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Europa :: 13/08/2007

El periodista de investigación ante las manipulaciones de los servicios secretos

Silvia Cattori / Jürgen Cain Külbel
Jürgen Cain Külbel, investigador alemán, pone de relieve en entrevista concedida a Silvia Cattori las prácticas de quienes detentan el poder para obstaculizar las investigaciones que cuestionan las «verdades» oficiales

La Red Voltaire no tiene por costumbre exponer en sus columnas las dificultades que encuentran sus colaboradores. Si hemos decido publicar el testimonio de Jurgen Cain Kulbel -que no constituye un caso aislado sino la regla- es porque viene acompañado de documentos irrefutables sobre el espía Said Dudin.

Silvia Cattori: Mostrar cuán fácilmente maniobró la administración estadounidense para obtener la adopción de nuevas resoluciones portadoras de nuevas guerras en el Medio Oriente, presentar elementos que permiten vincular al Mossad con numerosos asesinatos que la prensa había atribuido inmediatamente a Siria, cuestionar la seriedad de los investigadores de la ONU, son hechos que le han valido a usted la estima y la consideración de un público ávido de conocer la verdad. Pero también le han valido la enemistad de aquellos para quienes estas investigaciones constituyen una molestia. ¿Mencionaron os medios de difusión la existencia de su libro El caso Hariri [1]?

Jurgen Cain Kulbel: En Alemania los «grandes» medios de difusión mantuvieron en silencio -con éxito- la existencia y el contenido de mi libro. Los medios internacionales presentaron reseñas completas. La edición en árabe suscitó un gran interés entre el público del Oriente árabe, donde mis investigaciones han sido consideradas como una importante etapa que puede conducir hasta los principales promotores del cobarde atentado contre Hariri.

Silvia Cattori: Pero, en su propio país, además del hecho que ni las autoridades ni los periódicos mencionaron su contrainvestigación, ¿no trató un periodista del Spiegel de desacreditarlo a usted acusándolo de antisemitismo?

Jurgen Cain Kulbel: Para las autoridades no hay más que una verdad: la que presentó el fiscal Detlev Mehlis basándose en un dudoso montaje que él mismo fabricó [2]. Mehlis incluso recibió de manos del presidente de Alemania, Horst Kohler, la Cruz Federal del Mérito [3], como recompensa.

En cuanto al periodista del Spiegel al que usted se refiere, se trata del señor Henryk M. Broder. Al principio, cuando él me calificó varias veces -usted sabe seguramente que yo le atribuyo un papel importante al Mossad en el asesinato de Hariri- de «antisemita» y de «fascista rojo», yo lo tomé en serio. En realidad, yo no tenía que haberle dado importancia a lo que él decía ya que el Sr. Broder es de esos periodistas que siguen la dirección del viento, como las veletas, y que no tienen más argumentos que el de proferir acusaciones de «antisemitismo» o de «islamofobia».

Silvia Cattori: ¿Qué sucedió con el periodista palestino Said Dudin que debía garantizar la promoción del libro de usted?

Jurgen Cain Kulbel: Antes de hablar del papel de Said Dudin, permítame poner en su conocimiento varios pasajes de documentos que tienen que ver con él, documentos provenientes del Ministerio de Seguridad del Estado de la RDA [4]. En febrero de 1983, parece que los funcionarios de ese ministerio habían llegado a la conclusión de que Dudin podía estar trabajando para el KGB [5]. Pero, dos meses más tarde, en abril de 1983, se dieron cuenta de que Dudin era un agente de Alemania Occidental y/o de la CIA y señalaban que «Dudin tiene excelentes posibilidades de espionaje en la OLP. Además, la posibilidad de un doble juego en colaboración con el MfS, debe ser absolutamente considerada» [6].

Silvia Cattori: O sea, ¿no fue por casualidad que Said Dudin se encontró en su camino?

Jurgen Cain Kulbel: El informe de la antigua Seguridad del Estado de la RDA, fechado el 13 de marzo de 1985, contiene en todo caso una información interesante: «Se ha hecho público que Said escribió, por la suma de 30 mil DM, la tesis de doctorado para el miembro del Consejo Central de la OLP Mohamed Abbas (Abu Mazen). Mazen estudió en la URSS».

Era esa, quizás, la verdadera razón que llevó a los Rusos a pedir el expediente de la Stasi sobre Said Dudin, en 1983. ¿ Ya en aquel entonces, Mahmud Abbas también formaba parte del entorno de la CIA/Mossad, según sospechaba -o sabía - el KGB? En ese caso sería lógico que los servicios secretos se interesaran también por Dudin, el hombre que probablemente había escrito la tesis de Abbas.

¿Casualidad? Desde que se firmó el contrato con el editor berlinés Kai Homilius, en julio de 2005, este último me puso en contacto con Said Dudin, a quien yo no conocía. Según el editor, Dudin tenía relaciones, disponía de información, ¡y yo tenía obligatoriamente que cooperar con él! No quisiera extenderme más en lo tocante a la relación entre Dudin y Homilius.

Volvamos a mis relaciones de aquella época con Said Dudin. Después de varios encuentros, me di cuenta de que Dudin utilizaba esencialmente, durante la «conversación», un método que se llama, en psicología judicial, la «mentira incompleta», en el que se mezclan falsas afirmaciones y declaraciones que reflejan la realidad. Porque en la mente del mentiroso coexisten dos sucesos paralelos -la ficción y la verdad, por así decirlo- y el mentiroso corre siempre el peligro de que algo se le escape. En pocas palabras, fue de esa manera pasablemente insensata que él se empeñó en tratar de saber qué información tenía yo sobre la investigación del caso Hariri.

Said Dudin seducía a la gente con viajes, apariciones en la televisión, o sea con todas esas cosas que pueden conducir a la «fama». Como nada de eso funcionaba conmigo y yo me alejaba cada vez más de él, en diciembre de 2005, me ofreció trabajar para él como si fuese una especie de secretario particular, en su apartamento, por supuesto. Yo tendría que revisar ciertos documentos que podían ser «vendidos» posteriormente por «bastante dinero».

Cuando me dijo que pensara en su oferta -que podía permitirme mejorar «mi situación económica»- sentí un impresión de repulsión. Fue por eso que interrumpí, por correo electrónico, todo contacto con Dudin el 12 de diciembre de 2005.

Silvia Cattori: ¿Fue esta una experiencia reveladora de los obstáculos de los que pueden ser víctimas los periodistas de investigación que trabajan sobre temas «sensibles»?

Jurgen Cain Kulbel: Yo sólo puedo hablar de mis propias experiencias y no quisiera generalizar. Pienso que hay medios muy bien definidos que siempre se interesan mucho por los periodistas que tienen el coraje de investigar en sectores políticamente «sensibles».

Para mí era la primera experiencia de ese tipo. Yo había comenzado mi investigación con la buena intención de buscar la verdad sobre un asesinato. Por el camino, una sirena llamada Said Dudin trató de seducirme con su canto. Pero ese canto era demasiado estridente.

Quien no tiene cuidado en ese momento, acaba convirtiéndose en su propio prisionero. Va a dejarse seducir y se verá rápidamente implicado en cuestiones ilegales que lo harán vulnerable al chantaje, lo cual es probablemente el objetivo final. Si se alcanza ese objetivo, se encuentra uno atrapado.

El periodista «honesto» que cae en ese tipo de trampa no puede hacer otra cosa que romper su espejo para no encontrarse con la imagen de un traidor. Las opciones que le quedan son pocas: o se rinde y deja de escribir o se convierte en una prostituta al servicio de la prensa dominante, o en un informante que se deja manipular para cumplir otras misiones.

Silvia Cattori: ¿Le parece a usted que hay mucha gente que, por obtener beneficios personales, se deja reclutar por servicios secretos para realizar maniobras sucias? ¿Qué consejos pueden dárseles a los jóvenes árabes -que son el principal blanco de esas maniobras en el Medio Oriente- que, de buena fe, pudieran verse arrastrados a cooperar con servicios de inteligencia, sin saber quienes se acercan a ellos pueden ser agentes que trabajan para la CIA, el MI6 o el Mossad?

Jurgen Cain Kulbel: El deseo de obtener beneficio personal es un instrumento eficaz. En el caso de Said Dudin, la antigua Seguridad del Estado de Alemania Oriental señalaba en 1975: «Según sus explicaciones, debe recibir bastante dinero ya que su alquiler [de su vivienda] es de alrededor de 500 DM, y que él viaja constantemente, por ejemplo, a Inglaterra, a Francia, a Italia, además haber hecho una estancia de 7 meses en El Cairo, en 1974, y de 2 meses en Moscú y en Beirut». El informante de la Stasi deducía en aquella época «que Dudin vive por encima de sus recursos financieros y es mantenido y financiado por otros servicios o personas.»

En efecto, desgraciadamente, hay demasiada gente que acepta proporcionar «informaciones» por dinero contante y sonante a ciertos servicios. Si las informaciones que proporcionan son exactas... ya eso es harina de otro costal. En los servicios secretos, casi todo se compra.

El reclutamiento de informantes y agentes es un negocio muy específico y a menudo sucio. En eso, los métodos de los servicios secretos occidentales no se diferencian mucho de los del antiguo bloque del Este.

Aquí no se puede formular una alerta o dar recetas. A menudo también los servicios secretos reclutan gente que ha tenido que ver con el crimen, que es vulnerable al chantaje y que se convierte así en gente dócil. Es gente que se ve en una situación de dependencia. Naturalmente, también criminales por convicción que están dispuestos a cualquier cosa.

Silvia Cattori: Esos servicios de inteligencia, que corrompen gente, no constituyen acaso una grave amenaza para la democracia? ¿Los ciudadanos son capaces de darse cuenta de que el funcionamiento de sus sistemas políticos no es transparente?

Jurgen Cain Kulbel: Las instituciones estatales de vigilancia y de policía crecen como hongos, sobre todo en las llamadas democracias. Naturalmente, siempre bajo la cobertura de la «lucha con el terrorismo»; un eslogan que el presidente Bush ha repetido durante años al mundo entero. Será difícil reconquistar los derechos fundamentales y las libertades cívicas que, en nuestros países «democráticos», han sido suprimidos como consecuencia de ello, aún cuando la época sombría de la política de Bush se convierta en algo del pasado.

Silvia Cattori: Las revelaciones que usted ha hecho han tenido, sin embargo, cierto impacto en la comisión de la ONU, en lo tocante a una investigación que usted calificó de «sesgada»» [7]. La contrainvestigación que realizó usted debe haber sido perjudicial para el fiscal Mehlis. ¿Puede él hacerlo callar a usted?

Jurgen Cain Kulbel: Mi libro fue probablemente utilizado como «prueba». Se dice que condujo a otras «normas» en la investigación, o sea a no seguir focalizando únicamente en Siria y que se tengan en cuenta otras hipótesis en lo tocante a los culpables. Pero, hasta ahora el Mossad no ha sido considerado como un posible sospechoso, como tampoco lo han sido los fabricantes de democracia del «United States Comitee for a Free Lebanon» [8] y del gobierno del Líbano en el exilio, dirigido por el Mossad/CIA, con sede en Jerusalén y Washington.

En cuanto a las posibilidades de que el Sr. Mehlis me haga callar: en efecto, los perros guardianes son extremadamente vigilantes. Yo siento que es para mí honor; el abogado del Sr. Mehlis intervino en septiembre de 2006 porque el título de uno de mis libros, en proceso de redacción, no le gustaba.

Pero la «experiencia» que he vivido, con la casa editora Homilius, era mucho más repugnante. Como dije, rompí con Said Dudin en diciembre de 2005. En marzo de 2006, Homilius firmó un contrato con él, en contra de mi voluntad, para que se ocupara de las relaciones públicas con vistas a las ediciones de mi libro en árabe. Después de eso, todo se hizo muy desagradable. Yo, siendo el autor, no me pagaron nada por mi «derecho de autor» sobre la primera edición de mi libro El caso Hariri; todo lo que recibí fueron dos ejemplares del libro.

Hay que preguntarse, ¿quién está con quién, en este caso, y con qué objetivo? Y ¿por qué hay autores -no solamente yo- que son tratados de esta manera? En realidad, eso ha sido siempre una práctica utilizada por el adversario: hundir financieramente a los autores que molestan y hacerlos callar por esa vía. Y, naturalmente, eso forma parte también de los rasgos característicos de la protección del Estado mediante la penetración de las fuentes, para obtener más influencia y saber por adelantado si se está preparando algo «explosivo» en las casas editoriales, para poder preparar la respuesta.

Otro ejemplo que demuestra que en esa jungla de la edición hay algo que no funciona en lo absoluta como debiera ser: Said Dudin, el hombre de las relaciones públicas de la casa editorial Kai Homilius, mostró el 7 de mayo de 2006 con qué arrogancia se daba él el lujo de ensuciar al gobierno sirio. Aquel día, durante una conferencia en Damasco, donde yo estaba presentando la tesis de mi libro sobre el asesinato de Rafik Hariri, ante cientos de oyentes, canales de televisión y periódicos internacionales, ministros y embajadores, cuando yo acababa de terminar mi exposición, Dudin agarró el micrófono y empezó a desbarrar.

Al día siguiente, se podía leer, por ejemplo, en el diario sirio Al Sham News: «Después de la exposición [del autor], el investigador palestino Said Dudin se expresó con violencia y llamó a atacar las embajadas e intereses occidentales en la región...» El ministro de Cultura, Dr. Riad Nassan Agha ...precisó -al margen de la conferencia- que lo que declaró Dudin no era más que una opinión puramente personal.» Existen muchos más reportes de prensa como testimonio de esa monstruosa provocación.

Silvia Cattori: ¿Es posible que Said Dudin recibiera la orden de utilizar esa tribuna para echar leña al fuego, crearles dificultades a los sirios, y desacreditar así la tesis que expone usted expone en el libro?

Jurgen Cain Kulbel: En efecto, el gobierno sirio, cuyo país fue puesto, junto con Irán, después de la guerra de la guerra contra Irak, en el primer lugar de la «lista negra» de la administración Bush, consideró probablemente que se trataba de una maniobra. Irán, Siria y el Líbano son, en el Medio Oriente, los únicos países que no están bajo control directo o indirecto de Occidente. ¡Le dejo a usted la tarea de determinar si el Señor «politólogo» Dudin puede ser un agente provocador!

Silvia Cattori: L ¿El hecho de sentirse bajo la vigilancia permanente de los servicios de inteligencia no le afecta en cuanto a su deseo de continuar su trabajo?

Jurgen Cain Kulbel: Todo es cuestión de acostumbrarse. Yo he aprendido a no tomar demasiado en serio ese entorno «hostil». Como no tengo nada que esconder, estoy relajado. Soy amistoso y a veces hasta les doy los buenos días a los que oyen mi teléfono clandestinamente. Como no soy un autor asalariado, gozo además de la libertad de poder escribir las cosas tal y como las veo y no como «deben» ser vistas. Se trata de un privilegio que nos fortalece.

La misión del periodismo debiera ser la de informar, precisamente debido al papel agresivo que están desempeñando Estados Unidos e Israel en el Oriente árabe. Pero, en Alemania hay un problema en particular: no se critica prácticamente nunca al Estado de Israel. En ese sentido, los partidos políticos observan también una prudente reserva. Un periodista que se atreve a romper con ese tabú corre el riesgo de verse profesionalmente aniquilado -a título preventivo- como «criminal antisemita» o «criminal nazi». Desgraciadamente, los autores asalariados, proisraelíes o proestadounidenses, están por todas partes, al acecho.

Alemania se está transformando actualmente, bajo el mandato de la canciller Merkel [9], en un Estado que infunde miedo. Su ministro del Interior haría palidecer a George Orwell [10]. En el plano de la política exterior somos socios de Tel Aviv y Washington; estamos presentes en el Medio Oriente, en Afganistán y, de ser posible, también estaríamos presentes en Irán, en donde quiera que suceda algo que tenga que ver con el petróleo y los oleoductos. Luchamos, al lado de otros, contra todo las autoridades de Israel y de Estados Unidos han definido como «terrorismo», aunque no exista. Es por eso que, en nuestro país, la responsabilidad la tiene la élite política. Es ella -no el pueblo- quien siempre ha tenido en Alemania un temperamento de oveja, quien corre detrás de los guerreristas ávidos de petróleo, quienes, bajo el estandarte de la «Democracia», engañan a los pueblos de todo el planeta, y los intoxican durante las 24 horas del día con el supuesto «peligro islámico». En ese contexto, informar es para mí una cuestión de honor y ética periodística.

Silvia Cattori: Usted está escribiendo actualmente un segundo libro sobre las manipulaciones alrededor del asesinato del primer ministro Rafik Hariri. ¿Qué puede usted revelar sobre ese tema?

Jurgen Cain Kulbel: Este segundo libro podría titularse Los que ponen las bombas en Beirut - Disección del atentado contra Hariri. Aparte de exponer mis reflexiones, analizo en este libro los informes de las comisiones de la ONU y doy la palabra a expertos y científicos reconocidos en el plano internacional. Resulta interesante la lectura de los resultados de las investigaciones de los miembros de las comisiones de la ONU.

Me interesan particularmente todos los crímenes que han sido ignorados y que antecedieron al atentado contra Hariri, y que han servido, como muchas otras cosas, para enmascarar las verdaderas circunstancias y móviles del atentado. Así mismo, he podido reunir otras informaciones sobre el vehiculo utilizado en el atentado contra Hariri, un Mitsubishi Canter. Todas esas cosas están actualmente ausentes en la enumeración del fiscal belga y no han sido tenidas en cuenta.

Yo quisiera terminar el manuscrito antes de que termine la misión de Serge Brammertz, cuyo mandato expira a fin de año.

Este libro lo voy a dedicar a las victimas de esa espectacular masacre. Nunca se habla de ellas, de los veinte muertos y del centenar de heridos, ni de las familias de las víctimas que siguen sufriendo en sus corazones, desde aquel terrible día de San Valentín que vivió Beirut en febrero de 2005. Se trata, en efecto, del asesinato un gran cantidad de personas, hecho que ya parece olvidado y que la sombra de Rafik Hariri, políticamente manipulada en todos los sentidos, amenaza con borrar definitivamente.

Silvia Cattori: ¿El Sr. Kofi Annan, diplomático conocedor de la política, tenía que saber perfectamente que el Sr. Bolton [11] estaba conduciendo a la ONU hacia la creación de un tribunal que estaría al servicio de los proyectos de desestabilización de Tel Aviv y de Washington? Según su opinión, ¿por qué se plegó a esto el Sr. Annan?

Jurgen Cain Kulbel: ¡Su sucesor Ban Ki-Moon es mucho más peligroso! ¿No declaró recientemente que «Las tropas de Estados Unidos desempeñan el papel protagónico en el seno de la coalición en Irak, lo cual exige muchas víctimas de su parte. Nadie puede negar que América desempeña un papel considerable en la estabilización de Irak. Tenemos que saber reconocer esa contribución de Estados Unidos y las víctimas que ello implica».

El papel de Kofi Annan lo abordé ya en mi libro El caso Dossier Hariri. Quizás estaba expuesto a un chantaje, ya que su hijo había estado implicado en el asunto «petróleo contra alimentos». Tenía la opción de dimitir. Como no lo hizo, se vio prisionero de la maquinaria de la ONU, que sigue estando al servicio de Estados Unidos.

Red Voltaire

 

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