por la amnistía (no olvidemos que, en 1977, segundo año de nuestra sagrada Transición quedan luchadores antifranquistas en las cárceles de la democracia) y termina con cinco muertos a causa de las actuaciones de la policía y la guardia civil. En Rentería, Rafael Gómez Jáuregui, recibe una ráfaga de subfusil. En Iruña, José Luis Cano Pérez es rematado a corta distancia por un tiro en la nuca efectuado por un cabo de la policía. Miguel del Caño muere atropellado en la autovía, al retirar una barricada por orden de la guardia civil. En Ortuella es asesinado, de un tiro en la cabeza y por la espalda, Manuel Fuentes Mesa. El autor del disparo es un guardia civil. Luis Santamaría Miquelena fallece de un shock al sentir los impactos de bala en su casa. Cerrando ese trágico mes, el día 24, de nuevo en Rentería, muere Gregorio Maritxalar Aiestaran, herido de bala en su propia casa 10 días antes.

 El 11 de septiembre, en el transcurso de la Diada de Catalunya, fallece Carlos Gustavo Frecher Solana. Una bala de goma le destroza la cabeza.

 El 20 de septiembre muere Juan Peñalver Sandoval, conserje de la revista “El Papus”. Un paquete bomba entregado minutos antes por un ultraderechista le explota en las manos.

 El 6 de octubre asesinan en Alicante a Miquel Grau que participa en una pegada de carteles por la Diada del País Valenciá. Un conocido fascista le lanza un ladrillo a la cabeza.

 El 4 de diciembre, en el transcurso de una manifestación por la autonomía en Málaga, muere por disparos de la policía Manuel José García Caparrós.

 El 12 de diciembre, el ciclo de asesinatos se cierra donde empieza este escrito: Javier Fernández Quesada, Universidad de La Laguna, Tenerife.

 Los años de la “Transacción” fueron así: las balas caían del cielo. Por eso son tan importantes libros como éste de Rosa Burgos, editado por El Garaje. Un trabajo excelente de investigación que muestra cómo los crímenes del Estado y sus servidores suelen quedar en un limbo de nubes rosas y declaraciones hipócritas. El sumario Fernández Quesada fue sobreseído el 11 de marzo de 1978 “por falta de autor conocido.”

“Me ha parecido un libro extraordinario, que casi raya la gran perfección. Excelente, bien escrito, magníficamente engarzado… y con la ductilidad precisa de una coronación literaria.” (José Luis Morales, periodista y escritor).

 

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