Tras el asesinato de Charlie Kirk, en EEUU se enfrentan “America first” e “Israel first”


El asesinato del propagandista conservador Charlie Kirk acelera aún más la crisis que está desintegrando el tejido sociopolítico estadounidense. La intensificación de la violencia política es un síntoma del declive de EEUU.
Ha afectado a representantes republicanos y demócratas, y tampoco ha perdonado a Trump, víctima de dos atentados fallidos.
Pero la oposición entre republicanos y demócratas no es la única que interviene en el caso Kirk. No hay que subestimar la que existe dentro del ámbito conservador, y en particular en el movimiento MAGA ('Make America Great Again'), que constituye la base de Trump.
Esta segunda oposición gira en torno al papel del régimen israelí, sobre todo en lo que se refiere a arrastrar a EEUU a aventuras militares en el extranjero que contrastan con el principio “America First”, tan querido por los trumpistas.
La relación con el caso Kirk se comprende al repasar la evolución política del joven propagandista. Lanzó su movimiento Turning Point USA (TPUSA, Punto de inflexión EEUU) cuando aún era muy joven, financiado por instituciones neoconservadoras y filoisraelíes como el David Horowitz Freedom Center.
TPUSA se convertiría en el mayor movimiento conservador juvenil de EEUU. Kirk, que a menudo ha adoptado posiciones racistas, sexistas e islamófobas, también se ha mostrado un firme defensor de Israel, aceptando viajes patrocinados al Estado hebreo.
Aunque seguía definiéndose como proisraelí, había puesto en duda la versión israelí del 7 de octubre y afirmado que el régimen de Netanyahu estaba tratando de limpiar étnicamente Gaza.
Aunque defendió hasta el final algunas tesis de la versión israelí, como el hecho de que no habría una hambruna planificada en Gaza, Kirk había comenzado a adoptar posiciones contrarias a Israel en otros casos, afirmando, por ejemplo, que Jeffrey Epstein, el empresario estadounidense conocido por estar en el centro de una red de explotación sexual de menores en la que estaban implicadas personas poderosas, era un agente del Mossad.
La evolución de Kirk, no exenta de contradicciones, va de la mano de un cambio de humor en la base conservadora estadounidense, en la que ahora solo el 24 % de los jóvenes republicanos (entre 18 y 34 años) simpatiza con Israel.
Este cambio debe situarse en el contexto más amplio de una creciente aversión de la opinión pública estadounidense hacia Israel, por sus actos genocidas en Gaza, hasta el punto de que el propio Trump había intentado advertir públicamente a su aliado.
Un punto de inflexión lo representó la cumbre del movimiento TPUSA del pasado mes de julio, a la que Kirk invitó a figuras conservadoras abiertamente críticas con Israel, como Tucker Carlson, Megyn Kelly y el cómico antisionista judío Dave Smith.
Estos transformaron el evento en una plataforma de denuncia no solo de la masacre de Gaza, sino también de la indebida influencia del régimen israelí en EEUU.
Esto tocó una fibra sensible en Israel, hasta el punto de que el ministro de la Diáspora israelí Amichai Chikli expresó su desacuerdo a Kirk en una carta abierta en X (Twitter).
Pero el joven propagandista estadounidense también se había quejado públicamente, en una entrevista con Megyn Kelly, de haber recibido mensajes intimidatorios de importantes figuras proisraelíes en EEUU.
El resultado es que, tras su asesinato, una parte importante del universo MAGA se ha rebelado acusando a Israel de haberlo eliminado, también a raíz de los rumores que ya se difundieron en agosto (como el del comentarista conservador Harrison Smith) según los cuales Kirk temía por su vida [no sólo por sus críticas a Israel, sino también por su oposición al envío de armas y dinero a Ucrania].
Las acusaciones alcanzaron tal magnitud que obligaron al primer ministro del régimen israelí, Benjamin Netanyahu, a conceder una entrevista al canal estadounidense Newsmax para desmentir estas “teorías conspirativas”.
La entrevista forma parte de una serie de intervenciones del líder sionista en las que se ha esforzado por presentar a Kirk como un filoisraelí sin vacilaciones. Sin embargo, no ha surtido el efecto deseado.
Emblemática fue la reacción de Steve Bannon, líder desde el primer momento del movimiento MAGA, a una entrevista concedida por Netanyahu al sitio web Breitbart, megáfono del sector conservador más radical, en la que Netanyahu afirmaba, en esencia, que criticar a Israel significa ser antiamericano y anti-Trump.
Bannon respondió que a los ciudadanos estadounidenses no les importan en absoluto las opiniones de Netanyahu sobre el movimiento MAGA. Más bien, añadió crudamente, “les interesa desenmascarar tus mentiras patológicas para mantenernos al margen de tu próxima guerra”.
Estas duras palabras son indicativas de una corriente creciente, dentro de los conservadores estadounidenses, según la cual el apoyo incondicional a Israel no hace más que agravar los problemas de EEUU en Oriente Medio, una idea compartida no solo por la base, sino también por 'think tanks' como el Quincy Institute.
El comentarista judío estadounidense M.J. Rosenberg ve la cuestión desde un punto de vista ligeramente diferente. Según él, la extrema derecha estadounidense, siempre antisemita, utilizaba el “amor por Israel” como tapadera.
Esa tapadera ha desaparecido, afirma Rosenberg, no por preocupación hacia los palestinos, sino porque Israel obstaculiza su visión de ‘America First’.
Concluye que las políticas actuales de Israel perjudican no solo a Israel, sino a los judíos de todo el mundo.
Sin duda, han abierto una brecha entre Israel y la base trumpista, que al presidente estadounidense le resultará cada vez más difícil de gestionar.
Il Fatto Quotidiano / observatoriodetrabajad.com